La Iglesia Católica deberá enfrentar y resolver un enorme desafío económico si quiere preservar su misión y mantener su influencia global.
El Vaticano es una de las instituciones más importantes del mundo, no solo por su relevancia religiosa, sino también por su influencia política, social y cultural a nivel global. Como sede central de la Iglesia Católica, que cuenta con más de 1.300 millones de fieles en todo el mundo, el Vaticano tiene un peso considerable en los asuntos espirituales de millones de personas. Su carácter de Estado soberano, único en su tipo, le otorga una singular posición en el escenario mundial, lo que lo convierte en un actor relevante no solo en términos de fe, sino también en cuestiones de política global.
Pese a su importancia, la Santa Sede está atravesando una profunda crisis económica, que amenaza con socavar su estabilidad financiera y su capacidad para mantener su red de instituciones y actividades a nivel mundial. La crisis ha sido alimentada por una serie de factores, entre los que destacan el escaso crecimiento de sus ingresos, la reducción de las donaciones, las malas inversiones y el alto costo de su funcionamiento. Las contribuciones de los fieles a través del Óbolo de San Pedro, que históricamente han sido una fuente vital de ingresos, han disminuido en varias regiones del mundo.
LA MILLONARIA DEUDA DEL VATICANO
Según el informe preliminar sobre las cuentas del Vaticano de 2023, adelantado por el diario La Republica y aún no publicado oficialmente, el déficit operativo alcanzó los 83 millones de euros, un incremento de cinco millones en comparación con el año anterior. Este déficit podría seguir creciendo en los próximos años debido a la disminución continua de las donaciones de los fieles.
Además de los ingresos provenientes de su extenso patrimonio inmobiliario y los Museos Vaticanos, las únicas fuentes de ingresos para la Santa Sede son las contribuciones de los fieles. Estas se dividen en dos fuentes principales: las donaciones anuales de las Iglesias más ricas, como las de Estados Unidos, Italia, Alemania, España y Corea del Sur, y el Óbolo de San Pedro, que recoge los donativos de los católicos de todo el mundo. En 2023, los ingresos del Óbolo de San Pedro llegaron a 48,4 millones de euros (frente a los 43,5 millones de 2022). Sin embargo, a pesar de este aporte, junto con las reservas, 90 millones de euros fueron destinados a financiar los gastos operativos de la Curia y otras entidades que componen la estructura gubernamental de la Iglesia Católica.