El 15 de marzo de 2004, el parlamento francés adoptó la ley sobre “el uso de carteles o prendas que demuestren la afiliación religiosa en las escuelas, colegios y escuelas secundarias públicas”. Esta votación se produjo tras los trabajos de la comisión Stasi en la que participó Jean Baubérot y que facilitará la adopción de una nueva concepción del laicismo. Se trata de su testimonio, recogido por La vigie de la laïcité, que reproducimos a continuación, con una introducción de Alain Gresh.
Lo que la historia recordará de la Comisión Stasi, que lleva el nombre de Bernard Stasi, ex ministro y ex diputado centrista, creada el 3 de julio de 2003 y que presentó sus conclusiones al Presidente Jacques Chirac el 11 de diciembre del mismo año, es que preconizaba la prohibición de los símbolos religiosos en las escuelas. Facilitó la aprobación de una ley en este sentido el 15 de marzo de 2004, un texto al que todo el mundo se refería como «ley del pañuelo», a pesar de su título oficial, «ley que regula, en aplicación del principio de laicidad, el uso de signos o vestidos que expresen una pertenencia religiosa en las escuelas públicas». Aunque muchos de sus miembros se mostraron inicialmente hostiles a esta medida, con el paso de los meses se unieron a ella y adoptaron el punto de vista de que Francia se enfrentaba a una «crisis religiosa», una «agresión», en palabras del Presidente Chirac.
La Comisión Stasi, ¿por encima de toda sospecha?
Francia vivió una primavera turbulenta en 2003, con huelgas de profesores y protestas contra la ley de pensiones. Sin embargo, los políticos y los medios de comunicación prefirieron centrarse en los «problemas sociales». El 12 de junio de 2003, Le Canard enchaîné resumía la situación bajo el titular: «Les mouvements sociaux font bâiller les journaux» («Los movimientos sociales hacen bostezar a los periódicos»). Los medios decomunicación, en cambio, se volcaron con el tema del velo. Es cierto que un tema como éste -continúa el periodista de Le Canard enchaîné- permite abordar ciertos temas en principio más ‘vendibles’: integrismo, terrorismo, inseguridad de todo tipo». Sin embargo, una encuesta revela que el 68% de los encuestados piensa que los medios de comunicación han hablado demasiado del uso del velo.
El Partido Socialista (PS), paralizado por sus divisiones, sin voz en materia de pensiones, aislado del movimiento de los profesores y unido al social-liberalismo, celebrara un congreso en Dijon en mayo de 2003. Su número dos, Laurent Fabius, dedicó la mayor parte de su discurso al… laicismo. Por fin, un tema «de izquierdas» susceptible de resonar entre los profesores. Los delegados, por una vez capaces de superar las divisiones entre tendencias, aplaudieron. Este estallido mediático y político fue acompañado de numerosas investigaciones sobre «lo que no se puede decir del Islam«.
Pero sería un error considerar esto como una mera distracción. La «guerra contra el terrorismo» y la lucha contra quienes pretenden cuestionar el laicismo se han convertido en los ejes de los programas de lasprincipales fuerzas políticas. El Frente Nacional (FN, ahora Agrupación Nacional) ha conseguido imponer lacuestión de la identidad a todo el mundo.
Con este telón de fondo se creó una comisión que iba a ser manipulada por su ponente, Rémy Schwartz. El alto funcionario no ocultó su preferencia por una ley contra el velo y su apoyo a la visión impuesta por el panfleto islamófobo Les Territoires perdus de la République1/ que elogió públicamente. Se empeñó en conseguir a toda costa la unanimidad contra el velo, a pesar de que la cuestión no se abordó hasta el final de la sesión. Seleccionó los testimonios para imponer la idea de que los institutos y los hospitales eran víctimas de una ofensiva concertada que «pondría a prueba las defensas de la República». Jean Baubérot, cuyo testimonio publicamos a continuación2/ será el único que se abstendrá sobre el informe. Tras solicitar repetidamente audiencias con profesores distintos de los seleccionados, se le denegaron. En ningún momento se entrevistó a los directores de escuela, para que la cuestión pudiera resolverse sobre el terreno, mediante el debate.
Otro miembro de la comisión, el sociólogo Alain Touraine, explica cómo, a pesar de su insistencia, el equipo permanente en torno a Schwartz nunca se molestó en buscar entrevistados musulmanes. Por no hablar de la negativa -levantada el último día, cuando las tornas ya estaban revueltas- a escuchar a mujeres que llevaran pañuelo. Sin embargo, el comité había escuchado al FN sin ningún reparo. Al final, la comisión estará ratificando un desafío fundamental a la ley de 1905 y la imposición de un laicismo punitivo.
