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“Hay que restablecer la autoridad en el sistema escolar. El enemigo del servicio público es el igualitarismo. Es preciso que el pedagogismo pase a formar parte del pasado.”
Ministro J.M Blanquer de Educación. Le Figaro, 2017.
“La escuela no ha esperado al neoliberalismo para convertirse en un lugar donde los individuos son constantemente evaluados, clasificados y jerarquizados unos en relación con otros, y luego separados unos de otros sobre la base de estas evaluaciones. Por tanto, no solo reconocemos hasta qué punto la escuela se presta a la aplicación de la lógica neoliberal, sino que también llegamos a preguntarnos si el modo de gobierno neoliberal no le debe mucho a la lógica escolar.”
Normand Charlotte, Peut-on défendre l’école sans la critiquer?, 2011.
Después del largo mandato del ministro Jean-Michel Blanquer, Francia ha vivido una rápida sucesión de ministros de educación, 6 ministros en solo dos años. Pero durante este tiempo, lo que ha caracterizado las políticas educativas no ha sido precisamente la ruptura con sus recetas, sino la más pura y dura continuidad. En todo caso, hemos encontrado un salto cualitativo, al final del ciclo de las luchas por las pensiones, en la profundización de las políticas neoliberales, autoritarias, racistas y clasistas que caracterizan desde hace años los sucesivos gobiernos y que afectan no solo la educación, sino todos los ámbitos de la sociedad francesa[i].
De hecho, en 2023 todo el hexágono estuvo marcado por protestas y huelgas masivas contra estas políticas. La lucha contra la reforma de pensiones impulsada por el gobierno de Emmanuel Macron duró seis meses. La intersindical nacional convocó a 14 jornadas nacionales de huelgas y manifestaciones entre enero y junio del 2023. Las manifestaciones congregaron a millones de personas en grandes ciudades y pequeñas localidades, con cifras récord y un repertorio de acciones y nivel de movilización que no se veía desde las grandes huelgas del transporte de 1995 o Mayo del 68.
A medida que el movimiento crecía, el gobierno incrementaba la represión policial y política, culminando con la aplicación del artículo 49.3 que permitía ignorar la soberanía del Parlamento, el cual estaba mayoritariamente en contra de la reforma. A partir de aquel momento, el movimiento se politiza y se amplía. La crisis de régimen del sistema ultra presidencial de la V República (impuesta por De Gaulle después del golpe de Estado de extrema derecha en 1958) aparece ahora como una realidad palpable para millones de personas movilizadas.
Así, ante el desprecio de clase mostrado por la élite gobernante[ii] ( liderada por tecnócratas que hacen méritos en el gobierno para continuar posteriormente sus carreras dentro de empresas y consejos de administración) el movimiento amplió sus reivindicaciones reclamando más democracia, mejoras salariales, más prestaciones para los parados, contra las políticas represivas y de excepción hacia los inmigrantes, hacia los barrios populares o el movimiento ecologista y contra los recortes de los servicios públicos, con una atención especial a la sanidad y la educación.
Unos de los grandes protagonistas de estas movilizaciones fueron los jóvenes, y más concretamente, los estudiantes y sus sindicatos (también los sindicatos docentes, de primaria a universidad). Estos, devinieron uno de los puntales de las grandes manifestaciones (como también devinieron durante estos meses epicentros de las protestas en contra del genocidio en Palestina los liceos y las universidades francesas). El cóctel de recortes más autoritarismo por parte del gobierno es una receta que ya conocen bien en la educación nacional desde la época del ministro Jean-Michel Blanquer. Y fue uno de los objetivos del gobierno que marcó el reflujo y posterior derrota del movimiento por las pensiones.
Este reflujo, decíamos que en la escuela se tradujo en toda una serie de medidas para restablecer el orden republicano con los chivos expiatorios habituales: banlieues, musulmanes y pobres en general. La estigmatización de los cuales, permitió cambiar (como por arte de magia) la agenda mediática y el clima social de reivindicación de más derechos y democracia que habían marcado los últimos meses de movilizaciones…
Así, en septiembre de 2023, Gabriel Attal, entonces ministro de Educación, anunció la prohibición del uso del abaya[iii] (prenda de ropa larga utilizada por algunas mujeres musulmanas) y el qamis (pieza similar por hombres) en las escuelas francesas, argumentando que estas piezas son manifestaciones religiosas que vulneran el laicismo de las instituciones públicas.
Este tipo de medidas siempre han representado un win-win tanto para gobiernos de derechas como de la izquierda institucional en Francia[iv]. En cuestión de días se dejaba de hablar de la crisis social que atravesaba Francia, el aumento obsceno de las desigualdades, la privatización del sistema escolar o la carencia de recursos y reemplazos de docentes en la educación pública.
