Son bien conocidas las numerosas declaraciones de Bergoglio promoviendo una “iglesia de los pobres y para los pobres”, así como algunas de sus críticas al capitalismo. Este lenguaje le ha granjeado mucha admiración entre sectores muy variados.
Pero una vez más es necesario dejar a un lado las palabras y acudir a los hechos. Como explica el vaticanista Sandro Magister, «los hombres más ricos del mundo y los más poderosos de la finanza se agolpan para que los reciba. Y no sólo él los acoge con los brazos abiertos, sino que los cubre de elogios. La última persona que se ha beneficiado del aprecio del Papa ha sido Christine Lagarde, recibida en el Vaticano el pasado 18 de enero». La directora del siniestro Fondo Monetario Internacional fue elogiada por Francisco como «una mujer inteligente que sostiene que el dinero debe estar al servicio de la humanidad y no al contrario».
Este mismo papa ha contratado «a las fábricas de sistemas organizativos y financieros más famosas y caras del mundo, desde McKinsey a Ernst & Young, pasando por Promontory y KPMG». Han hecho donaciones personales a Bergoglio, entre otros, Tim Cook (administrador delegado deApple), Eric Schmidt (número uno de Google), Kevin Systrom (fundador y administrador delegado deInstagram) y «el mexicano Carlos Slim, magnate de las telecomunicaciones y que ha cubierto por entero los gastos de las transmisiones y los centros de prensa del viaje de Francisco a México».
Además, el 8 de diciembre, como apertura del “Jubileo de la Misericordia”, se proyectó unmegalómano espectáculo de luz y sonido en la fachada y en la cúpula de la basílica de San Pedro, «muy costoso, pero ofrecido en su totalidad al Papa por el Banco Mundial, la fundación Okeanos y la Vulcan Inc. del cofundador de Microsoft, Paul Allen».
Pero todos seguirán diciendo que es “el revolucionario papa de los pobres”