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Euskadi y el PNV, una isla frente al laicismo de la nueva política

Los alcaldes de los partidos emergentes pasan de la religión. Mientras, los jeltzales acuden a las celebraciones patronales de los tres territorios y no eluden su presencia en actos religiosos

Ada Colau (Barcelona en Común), alcaldesa de Barcelona, ha suprimido la misa de la Mercé de la agenda institucional. Joan Ribó (Compromís), alcalde de Valencia, ha ordenado trasladar los cuadros de temática religiosa, al margen de su valor artístico. Martiño Noriega (Compostela Aperta), alcalde de Santiago, se ha ausentado de la Ofrenda al Apóstol. Xulio Ferreiro (Marea Atlántica) y Jorge Suárez (Ferrol en Común), alcaldes de A Coruña y Ferrol, rompieron la tradición de asistir a la ofrenda del Antiguo Reino de Galicia al Santísimo Señor Sacramentado como se hacía desde 1669. El equipo municipal de Oviedo (PSOE-IU-Somos) ha congelado la subvención al Cabildo y se replantea la Semana Santa.

Los regidores de los partidos emergentes han inaugurado sus mandatos con decisiones muy ideológicas, aunque hayan sido camufladas en el celofán del laicismo, en algunos casos parece que excluyente. Estas posiciones contrastan con la conducta de los cargos municipales, forales y de Gobierno del PNV, mayoritario en Euskadi, que mantienen su presencia, sin complejos, en los escenarios religiosos que tienen que ver con los patronos y la tradición sociocultural. Incluso con la de Manuela Carmerna (Ahora Madrid), alcaldesa de la capital española, a quien no se le han caido los anillos por participar en el Vaticano en el congreso del ‘Cambio climático y nuevas formas de esclavitud moderna’, organizado por la ONU y la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, donde invitó a reflexionar sobre las causas de la prostitución.

Hace ocho años un libro que se puso de moda entre los políticos fue ‘No pienses en un elefante’, del lingüista norteamericano George Lakoff, que ofrecía las pautas para construir un modelo y un mensaje políticos que resultaran atractivos a los votantes. Se trataba de superar los problemas de comunicación y vender bien el producto en unos tiempos en los que una parte importante de la ciudadanía se fija mucho en los símbolos, en los guiños, en el lenguaje de los líderes y en las etiquetas. Ahora, el psicólogo Lakoff ha vuelto a poner de moda otro título ‘The Political Mind’, que se subtitula ‘Por qué usted no puede comprender la política americana del siglo XXI con un cerebro del siglo XIX’. A su vez, Drew Westen, otro psicólogo de la Universidad de Emory, ha publicado ‘The Political Brain’, con el subtítulo ‘El papel de las emociones en el destino de una nación’. Ambos libros, sobre los que reflexionaba el filósofo José Antonio Marina recientemente, sostienen que la mayor parte de las decisiones políticas se toman por motivos no conscientes, emocionales; el segundo recoge una investigación sobre cómo funciona el cerebro de los miembros de un partido. Marina alude a los últimos episodios de Grecia, un país al que «la política pulsional le ha jugado una mala pasada». Resulta evidente que hay una utilización política de las pasiones humanas.

«El cerebro político es un cerebro emocional», sostiene Westen. En efecto, no todos los votantes se mueven por afinidades ideológicas y en muchos casos, más que la razón, quien actúa es el cerebro emocional. Ha habido mucho de pasión y de emociones en la última campaña electoral y todo indica que van a permanecer por mucho tiempo. Y hay mucho de pasión y de emociones en decisiones que se están tomando en las nuevas corporaciones, a las que no les gustan, por ejemplo, los toros o los símbolos monárquicos, y que pasan de la religión.

La sociedad española es muy plural y cada vez, más plurireligiosa. Por eso llama la atención decisiones como la de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, que ha suprimido la misa de la Merce, patrona de la ciudad, de la agenda institucional, y ha anunciado que ella no asistirá por «convicción laica» y porque «las instituciones democráticas representan a todos los ciudadanos y su pluralidad». En Pamplona, el alcalde de EH Bildu, Joseba Asiron, no asistió a la misa en honor de San Fermín, pero sí participó en la tradicional procesión. Y la nueva consejera de Interior, María José Beaumont, elegida a propuesta de EH Bildu, prometió su cargo con un crucifijo como testigo.

El escritor Víctor Moreno criticaba la actuación de Asiron para sostener que ningún cargo institucional debería participar en actos religiosos y que este tipo de tradiciones deberían ser eliminados de los programas oficiales. Oriol Domingo, autor del interesante y agudo blog ‘In saecula saeculorum’, califica la iniciativa de Colau, a la que ve presa de sus prejuicios, de «laicismo reaccionario». Y lo argumenta de manera diáfana. Ada Colau «ignora que hay un cristianismo partidario de proponer y no imponer, de la libertad y no del dogmatismo religioso o político, del compromiso y no quedarse encerrado en la sacristía, de la aconfesionalidad y no de una religión o ideología oficiales. Ignora que hay un cristianismo que no es tergiversado por el nacional catolicismo ni por el anticlericalismo sectario».

El laicismo de Colau es reaccionario, insiste Domingo, «porque también ignora que hay un laicismo diferente del suyo. Un laicismo moderno, razonable, creador de convivencia, sin resentimiento ni demagogia. Un laicismo que propicia que los representantes de las administraciones democráticas participen en las ceremonias principales de las diversas confesiones. Ceremonias católicas, protestantes, judías, ortodoxas, islámicas, agnósticas, masónicas, ateas, etcétera». La Generalitat fue pionera en crear una Dirección General de Asuntos Religiosos para gestionar la diversidad de credos y Artur Mas no falta nunca a la cita con Sant Jordi, en una misa presidida por el cardenal Martínez Sistach.