Por el contrario, el conjunto de medios, expertos e instituciones laicas se constituían espontáneamente en Consejo de guardianes de la República y se sumergían en prime time en un inacabable debate teológico sobre la longitud adecuada que una prenda de ropa debía tener para ser considerada, sobre las intenciones ocultas o el posible significado religioso de las indumentarias de muchos chicos y chicas de los barrios populares. En resumen, para estos sacerdotes del laicismo el pecado (o la intención de pecar) se extendía por toda la República y tenía su foco de infección en los barrios más desfavorecidos.
De hecho, la movilización del (in)consciente colonial y el miedo a las clases peligrosas entorno una concepción burguesa y racista del laicismo, es una constante que vertebra el poder político en Francia desde los tiempos de Jules Ferry, cuando levantó la escuela nacional sobre los escombros de la Comune y su concepción popular y democrática de la república, del laicismo y la escuela, que se puede volver a encontrar en el espíritu de la ley de 1905 y Jean Jaurès, con el objetivo declarado de que esta no se volviera a repetir nunca más.
Evidentemente, sindicatos cómo SUD Éducation no tardaron en denunciar el oportunismo del ministro y criticar duramente esta medida que se suma a una larga lista de estigmatizaciones hacia los estudiantes musulmanes y que convierte la escuela en un lugar de discriminación institucional.
Pero esto no desanimó a Macron ni a nuestro ministro de educación en su carrera para ganar por la derecha a Le Pen. Al contrario, el mes de octubre de aquel mismo año se sacaron de la manga el otro comodín (tan apreciado siempre en tiempos de crisis sociales), la autoridad: Proponer el uso de uniformes escolares y sanciones más estrictas para aquellos estudiantes que no respeten las normas, con el objetivo de fomentar una mayor disciplina y “recuperar” la autoridad del docente en el aula.
Lo más inquietante de este tipo de propuestas es que en los últimos años cada vez encuentran más buena acogida entre algunos sectores del profesorado. Muchos compañeros se muestran receptivos a este tipo de recetas. Hasta el punto que la extrema derecha de Rassemblement National (RN), que históricamente apenas conseguía votos entre los docentes de la educación pública (feudo histórico de la izquierda), últimamente ha consolidado una bolsa de votos muy importante entre los trabajadores públicos de base[v].
Cómo señala el SNES-FSU, sindicato mayoritario de profesores de secundaria de la educación pública, el problema entre muchos docentes de zonas desfavorecidas, es que quedan abandonados a su suerte. Sin apoyos, ayudas, acompañamientos, reemplazos ni recursos. Fruto de las continuas políticas de desmantelamiento de los servicios públicos y de la transformación jerárquica y gerencial de todos los aspectos de la gestión escolar, hay zonas y barrios de los cuales la República solo se acuerda para enviar los cuerpos de policía cuando hay protestas, mientras, un montón de escuelas hace años que caen literalmente a trozos.
Es por todo ello, que ante las tentaciones autoritarias de la escuela cuartel, el profesor francófono e investigador Nico Hirtt se dirige en un artículo reciente a sus compañeros de profesión para buscar, entre todos y todas, una educación emancipadora del y para el pueblo:
“Un problema urgente en la educación, en las llamadas zonas desfavorecidas, es el de la violencia. Problema complejo porque la violencia es a la vez producto de una sociedad donde está omnipresente la brutalidad más agresiva y la expresión del rechazo de esta sociedad, del rechazo a la relegación educativa y social, del rechazo al no futuro en el sistema capitalista. Con esta juventud es de vital importancia encontrar salidas, darles un sentimiento de orgullo y, por lo tanto, una alta conciencia de clase. También hay que presentarles objetivos de lucha, para sustituir la violencia individual y gratuita por el combate colectivo y organizado[vi].”
Pero la medida estrella de esta larga secuencia de involución, neoliberal y autoritaria a partes iguales, en la educación pública francesa, viene con el mal llamado “choque de los saberes[vii]” después de los resultados del informe PISA de aquel mismo año que, como bien señala el sindicalista francés Francis Vergne, ha devenido la biblia para justificar todas las reformas educativas, mientras sus diseñadores confiesan no saber muy bien que están midiendo (ni el nivel escolar, ni el potencial, ni las competencias, sino un bricolaje mezcla de todo esto…).
Decíamos que después del informe de estos grandes defensores de la escuela pública y la educación emancipadora que es la OCDE, el ministro Gabriel Attal impulsó una batería de medidas acompañada del habitual discurso que traslada la guerra económica y de civilizaciones en el interior de la escuela y las banlieus. Una guerra contra los bárbaros y la lasitud moral y profesional, contra la carencia de disciplina y de exigencia, principales causas de la bajada de nivel del sistema escolar. Era preciso, pues, abundar en la separación de alumnos por nivel, métodos inspirados en el modelo ultracompetitivo de Singapur, programas centralizados y control burocrático de los mismos…Ninguna medida de incremento presupuestario. Al contrario, retorno a las políticas más austeritarias y orden, meritocracia y más orden como alternativa a los mismos recortes que ellos impulsan.
