¿También justifica la tradición que la bandera de la Unión Europea, una de las cuatro que ondea en la fachada principal de Cort, se arriara el pasado domingo al paso del Santísimo? La anterior interrogación viene a cuento porque se apela a que siempre se ha hecho así por parte de los defensores de la recuperación de este gesto de sumisión del poder civil al religioso, desterrado en el anterior mandato. Además, ver postradas o arriadas las banderas de España, Balears y Mallorca al paso de un símbolo religioso provocó más de un sarpullido en algún ciudadano indignado, entre los que también se encuentran cristianos y católicos practicantes que no están de acuerdo con la utilización política de nada más y nada menos que de algo que representa el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Hubo un tiempo en que se había alcanzado la normalidad dejando ondear las banderas independientemente del acto que tenía lugar en la plaza de Cort, pero llegó Mateo Isern, el actual alcalde, y repuso la tradición con sus propias manos (el primer año arrió él mismo la bandera de España). Para completar la imagen que probablemente roza la inconstitucionalidad sólo falta que la banda de música municipal entone los acordes del himno nacional.
El crucifijo del salón de plenos y el busto del Rey
Y ya que va de símbolos y la semana pasada se produjo el relevo en la más alta magistratura del Estado, habrá que volver a hablar del crucifijo que preside el salón de plenos del Ayuntamiento de Palma. Hay quien cree que quitarlo supondrá también eliminar el dosel que preside la estancia. Nada más lejos de la realidad, puesto que el adorno original no disponía ni de la cruz ni del busto del Rey. Inicialmente presidía el salón un retrato del Monarca del momento. Fue después del golpe de Estado del general Franco cuando se sustituyó el cuadro que representa la II República por el crucifijo actual y se remató el conjunto con un busto. El equipo de gobierno ya ha anunciado que en función de un artículo del reglamento de funcionamiento de las administraciones públicas va a sustituir el busto del Juan Carlos I por el del rey Felipe VI. Ni se plantea la posibilitad de que, apelando esta vez también a la tradición, quitar el crucifijo que preside el salón de plenos por un retrato del nuevo Monarca eliminando el busto.
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