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Ian Gibson

Ian Gibson: “La cruz del Valle de los Caídos no es la de Cristo, es la contracruz”

El documental ‘Donde acaba la memoria’, de Pablo Romero-Fresco, indaga en la biografía del hispanista para dibujar una panorámica de la España contemporánea desde los ojos de un testigo de excepción

Ian Gibson (Dublín, 1939) sabe que en Madrid hay gaviotas. Y lo sabe, porque las ve desde la ventana de su casa del multicultural, mestizo y castizo barrio de Lavapiés de Madrid. «No me creen cuando se lo digo a los amigos», dice divertido. Ian Gibson sólo cree en lo que ve, en lo que siente, en lo que comprueba. Una y otra vez.

Cuenta casi con orgullo que más de una vez ha detenido durante semanas la redacción de un libro por la obsesiva validación de una nota al pie. Figura omnipresente en la eterna polémica del pasado -el nuestro-, ahora presenta el documental firmado por Pablo Romero-FrescoDonde acaba la memoria en el que más que repasar su vida, recuenta los fantasmas de una existencia entera desde que 1957 hizo su primer viaje a la España de Franco.

Para entonces ya había caído enamorado de Romancero gitano, de Lorca. Para entonces ya le obsesionaba cada una de las heridas de un país «inacabable» (la expresión es suya). Para entonces ya había decidido quedarse en España a ver, observar, comprobar. Una y otra vez. «Son manías de ornitólogo», dice mientras afirma que en Madrid hay gaviotas.

¿Qué se considera más: hispanista, investigador, historiador, biógrafo, intelectual… u ornitólogo?

En realidad, todo empezó en Doñana. Y me duele lo que está pasando ahora mismo allí. Cuando aún no había empezado a estudiar el idioma, yo era ya ornitólogo y recuerdo que un colega irlandés que ya murió hace muchos años me habló de Doñana, me habló de los ánsares nacidos en Islandia que pasaban el invierno en el coto. Me habló de las dunas. Me habló de que esas aves subían por ellas para comer arena para poder digerir las castañuelas que comen… Nunca he dejado de ser ornitólogo. Y desde ahí quizá surgió mi pasión por la península ibérica.

Y ahora ¿ya está en disposición de explicar España, que parece que estamos muy confundidos?

España es básicamente un país lleno de secretos… Hay todavía tanto que descubrir. Es un país mestizo que no se conoce bien porque para entenderlo en sus justos términos habría que saber una enormidad. Para empezar, habría que saber árabe. ¿Quién que escriba ahora sobre la historia de España sabe árabe? Son 5.000 palabras y no sé cuántos topónimos. Cuando Abascal abomina del mestizaje de España, le invitaría a que se hiciera un test de saliva. Ahí está su pasado moro. Todos tenemos una mezcla. Él habla del estercolero multicultural. Lo primero es preguntarle qué tiene contra el estiércol, que nutre la tierra. Yo quiero y soy multicultural.

A poco que uno que se detenga en el ruido del ambiente, se diría que España se quiere poco a sí misma…

Eso es así. Sólo se une el pueblo español si es un guiri el que se mete con España. A mí me han dicho muchas veces que me vaya a mi país. Y a Paul Preston también. Generalmente, se dirigen a mí amablemente, pero de vez en cuando me dicen eso de: «Vete a tu mierda de país, que vienes aquí sólo a criticar».

En la película parece que se despide en un tono elegíaco: deja sus libros en la Fundación de Fuente Vaqueros, se confiesa incapaz de terminar su biografía magna de Buñuel de la que ya publicó el primer tomo…

No lo había pensado así. Hay que tener en cuenta que se empezó a rodar hace ocho años y ha sido un largo trayecto. Es cierto que ya no tengo energía para hacer otra biografía y no pude terminar la de Buñuel. Y eso es una de las grandes tristeza de mi vida. Logré terminar las de Lorca y Dalí, y me habría gustado acabar la trilogía. Me duele. P. ¿Cómo calificaría la relación entre los tres edsde la distancia de los años dedicados a su estudio?R. Se amaban, se respetaban, se quería… A pesar de todo. Hay que tener en cuenta que Dalí temía profundamente ser gay. Cuando Lorca empezó a ir en serio, a él le dio mucho miedo. Me lo dijo. Me dijo: «Yo hubiera querido ofrecer mi culo al genio, pero no fui capaz y, además, me habría dolido mucho». Él era así.