Tanto SUD-Éducation como SNES-FSU denunciaron y se movilizaron contra estas políticas que conducen en una escuela todavía más dual, en la cual los estudiantes de familias más favorecidas reciben una educación de mayor calidad, mientras que los estudiantes más vulnerables se quedan rezagados, reforzando las brechas educativas.
En efecto, en Francia el discurso modernizador neoliberal competencial y el de la reacción nostálgica de la escuela Republicana (los llamados “Reac-publicanos[viii]” y su agenda asimilacioncita y punitiva), hace tiempo que van de la mano. En frente, tienen sindicatos y estudiantes, movilizaciones de familias en los barrios populares, movimientos de sindicalistas y docentes organizados en la tradición de la educación popular Freinet o de la pedagogía institucional, que desobedecieron la aplicación de la separación por niveles y han parado con sus movilizaciones parte de las medidas del “choque de los saberes” en la entrada de este curso 2024.
Si en Catalunya y en el Estado español las amalgamas contra natura entre el discurso antineoliberal y el discurso reaccionario antipedagogista tienen todavía bastante recorrido y audiencia tanto a nivel social como entre una parte del profesorado y algún sindicato (especialmente en el ámbito de secundaría), es porque aquí las políticas educativas todavía se vehiculan a través de aquel marco de legitimación que la pensadora Nancy Fraser denominaba “neoliberalismo progresista”.
Tal como lamentan el sociólogo P.Laval y el sindicalista francés F. Vergne[ix] en un libro reciente (señalando aquí la otra cara de la moneda de estas alianzas contra natura), hemos pagado muy caras ciertas alianzas de la renovación pedagógica con la escuela neoliberal. Alianzas que han permitido que determinados motivos y conquistas de las pedagogías críticas hayan sido vaciadas de contenido emancipador y reprogramadas bajo la lógica del capital humano y el espíritu emprendedor…
Pero ha llovido mucho desde los tiempos de Jaques Delors y el neoliberalismo con rostro humano, y si aquí todavía opera con fuerza en algunos ámbitos sindicales o de la izquierda social y política esta doble confusión que pone, por un lado, la reivindicación del retorno de la autoridad y la meritocracia en el terreno del discurso antineoliberal (sic!), mientras, por el otro lado, se denuncian como consustanciales a la agenda neoliberal las formas colaborativas y colectivas de construcción del conocimiento, la toma de la palabra de los aprendices y la voluntad de conectar los saberes formales con las experiencias, la existencia, la sensibilidad y los saberes de los aprendices…, hay que decir, que a nivel global, las mutaciones autoritarias del neoliberalismo hace tiempo que han borrado del mapa esta doble confusión y las ilusiones que “el nuevo espíritu del capitalismo[x]” podía haber generado en décadas pasadas.
Está doble confusión y la crítica al “nuevo espíritu del capitalismo” de Luc Boltanski y Ève Chiapello que tanto en Francia como en el Estado español suele estar ataviada con un discurso republicano contra los delirios del 68 que habrían facilitado la modernización capitalista neoliberal, etc., harían bien en actualizar, complejizar y afinar su crítica (que muchas veces tiene el aire moralista nostálgico del “viejo capitalismo” de Daniel Bell) si realmente quieren salvar (desde la izquierda) el legado de un republicanismo popular para el siglo XXI.
Tal como explica Jacques Ráncière la tesis según la cual las consignas de las revueltas de los años 60 y del movimiento estudiantil de Mayo del 68 habrían proporcionado al capitalismo los medios para regenerarse, es muy poco sólida. Vale la pena citar extensamente su reflexión:
“Hay una gran diferencia entre los discursos para seminarios de manegers que le ofrecen su contenido (a esta tesis) y la realidad de las formas de dominación contemporáneas del capitalismo, donde la flexibilidad del trabajo significa mucho más la adaptación forzada a formas de productividad acrecentadas so pena de despidos, cierres y re-localizaciones, que la apelación a la creatividad generalizada de los hijos de Mayo del 68. A fin de cuentas, el interés por la creatividad en el trabajo estaba muy lejos de las consignas del movimiento de 1968, que la emprendió, al contrario contra el tema de la participación y contra la invitación hecha a la juventud instruida y generosa para participar en un capitalismo modernizado y humanizado, que se hallaba en el corazón de la ideología neocapitalista y del reformismo estatal de los 60.
