Parece como si la estatua de la Virgen María -a la derecha, entre las rocas- quisiera esconderse. La foto, de Laurent Dard (AFP), es de la entrada de la gruta del santuario francés de Lourdes, cerrado por tercer día consecutivo por la crecida del río Gave de Pau. En el recuadro, de otra imagen de la misma serie, se ve cómo el agua llega casi hasta la base de un Cristo que hay dentro de la cueva. Si yo fuera un ser con poderes sobrenaturales y me hubieran erigido ahí una estatua, también me escondería. De vergüenza. ¿Qué es eso de que una divinidad no pueda evitar unas simples inundaciones cuando 6 millones de personas visitan cada año su santuario buscando, muchos de ellos, curas milagrosas a males incurables? Ya ven, cuando se necesitan, ¡no hay milagros que valgan! Y la gruta donde, según la leyenda, la Virgen María se apareció en 1858 a la pastorcilla Bernadette de Soubirous, bajo el agua.
Una caseta pasa flotando por delante de la entrada de la gruta de Lourdes, con la figura de la Virgen María a la derecha y un detalle del Cristo de la cueva al que casi alcanza el agua. Foto: Laurent Dard (AFP).
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