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Durante la toma de posesión como President de la Generalitat de Catalunya,Salvador Illa tuvo la “necesidad” (pese a la brevedad de su discurso) de señalar los dos pivotes en los que se reforzará su acción de gobierno: la socialdemocracia y el humanismo cristiano. Al escucharlo, una sensación rara recorrió todo mi cuerpo y la pregunta ¿a qué viene esto? fue inevitable.
Es obvio que la presencia de socialistas de creencias cristianas en el PSOE y en el PSC es y ha sido una realidad, pero por su virtud y buen hacer en la actividad pública (especialmente de aquellos que llegaban a cargos de responsabilidad) no se les ocurría mezclar sus firmes convicciones religiosas con su actividad pública. Y los que lo han hecho como Paco Vázquez, José Bono… no son precisamente ejemplos de socialdemócratas.
Hay, sin embargo, dos ejemplos de políticos que me vienen a la cabeza cuyas acciones políticas en la toma de decisiones en relación con sus creencias privadas han tenido diferentes consecuencias: el de Ángela Merkel, de derechas y de firmes convicciones religiosas, pero jamás puestas en valor en sus 16 años de gobierno (y 21 como líder de su partido), le permitieron dar un ejemplo al mundo, diferenciando entre las legítimas creencias personales y la responsabilidad pública de un dirigente democrático. Ella, contraria al matrimonio de personas del mismo sexo, metió en el armario de su casa sus principios particulares y ejerció de Canciller de la República, permitiendo el debate en el “Bundestag”, a petición de los socialdemócratas. Permitiendo el voto en conciencia de los suyos y luego acatando sus resoluciones, convertidas en Ley. Alemania se convertía así en el país número 24 en el mundo que aprobaba el matrimonio gay.
Frente a ello, me ha sido inevitable el recuerdo del ex presidente de Ecuador Rafael Correa (de izquierdas), quien en sus 10 años de mandato se negó a proponer una de las leyes más necesarias y urgentes para acabar con la infame persecución que sufren las mujeres ecuatorianas por la justicia y parte de la sociedad, señalando que él es de convicciones religiosas firmes.
Si la respuesta va a ser el “humanismo cristiano”…, la frustración volverá a estar presente en las calles
Por supuesto que, en mi condición de hombre de izquierdas, valoro más el proceder de Ángela Merkel que el de Rafael Correa. La primera consiguió que en su país el colectivo LGTBI tuviera los mismo derechos que las personas heterosexuales; mientras, en Ecuador las mujeres siguen sufriendo la persecución judicial y política por soportar embarazos no deseados. Un presidente de izquierdas puso por delante sus convicciones religiosas, el humanismo cristiano.
En España, la Constitución española señala en su artículo 16.3: “Ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal…” No obstante, resulta escandaloso el peso y la presencia del poder de la iglesia católica en todos los niveles administrativos. Ningún gobierno, en los cuarenta y seis años de democracia, ha hecho efectivo el artículo 16 de la Constitución que le obliga a revisar el Concordato firmado con el Vaticano. Concordato elaborado previo a la aprobación de la Constitución de manera secreta por ambas partes, para que quedara “atado y bien atado”.
El pueblo catalán necesita un cambio. Por ello se expresó en las urnas de la manera que lo hizo, dando por cerrado el capítulo del procés. Necesitaba abrir las ventanas para que entrara aire que ayudara a resolver o paliar sus problemas cotidianos (vivienda, sanidad, servicios sociales… !turismo!) Percibió en el PSC y en Salvador Illa el aire que necesitaban. Si la respuesta va a ser el “humanismo cristiano”…, pronto la frustración, acompañada de desconcierto, volverá a estar presente en las calles.
Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.