Asóciate
Participa

¿Quieres participar?

Estas son algunas maneras para colaborar con el movimiento laicista:

  1. Difundiendo nuestras campañas.
  2. Asociándote a Europa Laica.
  3. Compartiendo contenido relevante.
  4. Formando parte de la red de observadores.
  5. Colaborando económicamente.
Mahbouba Seraj en la 51 sesión de Consejo de Derechos Humanos

La afgana que se enfrenta a los talibanes: “Hemos sido borradas pero aún no estamos muertas”

Se niega a abandonar Kabul, su ciudad natal. A sus 76 años, dirige el último refugio para mujeres maltratadas del Afganistán bajo yugo talibán

En mitad de la oscuridad que viven las afganas, ella es una de las pocas voces que aún ilumina su causa. A sus 76 años, Mahbouba Seraj está decidida a librar la batalla, por azarosa e infructuosa que resulte. Periodista y activista de derechos humanos afgana, se niega a abandonar a sus compatriotas cuatro años y medio después del regreso de los talibanes al poder. “Afganistán es mi país. Me obligaron a irme una vez en 1978. No quiero que me obliguen a hacerlo de nuevo otra vez”, desliza Seraj en una entrevista con El Independiente.

Desde agosto de 2021, los talibanes han ido estrechando el cerco sobre las mujeres. Y Seraj (Kabul, 1948), candidata al Premio Nobel de la Paz, ha asistido a ese hostigamiento continuo en primera fila, sin abandonar Afganistán y cuidando del refugio para mujeres maltratadas que mantiene, el último en activo del país. “En realidad, las afganas no existimos. Ya no tenemos ningún papel en nada. Estamos pero, al mismo tiempo. no estamos. No tenemos ningún papel en la vida educativa. No tenemos ningún papel en la vida política. No tenemos ningún papel en los negocios, en la construcción del país. Nada. Hemos sido realmente borradas por completo”, señala con amargura. “Intento demostrar que aún no estamos muertas”, agrega.

Desde la ciudad belga de Lieja, donde su universidad le concedió hace unas semanas el Doctor Honoris, Seraj lanzó su último SOS por las afganas: “¿Vamos a quedarnos con los brazos cruzados o vamos a reaccionar? ¡Por favor, ayúdenme! Me han concedido este honor, y esto es formidable. Pero les pido que me ayuden. Me voy a quedar en Afganistán. Tengo suerte de seguir viva. Tengo 76 años y voy a aprovechar el tiempo que me queda. Todavía tengo esperanza”. Cuando se le interroga por propia biografía, no titubea: “Mahbouba tiene 76 años, pero fue una joven muy luchadora y muy independiente cuando era niña en Afganistán. Y así ha sido toda su vida. Defendió aquello en lo que creía. Se ocupó de su vida. Y cuidaba de las personas que la rodeaban. Y cree en su Dios. Cree en su país. Cree en su pueblo y los quiere mucho. Es una mujer muy sencilla. Se ríe fácilmente, llora fácilmente, y es un ser humano honesto. Eso es lo que es”.

Había 27 refugios para mujeres como éste en Afganistán antes de que llegaran los talibanes. Ahora mismo solo queda uno y es el mío

Pregunta.- Suele decir que está “harta y cansada” de levantar la voz de alarma por las afganas. ¿Por qué decidió permanecer en Kabul?
Respuesta.-  Afganistán es mi país. Me obligaron a irme una vez en 1978, cuando llegaron los rusos. Sé lo que es ser un refugiado y no tener un país. Y no quería pasar por eso una vez más. Fue bastante duro. Fue una situación desgarradora.  No quería que me obligaran a irme otra vez. Así que decidí quedarme aquí porque llevo viviendo en Afganistán desde 2003. He estado trabajando aquí. Es realmente mi hogar. Emocional y psicológicamente soy un gran apoyo para muchas mujeres. Tengo un refugio en el que viven unas 70 mujeres con niños, todas ellas mujeres maltratadas de Afganistán, que llevan aquí bastante tiempo y quiero estar aquí para cuidarlas y formar parte de sus vidas.

P.- ¿Cómo se relaciona con los talibanes?
R.- Hago mi trabajo y trato de pasar lo más desapercibida posible. No quiero que pongan el foco en mí o hacer algo que me señalen. No quiero que sepan que existo o hacer algo que me haga sospechosa. Voy a mantener un perfil muy bajo y para mí eso es importante porque el trabajo que hago y las responsabilidades que tengo requieren que esté viva y pueda trabajar en Afganistán.

P.- Su refugio es el último superviviente…
R.- Así es. Las asistimos en todo, desde alimentarlas hasta darles un lugar para dormir, vestirlas, darles educación, proporcionarles clases para que aprendan algún tipo de habilidad y puedan continuar con sus vidas más adelante, hasta ayuda psicosocial y legal. El refugio fue creado en 2003 por otra mujer. Me hice cargo de su trabajo. Había 27 refugios como este en Afganistán antes de que llegaran los talibanes. Ahora mismo solo queda uno y es el mío.

