En su primer libro ‘Cartas a un joven musulmán’, el embajador de los Emiratos Árabes Unidos en Rusia cuestiona muchas de las interpretaciones dentro del islam y propone un debate entorno a la radicalización de los jóvenes. «Las ideas religiosas se crean y desaparecen, lo único que permanece es el instinto humano»
Omar Saif Ghobash es embajador de los Emiratos Árabes Unidos en Rusia. En su primera libro, un conjunto de cartas dirigidas a su hijo, Saif ofrece propuestas a los jóvenes musulmanes para que construyan su propia visión sobre esta religión.
¿A quién se dirige en las cartas?
El libro está dirigido en general a todos aquellos musulmanes, sobretodo jóvenes, que se preocupan por los problemas actuales del islam. De algún modo escribí el libro dirigiéndome a mí de joven y de adulto, planteando y contestando todas aquellas preguntas que me he hecho al largo de mi vida.
¿Por qué a los jóvenes en especial?
Debemos dirigir la preocupación de los jóvenes de Oriente Medio, darles las herramientas para que ellos construyan su propia visión del mundo. Muchos de los mensajes que reciben son negativos, de personas frustradas porque no “triunfaron” en su tiempo y ahora quieren que lo hagan las próximas generaciones.
¿Cree que la radicalización en los jóvenes tiene que ver con la educación que reciben?
Algunas ideas en la escuela pueden crear odio. Esto es algo que he vivido en el caso de mi hijo. Me di cuenta que estaba empezando a aprender cosas sobre violencia y discriminación a los extranjeros. Debemos replantearnos qué significa ser extranjero en el mundo global en el que vivimos. El problema en la educación no deja de ser un problema político. Debemos preguntarnos por qué en el 2017 aún hay países con índices tan elevados de analfabetismo. La educación está infravalorada y la religión sobrevalorada.
¿Se juega con el sentimiento de culpa para manipular a la sociedad islámica?
Muchos líderes yihadistas nos dicen que nuestro deber y nuestra obligación es luchar y si no lo haces, no eres un buen musulmán. Mi respuesta a eso es: “lo siento, pero mi humanidad está por encima de cualquier idea religiosa”. Sin embargo, mucha gente no sabe cómo actuar en estas situaciones. Lo que quiero decirles a través del libro es que persigan su instinto básico de humanidad. Las ideas religiosas se crean y desaparecen, lo único que permanece es el instinto humano.
¿Crees que la comunidad musulmana tiene algún tipo de responsabilidad en los ataques terroristas?
Cada vez que hay un ataque muchísima gente sale a la calle bajo el lema “no en el nombre del Islam”. Lo hacen dos o tres veces y después desaparecen y continúan con su vida. Pero el grupo que cometió el atentado continúa trabajando y promoviendo sus ideas. Todas aquellas personas que dicen “no en mi nombre” protestan, y me parece muy correcto, pero no trabajan para promover otra posición dentro del islam. Cuando un imán denuncia esos actos y dice que están mal, para mí no es suficiente. Necesito escucharle decir por qué está mal, que cuestione todas estas creencias, que me explique por qué la violencia en el siglo VII podía tener sentido pero no lo tiene a día de hoy.
Precisamente de eso habla reiteradamente en el libro, de cuestionar las creencias religiosas.
Creo que las cosas están cambiando respecto a eso. Los cambios que se están produciendo en el mundo árabe son el producto de una gran decepción política. Cada vez hay un mayor cuestionamiento, sobretodo en las redes sociales donde aparecen cada vez más preguntas. Pero a la gente le asustan las preguntas porque desconocen las respuestas. Creo que deberíamos hacer un paso hacia lo desconocido y confiar en que disponemos de los valores adecuados para obtener respuestas con sentido.
En el libro comenta que existe una relación innegable entre oriente y occidente. ¿En qué sentido?
Ni occidente puede separarse de nosotros ni nosotros de occidente. Me fijo en las redes sociales y los medios de comunicación y veo un montón de innovaciones tecnológicas, provenientes de occidente, que están básicamente estructurando nuestras vidas. Es incoherente adoptar los productos de occidente pero rechazar sus ideas. Estas ideas vienen envueltas en sus productos.