No fue hasta julio de 2004 cuando Bernard Stasi lo reconoció: «La prensa y los poderes públicos parecen haberse centrado únicamente en la prohibición de los símbolos religiosos en las escuelas en el informe de la Comisión de Laicismo, cuando también había propuestas positivas. Es un error que no comprendo y que lamento»3/.¿Un error, de verdad?
Alain Gresh
Charles Mercier: De forma paralela a la misión parlamentaria Debré, que retomó una sugerencia del informe Baroin (junio de 2003), el Presidente de la República, Jacques Chirac, creó en julio de 2003 una comisión para «reflexionar sobre la aplicación del principio de laicidad en la República», presidida por el antiguo diputado centrista Bernard Stasi. Usted fue miembro de esta comisión Stasi, y vio su trabajo desde dentro. Como sociólogo, analizó la dinámica de trabajo. Como político de izquierdas, ¿dudó antes de aceptar formar parte de esta comisión, creada por un gobierno de derechas? ¿Qué le pareció su funcionamiento?
Jean Baubérot: No, no tuve ninguna duda. Como titular de la cátedra de Historia y Sociología del Laicismo en la École Pratique des Hautes Études, sentía que, al estar pagado con fondos públicos, debía aceptar las diversas peticiones de los políticos. En el período comprendido entre el 11 de septiembre de 2001 y los debates sobre la ley de 2004, hubo muchas peticiones de este tipo, desde la extrema izquierda hasta la derecha gobernante. Por otra parte, todos habíamos votado a Jacques Chirac, para evitar a Jean-Marie LePen, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002, y eso creó un cierto clima de eje republicano. Además, en este contexto yo era ya un visitante nocturno del Elíseo para preparar el centenario de la ley de 1905. Régis Debray y yo habíamos presentado algunos planes grandiosos al presidente de laRepública, pero se quedaron en nada cuando se aprobó la ley del 15 de marzo de 2004.
Es un hecho poco conocido pero importante: en vista de las reacciones nacionales e internacionales a esta ley, las celebraciones del centenario se confiaron a la Académie des sciences morales et politiques para que las saneara. Por último, el Elíseo me aseguró que la comisión sería pluralista y transparente, como así fue.
Sí, después intenté analizar cómo funcionaba el comité, cómo se establecía un espíritu de grupo y una ideología dominante, cómo y por qué había un proceso de persuasión mutua al final de las sesiones.4/Algunos puntos: la comisión dedicó la mayor parte de su tiempo a redactar un informe, ¡y no es fácil que veinte personas de opiniones diferentes se pongan de acuerdo sobre un texto! Algunos de los miembros de la comisión discutieron a veces sobre las comas, en la creencia un tanto ingenua de que este informe sería considerado la pieza central de su trabajo. En cuanto a las recomendaciones, la más discutida con diferencia por la comisión fue la propuesta relativa a los días festivos, para incluir una fiesta judía y otra musulmana. Queríamos presentar una propuesta realista, que tuviera en cuenta las limitaciones tanto de las escuelas como de las empresas. Lo conseguimos, pero nos llevó mucho tiempo y los políticos no aceptaron nuestrapropuesta.
Estos diversos factores hicieron que lleváramos bastante retraso y que la cuestión del velo no se debatierahasta el último día de nuestros trabajos. Pero el personal lo había puesto en órbita gradual y hábilmente, creando un cortocircuito entre los derechos de la mujer y el laicismo. Un ejemplo muy significativo parailustrarlo: tres jóvenes talentos -habían asistido a la École nationale supérieure (ENS) o a la École nationale d’administration (ENA)- nos sirvieron café y croissants al comienzo de la sesión. Recuerdo que una de ellas me dijo, con una sonrisa encantadora: “Señor Baubérot, como feminista, ¡por supuesto que va a votar a favorde la prohibición del velo!».
En general, si la comisión hubiera abordado de frente los derechos de la mujer, habría tenido que enfrentarse a muchos otros problemas. Lo demostró ampliamente lo que vino después, pero ya lo sabíamos: en junio de 2003, justo en el momento de su creación, se publicó la gran encuesta nacional sobre la violencia contra las mujeres en Francia (Enveff). Realizada por un equipo multidisciplinar a petición ministerial, ponía de manifiesto la amplitud del silencio que rodea a la violencia contra las mujeres y cifraba el número de violaciones en unas 50.000 al año. En cuanto a la laicidad, poco a poco ha ido quedando claro que no se modificaría la financiación pública de las escuelas públicas concertadas, ni se reforzaría el control de sus obligaciones. De la misma manera (y pese a las quejas de Henri Pena-Ruiz y yo mismo), no se ha examinado seriamente la situación en Alsacia-Mosela, donde no se aplican la ley Jules Ferry que seculariza las escuelas públicas, ni la ley de 1905 que separa Iglesia y Estado.
