La especulación y negocio de la Semana Santa de Sevilla capital no solo acapara el turismo, también atrapa a los más fervorosos que llegan a pagar cifras desorbitadas por una silla dentro de la carrera oficial por la que pasean las setenta cofradías a partir de hoy, Domingo de Ramos.
Manuela Ruiz es vecina del barrio de la Macarena y ve a su Virgen cada año en su silla. Para ella, se trata de uno de los momentos más especiales del año, como le ocurre a muchos de los vecinos de la ciudad, acudiendo al sorteo de los asientos más cotizados cuando se acerca la fecha. “No sabe lo que es eso alguien de fuera. Es por tradición familiar. Me gusta ver con mis hijos desde hace más de treinta años cada una de las hermandades. Haga frío, calor aquí estamos aguantando”. La zona de Campana (en pleno centro histórico) no es la más cotizada pero aún así Manuela, tendera de barrio, se rasca su bolsillo y paga al Consejo de Hermandades y Cofradías 153 euros por dos sillas de madera plegables. “Y no es lo más caro, si te quieres sentar donde está el alcalde en la zona de la Plaza de San Francisco te sube muchísimo”, aclara a Público.
Las cifras se disparan hasta los 789,55 euros por un palco de seis sillas en esta zona cercana a la catedral y al ayuntamiento. Pero, ¿cuánto le cuesta a la Iglesia ocupar este espacio público durante las fiestas? La tarifa de ocupación impuesta por el ayuntamiento, ahora del PSOE y gobernado por Juan Espadas, es irrisoria con una rebaja de casi el ochenta por ciento de su precio habitual. De las 30.000 sillas que ponen por todo el centro, el Arzobispado paga una media de dos euros por cada una de ellas. El ingreso del Arzobispado a las arcas públicas asciende a 60.000 euros. Sin embargo, los beneficios obtenidos por la venta al ciudadano superan los dos millones seiscientos mil euros, con un precio medio de venta de 88,36 euros por silla.
A todo ello habría que sumar la supuesta reventa de los abonos de los que consiguen las preciadas localidades. “Si tengo que esperar a ese segundo sorteo me puede subir al triple. Muchos se aprovechan de la devoción de la gente”, afirma Manuela. Mientras el Consejo de Hermandades, dependiente del Arzobispado, niega la existencia de este tráfico de sillas dentro en portales de internet o bajo cuerda.
La subida en 2016 de un nueve por ciento del precio de alquiler del suelo público por parte del Ayuntamiento a la Iglesia fue todo un hito en la ciudad, gracias a una moción impuesta por IU y el grupo Participa “este tipo de iniciativas cuestan mucho de entender dentro de una ciudad tan inamovible como es Sevilla y que no puede pensar que esta fiesta religiosa no represente a toda la ciudad”, apunta a PúblicoSusana Serrano, portavoz de Participa. La moción presentada el pasado año por las dos agrupaciones de izquierda obligó al consistorio a subir el precio 18 céntimos. Las sillas pasaron a costarle seis mil euros más al Arzobispado, de 1,83 euros a 2,01.
Por su parte, Susana Serrano afirma a Público que “no se puede luchar con lo imposible” en una ciudad tan mariana. Por ello este año han intentado optar por otras vías como la lucha para la adecuación de un itinerario que permita a las personas con movilidad reducida disfrutar de esta festividad “cultural”. “Si nos tiramos al tema económico de la Semana Santa, nos dejan fuera del debate político y las cosas hay que ir cambiándolas poco a poco”, sentencia Serrano.
Las cuentas: solo declaradas a la Iglesia
Juan José Morillas, portavoz del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla recalca a Público que “todo el dinero obtenido sirve para la puesta en marcha de la carrera oficial, repartiendo luego las ganancias a las Hermandades que salen durante la Semana Santa”. Sin embargo, los beneficios conseguidos por parte del Consejo, tal y como apunta Morillas “solo van declarados únicamente a la Iglesia”. “De media se le entrega a cada hermandad con un solo paso doce mil euros, por dos, quince mil euros y tres pasos dieciocho mil”. ¿Qué cubren estas cantidades? Aparte de velas, flores y preparación de la Iglesia, los fieles aportan su donativo por salir de nazareno conocido como papeleta de sitio. El precio de media de esta aportación es de 30 a 50 euros. Morillas señala que hermandades tan conocidas como la Macarena puede llegar a recaudar entre los hermanos y sus propias cuotas, “más de un millón de euros”.
Si ponemos que cada hermandad se lleva quince mil euros por la venta de sillas en Semana Santa, tal y como tipifica Morillas se quedarían con un millón de euros para sus “gastos”. Ante la falta de transparencia, Morillas recalca que “la recogida, la seguridad y el montaje y desmontaje se lleva muchísimo presupuesto de la venta de localidades”, aunque no queda reflejado de ninguna manera en el Portal de Transparencia. El análisis de todos los movimientos financieros no parece claro, aunque son llevados a la Junta que existe dentro del Consejo y que la ocupan los Hermanos mayores de importantes hermandades, pasando posteriormente al Arzobispado.
Según fuentes del Palacio Arzobispal, consultadas por Público, “este dinero de la venta que se da a las Hermandades se registra dentro del ejercicio económico como donativos o aportaciones”. El último ejercicio que se encuentra en el Portal de Transparencia corresponde al año 2015, con una aportación por parte de las Hermandades de 199.155 euros a la Iglesia. ¿Dónde queda el resto? La otra cantidad que se refleja en las cuentas es la contribución de las Hermandades al Fondo Diocesano. Esta partida permite ayudar a la “restauración de la Catedral, al pago de los sueldos de los párrocos, al estipendio de misa (propina al cura) y para diversas actividades eclesiásticas”, apunta Morillas. La cantidad asciende a 106.000 euros dentro de las cuentas. De los trescientos mil euros declarados, quedarían aún por justificar casi dos millones de euros que no queda reflejada en ninguna partida. Ni como Hermandades, ni como beneficios adquiridos por la venta de sillas en Semana Santa.
Declaran solo el veinte por ciento de las Hermandades
El abogado Cristóbal Fernández, experto en la materia, aclara a Público que para descifrar las partidas de estas hermandades y del Consejo habría que hacer un verdadero “trabajo de chinos” por la exención de impuestos. “La mayoría de estas asociaciones dedicadas al culto público son dependientes del Arzobispado”. En muchos casos los conceptos se repiten sin especificar si la procedencia de los donativos depende de los propios fieles o de las instituciones. “Prefieren llevar una contabilidad muy básica para no explicar mucho”, apunta el abogado que recalca “la connivencia que la iglesia tiene en la ciudad con el gobierno local”.
¿Hay obligación real de llevar estas cuentas a alguna institución pública para su fiscalización? El abogado Fernández destaca que a la única entidad a la que deben presentar sus cuentas, tanto el Consejo como las Hermandades es al Arzobispado de Sevilla.
La última queja del Arzobispado alerta más aún de la falta transparencia en la recaudación, ya que el delegado diocesano de Hermandades, Marcelino Manzano, declaraba recientemente que “ solo un 20 por ciento de las hermandades entregaron sus cuentas en el último ejercicio”. Una operación que ayudaría al conocimiento de fraudes reales por parte de la ciudadanía y las instituciones sobre el verdadero negocio o vocación que hay en la ciudad de Sevilla.