La oposición de la crítica artística a la social no se apoya en ningún análisis de las formas históricas de oposición. Se contenta, según la lección de Bourdieu, con atribuir a los obreros la lucha por los lazos comunitarios y contra la miseria, y el deseo individualista de creatividad autónoma a los hijos pasajeramente rebeldes de la gran pequeña burguesía. Pero la lucha colectiva por la emancipación obrera nunca se ha separado de una nueva experiencia de vida y capacidad individuales, ganadas contra los antiguos lazos comunitarios.[xi]”
En resumen, si levantamos el foco a un nivel más global, en realidad, la contradicción entre el neoliberalismo progresista y el antipedagogismo reaccionario que estructura mediáticamente la mayor parte del debate educativo en el Estado español, se parece cada vez más a un debate entre dos corrientes religiosas que veneran un mismo Dios, el de la escuela como máquina de reproducción social. Los primeros serían la escisión protestante que reclaman una relación más directa e interiorizada con él, sin la necesidad de mediaciones externas y sus liturgias; los segundos, echan de menos su papel pastoral (que decía Foucault) y la autoridad y el incienso sacerdotal que les confería…
Pero como señala el profesor Grégory Chambat, no es el abandono de la exigencia, la cultura del esfuerzo o la disciplina (y sus pulsiones reaccionarias de llamadas al orden), y no es el igualitarismo, el relativismo o la excesiva democracia aquello que conduce a la mediocridad de la escuela pública. Son las transformaciones gerenciales, la proletarización docente[xii], las nuevas y las viejas formas de clasismo de un sistema meritocrático y elitista donde el acceso a una cultura de alto nivel deviene siempre (por un cauce o por el otro) “el botín atado al carro de los vencedores[xiii]”.
10/10/2024
Marc Casanovas
[La versión original en catalán de este texto se publicará en la revista Docència del sindicato de educación USTEC-IAC]
[i][i] Tal como explica en un artículo reciente de Viento Sur la profesora Natalia Andujar, Francia está sufriendo desde hace tiempo una contrarrevolución educativa donde la ideología neoliberal y la extrema derecha se refuerzan mutuamente incrementando la segregación y la desigualdad social, afectando especialmente los alumnos racializados y de clases trabajadoras. Y donde el mito de la meritocracia perpetúa privilegios raciales y de clase a partes iguales. https://vientosur.info/la-contrarrevolucion-educativa-en-francia/
[ii] Para hacerse una pequeña idea del clima de desprecio y de guerra contra los sectores populares que emanan de las políticas de los últimos gobiernos, solo hay que escuchar las declaraciones de la actual ministra de educación Anne Gentenet quién en su anterior empresa de personal doméstico daba los siguientes consejos a sus clientes: “No contrates una criada que ya haya trabajado para occidentales, te arriesgas a que sea demasiado exigente”. O en la misma línea, el cinismo de Amélie Oudéa-Castéra, ministra precedente responsable del servicio público de educación, declarando que lleva sus hijos a una escuela privada elitista y ultra católica a causa «de los montones de horas sin remplazo de profesores que hay en la pública”. Definitivamente, la gente trabajadora no vivimos en el mismo planeta que esta gente.
[iii] Sur une nouvelle offensive islamophobe : l”’affaire de l’abaya “ https://www.contretemps.eu/abaya-ecole-attal-macron-islamophobie-racisme/
[iv] Abdellali Hajjat, Marwan Mohammed. Islamophobie, Comment les élites françaises fabriquent le «problème musulman». Ed. La Decouverte, 2022.
[v] claude lelièvre, Un vote enseignant en faveur du RN désormais bien installé ? https://blogs.mediapart.fr/claude-lelievre/blog/240524/un-vote-enseignant-en-faveur-du-rn-desormais-bien-installe?at_medium=custom3&at_campaign=67
[vi] Nico Hirtt, Las condiciones educativas de una ciudadanía crítica, Viento Sur Núm. 194, 2024.
[vii] https://www.education.gouv.fr/choc-des-savoirs-une-mobilisation-generale-pour-elever-le-niveau-de-notre-ecole-380226
[viii] Grégory Chambat, L’école des réac-publicains: La pédagogie noire du FN et des néoconservateurs, Ed. Libertalia, 2016.
[ix] Christian Laval et Francis Vergne, Éducation démocratique. La révolution scolaire à venir, Ed. La Découverte, 2021.
[x] Luc Boltanski, Eve Chiapello, El nuevo espíritu del capitalismo, Ed. Akal, 2002
[xi] Jaques Rancière, El espectador emancipado, Ed. Ellago, 2010, P.39
[xii] Jacqueline Triguel, Caporaliser, exploiter, maltraiter Comprendre le management des écoles pour mieux lui résister, Ed. Questions de clase(es), 2024.
[xiii] Walter Benjamin, Tesis sobre el concepto de historia, Ed. Alianza, 2021.