Así pues, como resultado de este cortocircuito entre los derechos de la mujer y el laicismo, el uso del velo terminó por ponerse en primer plano. Añadiré que el formato de nuestras sesiones y del informe estuvo a cargo del ponente adjunto, un un tal Laurent Wauquiez. He protestado en varias ocasiones por la forma en que distorsionó nuestro trabajo.
Ch. M.: Usted fue el único miembro de la comisión que se abstuvo en la parte del informe que recomendaba la prohibición de votar con símbolos religiosos ostensibles. Pero tras la presentación del informe, otros miembros de la comisión, como René Rémond, lamentaron haber votado a favor del informe y denunciaron el proyecto de ley de 15 de marzo de 2004. Entre enero y marzo de 2004, ¿también intentó influir para cambiar la balanza?
J. B.: Al término de los trabajos de la comisión, el 9 de diciembre5/ presenté dos propuestas: la primera, por honor, ya que no tenía ninguna posibilidad de ser adoptada, consistía en convertir en ley el dictamen del Consejo de Estado de 1989, que toleraba el uso no ostentoso de símbolos religiosos por parte de los alumnos y sancionaba determinados comportamientos. Trabajé con un jurista para redactar un proyecto de ley. Mi segunda propuesta, más realista a la luz de los avances del Comité (y que puede resumirse con la metáfora del embudo), consistía en declarar prohibida la «vestimenta religiosa ostentosa» (pero no los «símbolos religiosos»).
En el informe se especificaría que el pañuelo no era un signo y, por tanto, no había que prohibirlo como el velo, la kippa y las pseudo cruces grandes. Estoy convencido de que si se hubiera adoptado este compromiso, las cosas habrían salido de otra manera. Pero el personal se negó a someterlo a votación y el comité no protestó. Por tanto, me abstuve, no queriendo adoptar una medida que pondría el dedo en una trampa peligrosa, pero sin querer tampoco, votando en contra, arriesgarme a ser utilizado por el islamismo político. Por otra parte, para mí, al igual que otros hechos sociales, el uso del velo está marcado por la ambivalencia.
Sin embargo, es interesante señalar que tres de nosotros nos abstuvimos en la votación al final de la mañana.El ponente, Rémy Schwartz, declaró entonces que teníamos hasta la tarde para cambiar de opinión. Como algunas personas habían expresado sus dudas, dije: “Tanto mejor, entonces seremos seis o siete los que nos abstengamos». Esto llevó a Schwartz a precisar que el posible cambio de voto sólo afectaba a los tres abstencionistas; para los demás, «¡ya está!«, dijo. Así que, al final, fui el único que se abstuvo.
En respuesta a su segunda pregunta: no, no intenté cambiar el curso de los acontecimientos a principios de 2004, porque el discurso de Chirac del 17 de diciembre de 2003, justo después de la presentación del informe, demostró que la suerte ya estaba echada. La actitud de René Rémond y Alain Touraine a este respecto me pareció bastante patética. Por mi parte, me preocupé más de rebatir la historia legendaria que propagaban, afirmando que la comisión no había tenido otra opción, e intercambiamos algunas palabras bastante duras. Por otra parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores me confió la tarea de presidir el panel «Religión y Política» en un foro organizado por Jacques Chirac, que reunía a representantes de gobiernos de ambas orillas del Mediterráneo y del Golfo Arábigo-Pérsico. Y estaba claro que mi abstención era una de las razones de mi nombramiento. Acepté asumir esta responsabilidad porque me parecía importante demostrar a ciertos países que en Francia se podía criticar la política gubernamental no sólo sin acabar en la cárcel, sino incluso, sin dejar de recibir misiones oficiales.
Ch. M.: En la exposición de motivos de la ley de 15 de marzo de 2004, se lee: «Este texto se inscribe en el equilibrio pacientemente construido desde hace décadas en nuestro país en torno al principio de laicidad. El objetivo de este proyecto de ley no es refundar el laicismo». A pesar de esta declaración de intenciones, ¿no ha expresado y producido la ley un nuevo laicismo, concebido ya no como principio garante de la neutralidad del Estado, sino como instrumento de aculturación a los valores republicanos? ¿No ha acelerado la ley lacristalización de un nuevo laicismo imaginario?
J. B.: ¿La ley de 2004 introdujo un «nuevo laicismo»? Sí y no. No, porque durante el mandato de Chirac, la ley se mantuvo en la línea del espíritu con que la había propuesto la comisión Stasi: una excepción, limitada por la mención explícita de signos ostensibles prohibidos a los alumnos menores de 18 años, en una libertad que seguía siendo la regla general. Además, de acuerdo con otra de las propuestas de la comisión, Chirac creó la Alta Autoridad de Lucha contra la Discriminación y por la Igualdad (HALDE), que veló por que la ley no rebasara sus competencias. Pero en las elecciones presidenciales de 2007, Nicolas Sarkozy se impuso a Ségolène Royal: normalizó y luego suprimió la HALDE (lo que sin duda no habría hecho esta última). Luego aprobó la ley de 2010 que prohíbe llevar el niqab en el espacio público, y su ministro Luc Chatel prohibió a las madres llevar pañuelo en las salidas escolares. La normalización y luego la abolición de la HALDE desempeñaron, en mi opinión, un papel esencial, a menudo olvidado, en la instauración del nuevo laicismo.
Sin embargo, sí, la ley de 2004 marca el inicio de un alejamiento de la neutralidad arbitral del Estado hacia medidas de normalización de la vestimenta de los individuos. La circular de Luc Ferry (Ministro de Educación en 2004) acentuó esta deriva. A diferencia de la Comisión, planteaba la posibilidad de ampliar la ley a signos distintos de los explícitamente prohibidos. A partir de entonces, la caja de Pandora podría abrirse de par en par: uso de burkini, vestidos largos, pañuelos en las empresas que prestan servicios públicos, etc. De hecho, se impuso un nuevo imaginario del laicismo. Permítanme recordarles lo que dijo Aristide Briand en 1905: a los ojos del Estado laico, la vestimenta de los sacerdotes, la sotana, «es una prenda como cualquier otra». Esto significa que al laicismo no le preocupa si una prenda es religiosa o no, porque una prenda es reversible y no afecta a la libertad de conciencia. A partir de 2004, y más aún después de 2007, surgió un «nuevo laicismo» que daba la espalda al laicismo histórico y se alimentó de casos mediáticos; benefició a las escuelas públicas concertadas al imponer una prohibición que sólo se aplicaba a los alumnos de las escuelas públicas.6/
Ch. M.: ¿Existe una continuidad con las decisiones políticas posteriores sobre la laicidad? 20 años después, ¿podría decirse que la aprobación de esta ley marcó el inicio de un nuevo ciclo? ¿En qué medida la presidencia de François Hollande, marcada por la creación del Observatorio de laicidad, marcó un cambio de rumbo? ¿Y la de Emmanuel Macron?
J. B.: En respuesta a esta pregunta, señalaría que Sarkozy confió la laicidad al Consejo Superior para la Integración [Haut Conseil à l’intégration, HCI], lo que equivalía a decir que el laicismo concernía ante todo a los inmigrantes y a sus descendientes. Los franco-franceses, como Obélix, ¡nacieron en la olla del laicismo! François Hollande y Jean-Marc Ayrault le quitaron el dossier de la laicidad al HCI y crearon el Observatoire de laïcité, que, junto con la introducción del matrimonio entre personas del mismo sexo, seguirá siendo la medida más positiva de este quinquenio. Pero los ataques contra el Observatorio, a partir de 2016 con Manuel Valls, y su desaparición oficial por Macron en 2021, muestran el poder del nuevo lobby del laicismo. Por supuesto, los atentados terroristas desempeñaron un papel decisivo. Sin embargo, el hecho es que, al utilizar amalgamas y un laicismo de geometría variable, y por lo tanto discriminatorio (cf. la diferente actitud de las autoridades hacia los liceos Averroès y Stanislas), estamos implementando un laicismo ineficaz y contraproducente: de hecho, estamos alimentando a los mismos que pretendemos combatir.
Notas:
1/ Georges Bensoussan et Emmanuel Brenner, Les Territoires perdus de la République, antisemitisme, racismo et sexisme en milieu scolaire, Les Mille et Une Nuits, 2002.
2/ Esta misma entrevista ha sido publicada el 14 de marzo en la página la Vigie de la laïcité.
3/Esta cita, como la parte principal de este texto, son extraidos de mi libro L’islam, la République et le monde, Fayard, 2004
4/ Jean Baubérot,’acteur et le sociologue. La Commission Stasi, en Delphine Naudier & Maud Simonet (dir.), Des sociologues sans qualité? Pratiques de recherche et engagements, La Découverte, 2011, pp. 101-116
5/ El 10 de diciembre se destinó a “limpiar” el informe, que fue entregado la mañana del 11 a Jacques Chirac.
6/ Voir Stéphanie Hennette-Vauchez, L’École et la République, la nouvelle laïcité scolaire, Dalloz, 2023
Publicado en Orient XXI
Traducción: viento sur