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Historiadores sobre la retirada de ‘cruces de los caídos’: «Una democracia no puede permitir que el espacio público lo ocupen símbolos franquistas»

¿Por qué crea polémica, en España, quitar un símbolo golpista? ¿Debe permanecer en el espacio público un elemento arquitectónico diseñado para homenajear a los fascistas que lucharon contra la democracia? La retirada en Aguilar de la Frontera (Córdoba) de una ‘Cruz de los Caídos’ ha devuelto el debate que zanja la aplicación de la Ley de Memoria Histórica.

El paradigma de esta parafernalia simbólica corona el valle de Cuelgamuros con una inmensa cruz bajo la que estuvo décadas enterrada la momia del dictador Francisco Franco. Y a estas preguntas, y para explicar el significado de las denominadas ‘Cruces de los Caídos’ como símbolos del franquismo, han respondido a elDiario.es Andalucía varios historiadores.

“A nadie se le ocurriría defender la cruz gamada en Alemania”, apunta el historiador Ángel Viñas. La comparación con las ‘Cruces de los Caídos’ del franquismo es válida, sostiene. “Nadie –en el país teutón– entendería que una esvástica no es un símbolo nazi”, dice Francisco Espinosa Maestre. Son «símbolos manchados de sangre”, según José María García Márquez.

Contra la supresión de las calles de estos símbolos franquistas ha estallado en amenazas el obispo de CórdobaDemetrio Fernández: «Ojo con tocar los sentimientos religiosos, ahí quedará la respuesta en su momento», dijo en una misa. Los ultracatólicos de Abogados Cristianos han denunciado el caso en los tribunales. Y la extrema derecha de Vox ha puesto el grito en el cielo contra quienes denomina “talibanes de la Memoria” y calificando el caso como «cristianofobia».

“No es un símbolo católico”

“La cruz, obviamente, no es per se un símbolo franquista, es un símbolo cristiano. Ahora bien, en el caso específico del franquismo representa la unión de la Iglesia, católica, naturalmente, con Franco en la «Cruzada», explica Ángel Viñas. “Si la cruz se erige con los nombres de los «mártires» o en un lugar en el que ha estado con ellos identificados no se trata, en mi opinión, de un símbolo católico, sino de un símbolo franquista”, subraya.

“Y si un párroco la defiende como símbolo católico hay que responder que lo que defiende es un símbolo franquista. Ahí está la cruz grande de Cuelgamuros como símbolo supremo”, en palabras del historiador.

El franquismo decidió sembrar el país de ‘Cruces de los Caídos’ como parte “de la propaganda para que se instale en los españoles el espíritu de “la victoria” –del fascismo español en la guerra civil– y justificar el golpe de Estado y la represión posterior”, analiza Francisco Espinosa. Y la instalación cuenta entonces “con el apoyo de la Iglesia” en una tarea “que hay que verla desde la perspectiva nacionalcatólica”.

“No tiene ningún sentido mantenerlas”, opina Espinosa. “Forman parte de los fundamentos ideológicos del franquismo, son ilegales y habría que eliminarlas. No digo que haya que destruirlas, pueden meterlas en las iglesias o llevarlas al cementerio, pero una democracia no puede permitir que el espacio público lo ocupen símbolos franquistas y debe dejar las plazas limpias y quitar ese elemento que pertenece al espíritu de la ‘”victoria”, según el historiador.

“Cuando se rasgan las vestiduras por la retirada de un símbolo «religioso», olvidan cómo esa religión unió sus símbolos al franquismo”, aclara José María García Márquez. “Ahora se dice que son cruces por «todos los caídos», pero es mentira, una ignominiosa mentira. La Iglesia se prestó al olvido de los otros caídos, los que no estaban en las lápidas que colgaban de las paredes de parroquias, basílicas y catedrales”, precisa.

La ‘Cruz de los Caídos’ y la esvástica

“Por analogía, a nadie se le ocurriría defender la cruz gamada en Alemania alegando que era un signo precristiano y que ejemplos de ella se encuentran en lugares tan dispares como Persia o India. En Alemania es un signo nazi”, sintetiza Viñas. “Sí, nadie en Alemania entendería que una esvástica no es un símbolo nazi, más allá de lo que pueda suponer en otras culturas”, coincide Espinosa Maestre.

Se trata de “símbolos manchados de sangre hasta la putrefacción”, afirma García Márquez. “Esa Cruz contrajo un matrimonio incestuoso con la Espada de la sublevación y es, quieran o no, un símbolo más” del fascismo español, continúa. “Los piquetes que fusilaban también iban con frecuencia con el pecho lleno de cruces”, apunta.

“Unas veces pusieron placas con nombres de los ‘caídos’, que habían muerto en el frente o en la División Azul normalmente, no eran muertos en el pueblo en cuestión, y aparte hicieron las ‘cruces’ que ponían “Presentes, Caídos por Dios y por España”, que existen todavía en muchos pueblos y están íntimamente ligadas al golpe de Estado y la dictadura”, expone Espinosa Maestre.

“Cuando Franco aparecía en las monedas como ‘caudillo de España por la gracia de Dios’, no hubo un cardenal ni un obispo que se escandalizara de tanta poca vergüenza”, tercia García Márquez. “Y no es una cruz que ha salido ahí por generación espontánea, tiene un significado político”, dice Espinosa.

“El origen es un símbolo fascista, por mucho que le quiten placas, que se adornen, que se blanqueen o lo que sea, sigue siendo la ‘Cruz de los Caídos’ y no tiene otra lectura: está identificada con el golpe de Estado”, explica Cecilio Gordillo, coordinador de Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía (RMHSA-CGT.A).

El grupo de trabajo ha iniciado una campaña para confeccionar un catálogo sobre la pervivencia en espacios públicos de estos “elementos discriminatorios y revanchistas que proclamaban y remachaban la victoria de quienes se sublevaron mediante las armas el verano de 1936 contra el régimen constitucional de ese momento”.

La “descontextualización” de las cruces al eliminar “algunos de sus elementos más hirientes” tampoco valida su continuidad en las calles, apunta RMHSA. Y “el primer interesado en quitar esas cruces debería ser la propia Iglesia para separarse del franquismo”, asevera Gordillo.

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