Gallardón cree que para ser candidato a la Presidencia del Gobierno tiene que ganarse las simpatías de los sectores más duros de la derecha y de la iglesia
Nuestro lobo con piel de cordero nacional ha llegado a la conclusión que para ser el heredero de Rajoy debe acercarse a la derecha más rancia del país y en ello está. Cada día se parece más a su suegro, el falangista Utrera Molina o a su mentor, Manuel Fraga.
El objetivo del exalcalde de Madrid, conocido por el espectacular agujero financiero que ha dejado en la ciudad (MÁS DE SEIS MIL MILLONES DE EUROS) es vivir en la Moncloa. Ya lo decía su eterna enemiga dentro del PP, Esperanza Aguirre, pero nadie dentro del partido creía que eso era posible ya que se le consideraba a nivel de calle y de medios de comunicación un político abierto y tolerante.
Desde esta columna llevo tiempo diciendo que era y es un lobo con piel de cordero y poco a poco vamos viviendo su cambio radical.
Al principio de su carrera como alcalde vio que le iba bien eso de ser un tipo de centro y lo explotó. Decía ser amigo de Sabina, contrataba a Ana Belén como imagen de la ciudad de Madrid, nombró concejal de cultura a una hija de Nuria Espert, alababa al político socialista Joaquín Leguina o se codeaba en los conciertos con Alfonso Guerra, pero todo eso poco casaba con sus antecedentes familiares. Su padre fue la voz cantante del grupo popular contra la primera ley del aborto que se promulgó en España.
Está casado con María del Mar Utrera, hija del malagueño Utrera Molina, Ministro de Franco e insigne falangista, el que afirmaba y lo sigue haciendo que “Franco nunca fue un totalitario, yo soy testigo”. Y en esta vida todo se pega.
Gallardón tras muchas intrigas y codazos (que se lo digan a Esperanza) consiguió ir en la lista al Congreso de Diputados y posteriormente ser Ministro de Justicia.
Una vez alcanzada esta meta, comenzó a diseñar su camino: el que le gustaría que le llevase al Palacio de la Moncloa.
Pero el actual Ministro de Justicia sabe que el sector duro del PP y de sus votantes jamás apostaría por un Presidente pseudoliberal –tolerante. Jamás. Por eso ha comenzado su travestismo político. ¿Cómo? Con la ley de aborto.
En el mes de marzo nos decía que la actual ley de plazos creaba “violencia estructural” que presionaba a las mujeres para que aborten. Aquí la única violencia estructural que hay es la de no encontrar trabajo, ir a urgencias y que no te atiendan, que los escolares estén sin calefacción en las aulas, que los enfermos dependientes ya no reciban ayudas o que se le quite los 400 euros a aquellos parados que han terminado su prestación mientras que la santa madre Iglesia sigue disfrutando de sus privilegios… eso sí es violencia estructural, Don Alberto.
Sabe que su postura radical de enfocar este tema (que incluso supera a la de José M Aznar) le va a proporcionar nuevos votantes, aquellos que se entusiasmaban con su padre, con Fraga y con su suegro.
Y en esas está. Baja en popularidad en las encuestas hechas en la calle pero las sube dentro del Partido Popular para convertirse en lo único que desea: Ser el recambio de Rajoy. Sabe que el Presidente está desgastado y cansado.
Pues bien Gallardón cree que para ser candidato a la Presidencia del Gobierno tiene que ganarse las simpatías de los sectores más duros de la derecha y de la iglesia y para ello decide cambiar la ley del aborto quitando la posibilidad de hacerlo si hay malformación del feto. Y por si eso fuese poco, la semana pasada renovaba a la familia Queipo de Llano (la del asesino en serie de la Guerra Civil y de la post guerra) el marquesado perdido. Y lo hacía el día del 76 aniversario del golpe militar)
Y ya como remate proponía horas después eliminar la esterilización forzosa de las personas con discapacidad. Al mismo tiempo, medios de comunicación al servicio del Partido Popular, como los nuevos informativos de TVE, se ocupaban de difundir reportajes ensalzando lo maravilloso que es dedicarse a un hijo con espina bífida abierta o una hidrocefalia congénita.
El señor Gallardón no se ha enterado todavía del sufrimiento que conlleva para una mujer el hecho de abortar. Duelen las entrañas, lo más intimo de cada una de ellas ya sea porque su feto tiene una malformación, porque ha sido violada o porque no tiene medios para sacarlo adelante. Sienten impotencia, miedo y angustia. Pero eso a Gallardón y a sus amigos, poco les importa.
Y por favor, que no nos digan ya más los miembros del Partido Popular y de la Iglesia que ellos darán cobertura a las madres solteras. ¿De qué están hablando?
Hace unas semanas veíamos un desahucio de madres solteras e inmigrantes con sus hijos. Cuando vi la foto en el periódico de Xiomara o Marisol me acordé de aquellas manifestaciones de la iglesia junto al PP diciendo que había que proteger a las madres solteras frente al aborto. ¿Así las protegen? ¿Echándolas a la calle?. Los bancos les niegan el alquiler social al ver pocas posibilidades de cobrar a pesar de que alguna de ellas ha sido avalada por diez profesoras que han aportado sus nóminas como respaldo.
Vergüenza debería sentir el señor Gallardón que puestos a rizar el rizo declaró hace unos días: “la libertad de la maternidad es la que hace a las mujeres auténticamente mujeres”. ¿Qué ocurre qué sólo se es mujer si se tienen hijos?, ¿Qué concepto tiene ese señor de lo que es realmente ser mujer?, ¿de qué libertad habla cuando sabes que tu hijo va a nacer para sufrir?
¿Por qué esa pasión de la derecha y de la iglesia por meterse en nuestras vidas, en nuestros sentimientos, en nuestros cuerpos, en nuestras camas?