Romper la cohesión social es una de las cosas que los populares saben hacer siempre que manejan el volante del Ejecutivo. Ésta es la brillante hoja de ruta. Efectivamente, la nueva ley educativa de Wert es pura y simple ideología conservadora. De eso se trata.
No piensan, claro, dar marcha atrás en ninguno de los aspectos políticos, económicos y sociales que imponen contra el viento y la marea de la población. Han cambiado las reglas del juego. La mayoría parlamentaria lo permite y no van a desaprovecharla. La excusa de la crisis es perfecta para que continúe latiendo la dictadura de la economía. El sistema financiero enarbola la ley del embudo con la necesaria complicidad política.
¡Retrocedemos! El PP lo celebra sin la venia ciudadana y con los supuestos papeles de Bárcenas. La calidad de la educación exige el “saber científico de la fe en las escuelas”. Es decir, el viejo arte del nacionalcatolicismo. En la Conferencia Episcopal lanzan confeti y serpentinas por los balcones. Alzan las copas de vino, por la gracia de Dios, y bailan en honor de San Pascual. Los acuerdos con la santísima Sede son incuestionables. Por ahora.
Lancen las campanas al vuelo en el pesebre del Vaticano y que Dios bendiga cada rincón genovés. Que María Dolores luzca cara al sol la mantilla y la peineta, aunque sea en diferido, y que el amado presidente Rajoy, como de costumbre, saque la lengua a los ciudadanos a través del plasma. La igualdad de oportunidades es una pamplina que están erradicando a fondo. El progreso de los más débiles no importa. Hay que humillarse ante el PP. Los únicos que deben progresar son los elegidos por el cielo.
Habrá que combatirles por las vías democráticas hasta las últimas consecuencias, como dice Pérez Rubalcaba. En esta dirección, el Movimiento Cinco Estrellas italiano, que lidera Beppe Grillo, señala que la mejor vía que pueden seguir los indignados españoles es organizarse para conseguir entrar en las instituciones. Esto es el impulso de un proceso de creación de un frente electoral.
De momento, el PSOE quiere coger relevancia y soltar lastres. Su plan de reactivación económica lo rechaza el grupo popular. Lógico. Los socialistas no esperaban otra actitud, pero tenían que airear sus planteamientos. La derecha extrema sólo busca adhesiones para sacarnos de una crisis hundiendo a los ciudadanos más en ella. Sin embargo, las propuestas del vecino son las que nos llevan a profundizar en la crisis y en la recesión. La fuerte borrasca es hoy un huracán crónico que afecta y seguirá afectando, si el rumbo no varía, a toda la clase trabajadora.
El ahorro de más de 20.000 millones de euros en el gasto de 2012 ha sido a base de estafarnos, de pisar los derechos y de dañar los servicios públicos. La mezquindad y la cara dura no tienen límites. ¿Qué se puede decir del tal Rafael Hernando cuando afirma que “la gran idea de la negociación” entre empresarios y trabajadores, que propone Rubalcaba, es la reforma laboral.
En cualquier caso, el PSOE presenta su plan a los agentes sociales y lo llevará a los parlamentos de las comunidades autónomas y al Parlamento Europeo. Esta dramática e insostenible situación, por muchas razones y no sólo por el paro, más que exigir un acuerdo con el PP, completamente inviable, necesita ese frente electoral que decimos.
La posible concesión de créditos para pequeñas y medianas empresas no parece suficiente por sí sola, ya que los grandes recortes y la escasa o nula cartera de millones de individuos impiden la demanda interna y el consumo, imprescindibles para la creación de empleo. Lo mismo podemos decir de la bonificación extraordinaria de las cotizaciones sociales a empresas de menos de 50 trabajadores que amplíen su plantilla con desempleados…
O la fórmula alemana, para evitar despidos, consistente en una rebaja de salarios que sería compensada por el Estado, el cual se ahorraría, a su vez, la prestación por desempleo. En fin. El consumo cae y, por tanto, muchas empresas tienen debilidad o echan el cierre. Además, el plan socialista incluye un lógico “reparto de rentas”, política de vivienda, control de precios, modelo fiscal, modelo de crecimiento y política industrial… Es necesario perseverar en otra forma de hacer las cosas.
No nos referimos al ideario de Aznar, quien pretende quitarle el puesto de “hada madrina” a Fátima Báñez, la ministra de los más de seis millones de parados, cantidad que aumenta diariamente Nuestro salvador Jose Mari indica la necesidad de un proyecto político muy claro. Lleva razón. Pero de tendencia distinta a la suya y a la de los suyos. Cierto es el fuerte castigo a las clases medias y sí que es preciso llevar a efecto una profunda reforma fiscal. Progresiva, eso sí. Y que paguen más las rentas altas.
Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos