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Hassan Aourid (escritor y politólogo): «La religión debe salir de las escuelas en los países árabes»

Hassan Aourid (Errachidia, 1962) licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas, exdiplomático en Marruecos, profesor de la Escuela de Ciencias Jurídicas de Rabat y escritor, presentó ayer en la biblioteca viva de Al Andalus su libro Metamorfosis de un asno, una obra de filosofía política que pretende marcar las diferencias históricas entre el mundo árabe y el Norte de África.

-¿Qué ideas quiere lanzar al mundo árabe y a Occidente con este libro?

-Escribí este libro a raíz del fracaso de la Primavera Árabe, después de que entrara el Ejército, lo que supuso que algo muriera dando a entender que no había posibilidad de crear una unidad en el mundo árabe. Fue en ese momento cuando decidí que quería escribirlo, se trata de un libro filosófico y político inspirado en Metaformosis o El asno de oro de Apuleyo, el primer relato de la historia, la única novela latina que ha sobrevivido. Está centrado en una visión política y filosófica que pretende poner el acento en que el Norte de África no tiene nada que ver con los países árabes, tiene su propia identidad y siempre ha estado mucho más cerca del sur de Europa que de otros países. Esa es la idea. Ese es el motivo por el cual mi novela transcurre en el Norte de África durante el Imperio Romano (no hay que olvidar que parte de Marruecos o Egipto fueron provincias romanas), el personaje estudia latín, se muda a Roma, con quien existían unas relaciones muy estrechas en ese momento. Mi intención es recordar que la geografía tiene mucho que decir y que tendemos a olvidar el impacto que tiene la cercanía geográfica. El Norte de África está muy cerca de Europa y eso nos debería llevar a tender puentes, hay obstáculos históricos y físicos que lo complican, pero creo que los intelectuales deberíamos salvar esos obstáculos para crear alianzas. La emigración es un ejemplo, un problema global que debería obligarnos a trabajar todos juntos para dar una respuesta global.

-¿En qué ha quedado el impacto de la primavera árabe?

-Creo que el efecto inicial se ha diluido, pero también que muchas cosas han cambiado y otras muchas tienen que cambiar, no sé cómo, pero algo está muriendo en los países árabes y lo que nace nuevo no es igual.

-¿Cree que eso está pasando, los intelectuales están ayudando a ese entendimiento?

-En parte sí, pero lo que se está haciendo no es suficiente, y lo que intento exponer aquí es que no hay más alternativas que el entendimiento para el Norte de África. Por eso es tan importante que los intelectuales jueguen ese rol de tender puentes.

-Usted aboga por repensar el papel de la religión en los países árabes. ¿De qué forma?

-Sí, creo que es fundamental, la religión puede ser fuente de muchos problemas. Si tú ves las cosas a través de la religión o a través de la visión sesgada que ofrece la religión puede ser un problema, porque te hace rechazar al otro. Cuando los valores proceden de la ética, ese problema no existe porque son valores universales. Creo que Occidente se ha dado cuenta de eso y tiene su propia forma de concebir la religión y ese es el motivo por el que se intenta separar la religión y la política, el Estado y la religión. Nosotros, desafortunadamente, no estamos aún en esa posición. La religión sigue dirigiendo el mundo árabe y ese es el motivo por el que creo que debemos repensar el papel de la religión. La presencia de la religión en estos países sigue siendo muy fuerte, guía la vida política y cultural de la mayoría de ellos. Otra cuestión es dónde debe estar la religión. Hay dos corrientes. Una que aboga por modernizar el Islam y otra que cree que es necesario islamizar la modernidad. Yo defiendo una tercera opción, la de modernizar a los musulmanes.

-¿Por dónde empezaría?

-Eso solo puede ocurrir a través de la educación. El problema es que la educación es un proyecto a largo plazo, no se pueden recoger frutos de forma inmediata. Tienes que plantar y esperar, pero es urgente invertir más en educación. Además, los países árabes deben implantar una educación secular, la religión debe salir de las escuelas, debe tratarse como una cuestión personal, pero aún hay muchos tabúes. Cuando se habla de educación secular se confunde con el ateísmo, con la permisividad, cuando no tiene nada que ver. El trabajo de los intelectuales consiste en sacudir todos esos tabúes.

-Las redes sociales se han colado en la ecuación de la educación, también en el mundo árabe.

-Las redes sociales han tenido un impacto muy negativo, contribuyen a difundir información en detrimento del conocimiento. Me vienen a la cabeza los versos de T.S. Eliot. «¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?» Estamos rodeados de información que en absoluto contribuye a mejorar el conocimiento. La única forma de alcanzar el conocimiento es a través de la escuela.

-Las ideas yihadistas se están propagando a través de las redes. ¿Cómo controlar eso?

-Ese es un problema serio que nos afectas a todos. No creo que sea posible tratar este tema solo desde el punto de vista de la seguridad, hay que ir a la educación. Tenemos que trabajar juntos. Hay muchos problemas globales que no se pueden ver con una mirada local. Los atentados islamistas que se han producido en los últimos años son prueba de ello.

-Marruecos prohibió en el 2014 que los imanes introdujeran ideas políticas en sus sermones. ¿Esa es otra vía?

-Sí. Los imanes deben transmitir ideas de amor en sus discursos, no ideas de odio y creo que es responsabilidad de los estados controlar el contenido. Los imanes no están para hacer política.

-El feminismo ha vivido dos años muy intensos en Occidente. ¿Qué reflejo ha tenido eso en los países árabes?

-Están pasando muchas cosas que tienen que ver con el feminismo, con la libertad individual… No sé si podemos aplicar el mismo esquema social, pero definitivamente, hay que hacer un gran esfuerzo por mejorar las condiciones de las mujeres. Hay un proceso abierto y lo que está claro es que se puede medir si una sociedad es moderna por el modo en que trata a las mujeres.

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