Una socialdemocracia laica y organizada fallida, parece pasar “el testigo”, en este siglo XXI que acabamos de estrenar, a ideologías de centro izquierda híbridas y de “quita y pon”, mientras que un liberalismo de derechas que apoya el capitalismo más depredador y los fanatismos de todo tipo, ganan terreno político en toda Europa, como venimos observando, elección tras elección, en la mayoría de los Estados, que tienden a potenciar los nacionalismos alentados por los salva-patrias de turno y a las corporaciones religiosas más potentes en casa territorio, como elemento de control social.
Desde mi posición política actual de alentar el fomento y defensa radical de la libertad de pensamiento y conciencia, de la laicidad de las instituciones, la democracia participativa, la justicia social y heredero de una cultura de izquierdas democrática, luchadora y organizada e internacionalista, que aboga por Estados laicos compensadores de desigualdades, observo con enorme preocupación no sólo la situación política en España, sino la que está aflorando desde Turquía o la Rusia de Putin, hasta la península ibérica.
En España tenemos un vivo ejemplo en estos últimos meses: el “don-tancredismo” conservador “gana terreno”, por el hastío de mucha gente. La incapacidad por “ceder” en el espacio de lo que se podría denominar como “centro izquierda político”, las famosas “líneas rojas” se han apoderado del no-debate, aderezado por un discurso, en parte, chabacano y muy poco ilustrado, de corte híbrido.
Frente a una potente ideología de derechas, el centro izquierda se está desarmando ideológicamente. Izquierda Unida (IU) que desde que se fundó hace 25 años, (entonces para “tapar” a un “desgastado” -popularmente- partido comunista), se ha ido desangrando poco a poco a causa de las distintas “almas” que trataban de convivir e, incluso, medrar, hasta llegar, en estos tiempos nuevos y de tantas incertidumbres, a una situación de práctica “absorción” política e ideológica por una novedosa corriente, más o menos organizada, a raíz del 15M: PODEMOS, dirigida -en parte- por sectores de una determinada burguesía “intelectual”, muchos de ellos militantes de ciertas corrientes de IU hasta hace muy poco tiempo, eso sí muy trufados por “almas” de diferentes colores ideológicos, incluidos los ecuménicos, que denota una ideología peligrosamente híbrida. Aunque apoyados por mucha gente de muy buena fe, que ve en ese proyecto un “nuevo paraíso” que solucione los innumerables problemas (de lo que llaman) la “gente”, en vez de ciudadanía.
Novedoso colectivo político que trata de “convivir”, también, con alternativas de diferentes cortes nacionalista de centro-izquierda, de muy variados intereses. Con un discurso inicial de “no somos de izquierdas”, “los de arriba y los de abajo” o “¡vamos a por la casta!, sí se puede”… junto a un líder que ha venido modificando su discurso inicial, con el fin de ir atrayendo a un conglomerado de simpatizantes y votantes muy alto, en muy poco espacio de tiempo y a “gentes” que provienen de lo que llamaban -inicialmente- “casta”. La mayoría, cabreados e indignados y que, si logran hacer desaparecer el “proyecto de IU”, ahora tratan de superar al PSOE (en votos) y en vía de ello están. Si se diera (como parece algo probable, a día de hoy, aunque en teoría política, en ocasiones, dos y dos no suman cuatro), podría ser un voto muy volátil, si lo “hibrido” del proyecto se consolida.
El otro partido (históricamente socialdemócrata) que, desde hace unos meses, a nivel federal y en Andalucía hace “guiños” a la nueva derecha (CIUDADANOS) y en otras CCAA (y municipios) gobierna con el apoyo de PODEMOS, IU o “su diversidad de listas unitarias derivadas” y con diferentes partidos nacionalistas de izquierdas, se ha ido convirtiendo en una fuerza, también, de “ideología híbrida”, ya desde hace varias décadas, por supuesto, como sus homónimos partidos europeos y de otras latitudes.
A día de hoy, además, más parece un gallinero que una fuerza sólida con garantías de gobernabilidad (consecuencia de las ansias de poder de “barones y baronesas”), si no es con apoyos de otras fuerzas, como pasa a nivel municipal y autonómico. O dan un giro (muy pronto) hacia una verdadera socialdemocracia de izquierdas y sólida, o muchos de sus ya aminorados actuales votantes les pueden abandonar, como está ocurriendo en casi toda Europa. Lo mismo daría que fuera Sánchez, que Susana, que un sursuncorda de turno. Pero con muchos de los miembros que ahora cohabitan, el giro es muy complicado.
Si a esa novedosa circunstancia le unimos la casi desaparición de un tejido social sólido, laico organizado y un “sindicalismo de clase” algo endémico, situaciones que están dando paso a modelos asamblearios de organización social (de cuyas consecuencia funestas hay diversos ejemplos en el siglo XX) y a modelos corporativos (norte-americanizados) en el ámbito de la organización de trabajadores y trabajadoras. El panorama para la derecha es bastante halagüeño a corto plazo y, claro, para la Troika. También para los fanatismos de cualquier corte y para las corporaciones religiosas organizadas y, por supuesto, para las monarquías ancestrales permanecientes, como en España.
Todo ello muy preocupante para el futuro de la sociedad, pues si no se remedia, seguirá aumentando el paro (por falta de planificación ante los galopantes desarrollos tecnológicos y de la comunicación, por carencias en políticas de reparto del trabajo, de no luchar -eficazmente- contra la deslocalización y por no potenciación del sector público, frente a las privatizaciones), con ello aumentarán las desigualdades sociales y el enriquecimiento de unos pocos. Los genocidios seguirán a la orden del día en diversas partes del mundo, incluida la actual vergonzante situación del sur de Europa, sin que casi nadie haga nada por evitarlo. Y, desde luego, los Estados no serán laicos.
La derecha que apoya un capitalismo depredador, cabalga poderosamente. Facilitado este hecho, las “nuevas ideologías híbridas” del centro izquierda europeo, mientras que muchos nuevos y, también, viejos votantes miran (sin demasiados ascos) a latentes fuerzas de corte totalitario, nacionalista y fascista.
La medicina o vacuna contra ello es que la izquierda (o el centro izquierda español y europeo) recobren proyectos ideológicos actualizados, pero claros, sin perder de vista lo que la historia nos ha enseñado y el verdadero significado de la solidaridad y de la justicia social en un Estado (Estados) laicos, democráticos y de Derecho. Sin estar pendiente, tanto, de las encuestas o estados de opinión, como hacen desde hace años. Ese es uno más, de sus grandes errores, porque los “estados de opinión” se fabrican desde los cada vez más poderosos medios de comunicación, los que están en manos de fuertes corporaciones mercantiles y religiosas. El papel de la “verdadera izquierda” consiste en contrarrestarlos, no alinearse con ellos, como sucede con frecuencia.