P.- ¿Cómo es posible que toleren el suyo?
R.- Hablé con ellos y les dije que estas mujeres realmente necesitan ayuda y que estoy aquí para apoyarlas. Las mujeres de Afganistán son una responsabilidad que se me ha dado y estoy dispuesta a asumirla y a defenderla, y eso es lo que estoy haciendo. No permito que nadie destruya esto ni me lo quite, porque esto no es algo que puedan quitarme. Esto es realmente algo que se hace por las mujeres maltratadas de Afganistán. Al principio tal vez no creyeron que necesitarían el lugar, pero ahora saben que sí porque cuando encuentran a las mujeres deambulando por las calles, las que han huido de sus hogares y necesitan un refugio, el único lugar que tienen es mi refugio.

Las afganas ni siquiera pueden ir a un parque a sentarse a la sombra de un árbol con sus familias ¿Nosotras también vamos a dejar de respirar? No

P.- ¿Cuál es el perfil de mujeres que alberga en su centro?
R.- El maltrato a las mujeres en Afganistán no es algo que los talibanes estén haciendo, el maltrato a las mujeres en Afganistán ha sido algo que los hombres afganos desafortunadamente han estado haciendo a las afganas durante años. Los abusos que los hombres ejercen contra las mujeres tienen muchas razones: la pobreza; la falta de educación; la falta de concienciación; o la salud mental. Estas mujeres estaban absolutamente devastadas y no tenían adónde ir y algunas de ellas fueron tan maltratadas no solo por sus maridos sino por la familia del marido, suegro o cuñado que realmente necesitaban ayuda. A veces tienen hijos, también vejados. Así que las familias se destruyen de esta manera.

P.- Mantiene un canal de comunicación con los talibanes…
R.- Siempre que sea necesario hablar, lo hago. Yo sigo haciendo mi trabajo. La vida no puede ser desconectada. Las mujeres ahora mismo no tienen derecho a nada. Nada. Ni a la educación ni a ir al médico ni a hacer ejercicio, ni siquiera a ir a un parque a sentarse a la sombra de un árbol con sus familias, no pueden hacer nada. ¿Y qué? ¿Nosotras también vamos a dejar de respirar? No.

P.- ¿Tiene miedo?
R.- Por supuesto que sí. Soy un ser humano. Por supuesto que tengo miedo. Pero no voy a cambiar mi vida y el rumbo de mi vida porque tenga miedo. Tengo 76 años, así que ya lo he superado. La mejor parte de mi vida no está por delante. La mejor parte de mi vida está detrás de mí. El único poder al que le tengo miedo es a Alá. A nadie más.

P.- ¿Existe alguna diferencia entre los talibanes de ahora y los que gobernaron el país hasta 2003?
R.- La diferencia que vi fue al principio del régimen talibán. Cuando los talibanes llegaron en agosto de 2021 hasta enero del año siguiente, la situación era muy diferente porque las escuelas estaban abiertas y existía la posibilidad de que las escuelas se abrieran para las niñas- Pero después de que cerraran las escuelas, todo empezó a ir a peor. Porque las cosas empezaron a cerrarse una tras otra y la vida se volvió mucho más dura cada día para las mujeres. Han empezado a usarnos como un arma política. Si el mundo no les da algo a los talibanes, nos arrebatan derechos a las mujeres. Las mujeres se están utilizando como arma política en la comunidad internacional.

El único poder al que le tengo miedo es a Alá. A nadie más

P.- El burka, dice, siempre ha estado ahí…
R.- Sí. Nunca ha desaparecido. Yo, de niña, me salvé del burka porque el presidente prohibió su obligación de llevarlo. Pero es algo horrible. El hiyab, en cambio, no me importa llevarlo  mientras no me cubra la cara porque la cara no debe estar cubierta en el islam.

P.- ¿Le queda alguna esperanza?
R.- No puedo renunciar a la esperanza. Vamos a ver qué pasa. Estoy haciendo todo lo que está en mi mano para ver si puedo conseguir que vean la vida de Afganistán. Es mi objetivo principal.

P.- Es muy crítica con la salida de las tropas occidentales de Afganistán..
R.- Hay una cosa que quiero decirle al mundo y se lo diré hasta el día de mi muerte: que los afganos en Afganistán no van a asumir toda la responsabilidad de lo que sucedió. Pero si el mundo occidental piensa que vamos a excusarlos y decirles que ya no son responsables, eso nunca lo haré, porque son responsables de lo que pasó en Afganistán y tienen que asumir las consecuencias de lo que su decisión trajo a ese país. No es que vayan a salir impunes. Un país y su gente, especialmente sus mujeres, están sufriendo en este momento. Así que, mundo occidental, por favor, no crean que no voy a recordarles su responsabilidad.  Ustedes son responsables.