Oriol Domingo cree que Colau se mantiene en la confusión. «Cuando se habla de la fiesta mayor de la Mercè, ¿de qué Mercè está hablando? ¿De un concepto? ¿De la vecina del primero segunda? ¿De su amiga porno? ¿De la Virgen de la Mercè? Esta Virgen está vinculada a la ciudad de Barcelona y a su historia solidaria y de libertad. La Orden de la Mercè o de los Mercedarios fue fundada en Barcelona en 1218 por san Pere Nolasc con el apoyo de Jaume I con el objetivo de redimir cautivos. Hoy se dedica a la asistencia a los necesitados (cautivos de otro tipo: enfermos, marginados, drogadictos, presos …). Si un día Colau fuera encerrada en prisión, Dios no lo quiera, recibiría el apoyo de los mercedarios que ella ignora y expulsa de la agenda institucional».

Euskadi es diferente

Euskadi también es una isla en esta cuestión. Iñigo Urkullu, que se ha declarado socialcristiano, acude a las celebraciones patronales de los tres territorios y no elude su presencia en los programas religiosos. Lo mismo en Arantzazu, que en Azpeitia o en La Blanca de Vitoria. También sus diputados generales, que festejan a San Ignacio, en Bilbao o en Loyola. La exalcaldesa de Elorrio y ahora presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui, asiste a la misa en honor de Valentín de Berriochoa y comulga sin complejos. El alcalde anterior, de EH Bildu, también solía asistir al oficio religioso y aguantaba una celebración muy querida por el pueblo. El alcalde de Bilbao, Juan María Aburto, no ha podido estar en la festividad de Santiago en la catedral, pero envió a un representante, y él estará el día de la Virgen de Begoña, una devoción que atrae a miles de vizcainos. Uno de sus lugartenientes, Iñigo Pombo participó en el cierre del Ramadán en el polideportivo de Miribilla.

En San Sebastián, el alcalde jeltzale, Eneko Goia, ha intentado recuperar La Salve, la procesión cívica que tenía lugar cada 14 de agosto, víspera de la festividad de la Virgen. El pasado lunes, el diputado de Cultura, Turismo Juventud y Deportes de Gipuzkoa, Denis Itxaso (PSE-EE) inauguró, junto al alcalde de Azpeitia, Eneko Etxebarria (PNV), la nueva oficina de turismo ubicada junto al santuario de Loyola. La basílica es «punto referente del turismo de Gipuzkoa», además de ser «el recurso turístico más visitado fuera de San Sebastián» y «referencia de la tierra ignaciana», espacio que comprende las comarcas de Urola Erdia, Alto Urola y Alto Deba, y de sus tres templos: Santuario de Loiola, ermita de la Antigua y santuario de Aranzazu. También es el inicio del ‘Camino Ignaciano’, ruta de peregrinación que recrea el recorrido que en 1522 realizó San Ignacio desde Loyola hasta Manresa. El socialista Denis Itxaso realizará el sábado la primera etapa, de algo más de 17 kilómetros entre el santuario y Zumarraga, acompañado en la primera parte del recorrido por el diputado general, Markel Olano, con la intención de colaborar con la promoción y difusión de este camino. Es lo que hace en Cantabria Miguel Ángel Revilla, para potenciar el Año Jubilar Lebaniego 2017.

El PNV celebró su 120 aniversario con la presentación de un decálogo que no incluye ninguna referencia religiosa, pero si éticas. Incluso cuando establece «nuestro compromiso por preservar el entorno natural que nos ha cobijado durante siglos. Es nuestra obligación salvaguardar nuestro medio ambiente» alguien puede apreciar una inspiración en la encíclica verde ‘Laudato si’ del Papa Francisco. Hace ya mucho tiempo que el PNV se secularizó y se emancipó de la religión integrista de sus padres fundadores. Pero eso no le impide mantener una conexión con las tradiciones culturales del país, muchas de ellas con un fuerte componente religioso. El laicismo no tiene por que ser excluyente y puede ser moderno. En las últimas elecciones, el PNV ha sumado 360.000 votos tanto en las forales como en las municipales, lo que le ha otorgado una hegemonía política incuestionable. Los analistas del Euskobarómetro creen que ha conseguido aglutinar un voto plural, muy centrado. Parece claro que algunos de sus postulados ideológicos no coinciden con los de muchos de sus votantes. Pero su liturgia ha conectado con una parte importante de la sociedad vasca. ¿La gente ha votado con el cerebro?. ¿Con el corazón? ¿Con la emoción? ¿Con la razón? Habrá que leer a Lakoff y a Westen.

Monseñor Iceta saluda a Ana Otadui, en presencia de Ardanza, en la fiesta de San Valentín de Berriochoa. / Ignacio Pérez
Monseñor Iceta saluda a Ana Otadui, en presencia de Ardanza, en la fiesta de San Valentín de Berriochoa. / Ignacio Pérez

La presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui, asiste a la misa en honor de Valentín de Berriochoa.

María José Beaumont jura su cargo en el Gobierno de Navarra en presencia de un crucifijo. / AFP
María José Beaumont jura su cargo en el Gobierno de Navarra en presencia de un crucifijo. / AFP

María José Beaumont consejera de Interior, propuesta por Bildu y EU, jura su cargo en el Gobierno de Navarra en presencia de un crucifijo. / AFP

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