A pesar del silencio cómplice de los gobiernos y de los grandes medios de información, que no sólo apoyan las agresiones constantes del sionismo contra el pueblo de Palestina, sino que tergiversan los hechos ocurridos en esa lejana región de nuestro planeta, la indignación de millones de personas se hizo manifiesta en muchos lugares ante el bombardeo desproporcionado recientemente desplegado por la Fuerza de Defensa de Israel contra Gaza, acribillando indiscriminadamente tanto a niños como a adultos, sin ningún tipo de reparación.
La reacción de la Organización de las Naciones Unidas ha sido, como otras veces, poco menos que estéril y tardía, dada la indiferencia con que es recibida por las autoridades israelíes, apoyadas, como siempre, por el imperialismo yanqui y sus socios europeos, sin que ninguna resolución resulte decisiva para acabar con el martirio de los palestinos, cuya data traspasa más de cincuenta años entre desalojos forzados, detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos selectivos de dirigentes, masacres planificadas y bloqueos sistemáticos; todo lo cual ha configurado -sin lugar a dudas- un genocidio mayor al que proyectaron y ejecutaron los nazis en Alemania y Europa.
Todo esto ha sido constantemente esgrimido por los gobernantes sionistas como resultado de una estrategia antisemita de parte de quienes critican y condenan sus agresiones al pueblo palestino, lo cual ha logrado que muchísima gente crea que los agresores son los palestinos, fanatizados por su credo religioso, y no las víctimas, como sucede realmente. A esto ha contribuido el manejo de la información a escala mundial y las llamadas películas de acción que colocan a los árabes en el cuestionable papel de terroristas, capaces de activar una bomba nuclear en medio de cualquier ciudad europea o estadounidense. Esto -y más- le ha permitido al Estado de Israel hacer de las suyas sin que nadie se lo impida, convirtiéndolo en un Estado atípico y decididamente guerrerista. Como lo describiera el escritor Eduardo Galeano, “Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros. ¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza?”
Por otra parte, no hay que olvidar la limpieza étnica sionista de 1948, buscando dejar sin población palestina los ancestrales territorios que venían ocupando antes de la creación artificial del Estado de Israel. Este procedimiento discriminatorio persiste -no obstante las Regulaciones de La Haya de 1907 y la Cuarta Convención de Ginebra de 1949 sobre el tratamiento del ejército ocupante de las poblaciones ocupadas-, impidiéndoles a los palestinos, incluso, el derecho a la salud y a la alimentación, como a una identidad cultural propia, obligándolos a ser parias en su propia tierra. Para perpetuar sus “hazañas” bélicas, los sionistas se escudan tras una supuesta amenaza de los palestinos contra su existencia como Estado soberano, tratando de hacernos olvidar a todos en el mundo el cuantioso arsenal que poseen, con tanques blindados, artillería pesada, helicópteros de combate y aviones F-16 y F-18, sin incluir las armas atómicas, frente a las escuálidas armas con que pretenden defenderse los palestinos, en una guerra asimétrica en la cual hay más víctimas palestinas que israelitas. La realidad es que la verdadera amenaza para el sionismo es la paz que se logre, en pie de igualdad, con el pueblo de Palestina. De ahí que no sorprenda el por qué se mantiene inalterable su propósito original: liquidar definitivamente a Palestina.