Si Abascal, que abomina del mestizaje de España, se hiciera un test de saliva daría con su pasado moro

Se acaba de aprobar uno de sus grandes anhelos, La ley de Memoria Democrática. ¿Se siente aliviado de que se haya hecho por fin o decepcionado por todo lo que se ha tardado?

Me siento decepcionado. Y es muy doloroso comprobar la efectividad del lavado de cerebro tras 40 años de dictadura. Hay una especie de amnesia colectiva. Ahora mismo siento una mezcla de amor y rabia. Un amor profundo que ha hecho que mi vida entera esté dedicada a este país. Pero también rabia al comprobar que la derecha que viene del franquismo es incapaz de reconocer la criminalidad de aquel régimen. Haría falta una derecha moderada como la de existe en Europa y en Reino Unido.

Pero, por otro lado, comprobará con alivio ciertas cosas. Usted escribió sobre Queipo de Llano…

Sí, están pasando por fin ciertas cosas. No es posible mantener en un templo a un asesino como este señor. En la lápida ponía «Aquí yace en la paz del Señor….». Parece un sarcasmo. Si tener en cuenta los sentimientos del prójimo es básico en el cristianismo, era inviable una cosa así. Y luego, no se puede decir eso de que esto es la guerra de los abuelos. No, la derecha no puede decir eso. Hay que recuperar la memoria y para ello hay que recuperar antes los restos…

¿Cuántas noches insomnes le ocupa aún la necesidad de recuperar los restos de Lorca? [en la película aparece el testimonio inédito del que fue el enterrador del poeta].

Un espacio importante. También me decepciona la actitud de su propia familia hacia este asunto. Ellos mantienen que no es importante localizarle, que está bien donde está con todos los que fueron asesinados como él, pero, ¿de quién estamos hablando? Estamos hablando del poeta y dramaturgo español más conocido, más amado y más llorado de todos los tiempos por básicamente su empatía con los que sufren. Lorca sí fue un cristiano desde este punto de vista.

El problema de derecha española es su incapacidad para reconocer la criminalidad del franquismo

Pero, ¿no basta con saber que fue asesinado?

No, creo que es importante saber dónde está exactamente y, añado, saber cómo murió con precisión. En Granada conocí a un médico que participó en el asesinato y que se jactaba de haberle humillado para que sufriera más. Que sufriera más por maricón. Y los restos lo pueden aclarar. No es irrelevante.¿Pero eso no puede ser considerado morbo?No, es importante y no es morbo. Si encima le humillaron por lo que le humillaron es importante saberlo para que no se olvide nunca. El odio a Lorca en Granada por parte de la burguesía fue atroz.

¿Cuántas veces ha pensado lo que podría haber pasado en España si no hubiera pasado lo que pasó?

Lo pienso cada día. De entrada, habría cambiado la historia del mundo. Hitler y Mussolini no habría contado con un aliado como Franco. Por otro lado, con la cantidad de gente que había en los años 30 alrededor, por ejemplo, de la Residencia de Estudiantes… España iba camino de ser el país culto con el cual sigo soñando. Y Franco lo evitó.

¿Qué siente cuando escucha eso de que es mejor olvidar y no reabrir las heridas?

Tristeza sobre todo. Es muy cruel hablar de no abrir las heridas cuando nunca se han cerrado. Si no sabes donde está enterrado un familiar, es imposible desprenderse de ese dolor. No es cristiano impedir a los familiares de los enterrados en el Valle de los Caídos que no recuperen sus restos. Unos tuvieron 40 años para honrar a sus deudos. Si un católico dice que no hay que reabrir heridas no sólo es hipócrita, también es un miserable.

¿Qué cree que se debería hacer con Cuelgamuros?

Creo que habría que quitar la cruz, porque esa cruz no es la cruz de Cristo, es la contracruz. Es una obscenidad. Es el sitio más tétrico en el que yo he estado en mi vida.

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