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Holanda exige a los refugiados que se comprometan por escrito a respetar los valores occidentales

El documento entrará en vigor en 2017 e incluye la separación de Iglesia y Estado y la igualdad entre hombres y mujeres

El discurso de la Corona, que abre el año parlamentario en Holanda, ha incluido esta vez un apartado específico dedicado a las tensiones derivadas de la llegada de miles de refugiados. A partir de 2017, el Gobierno de centro izquierda impondrá a los recién llegados la firma de una “declaración de participación”. Concebida como una especie de contrato entre el migrante y el Estado, obliga a los que buscan refugio a “respetar las normas y valores de la sociedad holandesa, en especial los principios democráticos de la separación entre Iglesia y Estado, y las libertades de credo y expresión”, pero también la equidad entre hombre y mujer.

La asociación holandesa que reúne a los refugiados (Vluchtelingenwerk Nederland) calcula que en 2014 hasta 82.494 personas contaban con la protección necesaria. En 2015 solicitaron 58.800 extranjeros, según la Oficina Central de Estadísticas. Para 2016, el mismo organismo calcula que llegarán unos 70.000. Las palabras del rey han incluido, no obstante, una declaración de intenciones para que no haya malentendidos. “A nadie se le pide que renuncie a su cultura y orígenes. Pero las normas establecidas son inviolables y la intimidación y la violencia obtendrán una respuesta firme”.

Leído por el rey, Guillermo Alejandro, en la Sala de los Caballeros del antiguo Parlamento holandés, el documento subraya “la igualdad entre hombres y mujeres ante la ley y la no discriminación por razones de raza, creencia o bien orientación sexual. Son valores que debe respetar y acatar cualquiera que pretenda vivir en nuestro país”, ha añadido.

Como en otras democracias constitucionales, este tipo de documentos son redactados por el Gobierno, que en esta ocasión ha puesto mucho empeño en subrayar “las iniciativas privadas y municipales destinadas a animar a los solicitantes de asilo a participar en la sociedad”. A nadie se le escapa las tensiones derivadas de la llegada masiva de refugiados de Siria e Irak en 2015 —y también de otros países— a toda Europa. Por eso el monarca ha asegurado que “Holanda es un país fuerte en un mundo inestable. Un lugar próspero y atractivo, con buenas infraestructuras y servicios y un sistema legal fuerte”. Luego se ha hecho eco de “la preocupación social ante las diferencias culturales”, y la incógnita de si no supondrá el flujo humano “un esfuerzo excesivo para los servicios públicos”.

Los partidos de la oposición, que incluye, entre otros, liberales de izquierda, cristianodemócratas, ecologistas, socialistas radicales y al populista antimusulmán Geert Wilders, han lamentado que el Gobierno no tuviera “nada que ofrecer”. Las elecciones del próximo año han impedido la presentación de grandes proyectos, pero Wilders ha calificado de “cuento de hadas” el discurso. En su opinión, el país está siendo “destruido”. Y ha puesto como ejemplo los recortes en sanidad, la subida de impuestos y las presiones derivadas de los refugiados.

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