P.- ¿Cuál es la lección de las últimas dos décadas en Afganistán?
R.- En primer lugar, no deberían involucrarse si saben que no pueden llevar a cabo hasta el final su misión. Si van a dejarlo a medias, mejor ni siquiera empezar. Tenemos que ser muy realistas y quiero que las mujeres, los hombres, los niños y las jóvenes del mundo empiecen a pensar en ello y a preguntarse por qué empiezan las guerras en todas partes. ¿Por qué hay conflictos en el mundo? ¿Qué está sucediendo a causa de estos conflictos? ¿Quién los está provocando y por qué? Y si pueden detenerlos, es mejor que lo hagan desde el principio. Y si no pueden, tendrán que vivir con ello.

Occidente es responsable de lo que pasó en Afganistán y tiene que asumir las consecuencias de lo que su decisión trajo a este país

P.- España es uno de los países que mantuvo tropas en Afganistán y que finalmente acordó abandonar el país. ¿Qué les diría?
R.- A los europeos siempre les dije: “Vamos, chicos. Tenéis que decidir por vosotros mismos lo que queréis hacer. Encontrad vuestro camino y decidid cómo queréis tratar con la gente y dejadlo claro, en lugar de seguir los pasos de otros países poderosos, tomad vuestra propia decisión”. Me decepcionó mucho cuando lo hicieron. De todos modos, Europa es diferente. Y la razón por la que Europa es diferente es porque, pase lo que pase en Afganistán, estamos cerca. Europa lo sufre y lo paga. Solo hay que mirar lo que sucede ahora con Ucrania. Por eso creo que Europa debería tomar sus propias decisiones. No estoy diciendo que no seáis socios del resto del mundo. Por supuesto que lo sois.

P.- También se ha mostrado muy crítico con el régimen afgano previo a los talibanes, a los que tacha de “corruptos”…
R.- Era el gobierno más corrupto del mundo. De verdad que lo eran. Pero entonces su corrupción fue apoyada absolutamente por la parte del mundo que abandonó Afganistán. Fueron terribles. Y una de las razones por las que estamos donde estamos y de la forma en que estamos en el mundo es por ellos.

P.- ¿Hay alguna alternativa a los talibanes en Afganistán?
R.- Quiero oírlo de quienes me critican. Que nombre las alternativas. Lo demás son solo charlas vacías.

P.- ¿Cuál es el futuro de Afganistán?
R.- No sé cuál es el futuro de mi país, pero tampoco sé cuál es el porvenir del mundo. Tal y como vamos, no vamos a ningún sitio muy agradable.

P.- Suena pesimista…
R.- Soy realista. Es con esperanza por lo que hago mi trabajo, pero al mismo tiempo me niego a cerrar los ojos. Mi principal objetivo es ser un puente entre el interior y el exterior de Afganistán. Soy buena tendiendo puentes.

No confío en nadie. ¿Por qué debería confiar en alguien? Mi confianza se ha evaporado

P.- ¿Confía en los talibanes?
R.- No confío en nadie. ¿Por qué debería confiar en alguien? Mi confianza se ha evaporado. Voy por libre y tiene sus riesgos, pero en este momento de mi vida no puedo cambiar eso y prefiero no hacerlo. Tengo días malos, en los que me deprimo. Pero por lo demás, mi espíritu de lucha está conmigo y lo estoy haciendo. Cada mujer, cada niña y cada persona de mi país, Afganistán, merece que yo esté a su lado.

P.- ¿Siente nostalgia por el paso de Afganistán?
R.- Lo echo tanto de menos. Qué país tan hermoso era y qué afortunada fui de vivir en Afganistán en aquella época y pasar aquí mi infancia. Fue maravilloso. Claro que lo echo de menos. El Afganistán de hoy no se parece en nada al que yo conocí. Algo queda de ese país. Todavía lo veo en la amabilidad de la gente. Puedo verlo en el amor que tienen. es cada vez menos obvio.

P.- ¿Las afganas podrán recuperar sus vidas robadas?
R.- Espero que lo hagan. Espero que se les permita y espero que les quede suficiente energía y resistencia para poder continuar, porque la usurpación de sus derechos les está afectando mental, emocional y físicamente en todos los sentidos.

P.- Imagino que tuvo días en los que pensó en dejarlo todo…
R.- Hubo días en los que yo gritaba y gritaba y me tiraba al suelo y rezaba a Dios. Hubo días en los que ni siquiera podía quitarme la manta de la cabeza y tuve que dormir durante 48 horas o más. Pero nunca hubo un día en el que dijera no quiero estar cerca de ellas.

P.- ¿En qué sueña?
R.- Me encantaría ver un día en que la gente de Afganistán pueda vivir libre y felizmente. La libertad significa que puedes elegir si tus hijos van a la escuela, a qué escuela van a ir. Que puedes encontrar un trabajo para ganar dinero. Que puedas ver a un médico Que puedes ir de vacaciones. Que podemos tener un hogar y que nos comprendemos entre nosotros, entre hombres y mujeres.

Total
0
Shares
Artículos relacionados
Total
0
Share