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El responsable de las finanzas del Vaticano admite que encubrió a sacerdotes pederastas

El cardenal australiano George Pell ha reconocido «enormes errores» de la Iglesia frente a los casos de abusos

Después de años de acusaciones y sospechas sobre el asunto, elcardenal conservador australiano George Pell -desde el 2014, una especie de superministro de Economía del Vaticano- ha reconocido ​este lunes ​“enormes errores» de la Iglesia frente a los casos de pederastia clerical en su país y ha admitido su participación en el encubrimiento de casos.

Por videoconferencia desde Roma, hablando ante la comisión que se está encargado de investigar abusos ocurridos en Melbourne y Ballarat entre 1960 y 1990, Pell se ha negado a “defender lo indefendible” y ha admitido que él mismo no está libre de culpa. «Debo decir que en aquellos días si un sacerdote negaba este tipo de actividades, yo me inclinaba fuertemente por aceptar su negación”, ha revelado.

CIRCUNSTANCIAS ESCANDALOSAS

La razón, ha contado, es que «no estábamos tan alerta en aquellos días como lo estamos ahora”. Por el contrario, ha dicho, “el instinto era proteger de la vergüenza la institución, la comunidad de la Iglesia”. “Demasiadas quejas fueron descartadas y a veces fueron descartadas bajo circunstancias escandalosas”, ha precisado. “Hubo denuncias muy, muy, muy plausibles, hechas por gente responsable, que no fueron tomadas en consideración [por la Iglesia]”, ha añadido.

En esta línea, ha admitido que “la Iglesia en muchos lugares, y ciertamente en Australia, ha estropeado las cosas y ha decepcionado a la gente”. Así y todo, Pell, quien no ha viajado a Australia alegando problemas de salud, ha dicho no recordar detalles relativos a los casos de pederastia ocurridos en Ballarat, donde nació y trabajó, y Melbourne, donde fue primero auxiliar y, a partir de 1996, arzobispo.

DECENAS DE ABUSOS

En particular, Pell ha asegurado no tener información sobre el comportamiento del exobispo de Ballarat, Ronald Mulkearns, quien enviaba al extranjero a los sacerdotes pederastas para que recibieran tratamientos psicológicos. Otro fue el caso del cura pederasta Gerald Ridsdale, quien fue responsable de decenas de abusos contra unos50 menores cuando trabajaba como capellán en el colegio Saint Alipius de Ballarat entre las décadas de 1960 a 1980.

Según Pell, que en el pasado fue acusado por víctimas por no escuchar denuncias sobre Ridsdale, los traslados de este sacerdote de parroquia en parroquia -una práctica muy común en la Iglesia en esos años- fueron “una catástrofe”. Pell y Ridsdale vivieron juntos en la década de 1970.

Las declaraciones de Pell -sobre quien, no obstante, no pesan acusaciones de haber sido él responsable de actos de pederastia- se sitúan en línea con lo que él mismo afirmó en mayo del 2013 cuando, ante el Parlamento del estado australiano de Victoria, admitió que la Iglesia había ocultado durante décadas los abusos sexuales a menores de edad, aunque en ese entonces negó su participación en dichas ocultaciones.

El caso podría tener reflejos en el Vaticano, después de que el papa Francisco fuera criticado por haber nombrado como máximo responsable de las finanzas vaticanas a un personaje tan controvertido como el cardenal Pell. Todo junto dibuja una situación, en síntesis, de consecuencias imprevisibles, al ser Pell uno de los principales líderes de la corriente conservadora de la Iglesia, opuesta a Francisco, y al haber suscitado Pell envidias en la curia desde que es prefecto de la Secretaría de Economía.

LAS VÍCTIMAS

Tras años de ser ninguneadas, las víctimas australianas no parecen estar dispuestas a izar la bandera blanca. «Tengo 44 años ahora y tenía 4 en ese entonces, pero mis recuerdos son muy claros y frescos. ¿Por qué estos curas, que entonces tenían 20 años, no se acuerdan de lo que pasó?”, se ha quejado Tim Lane, una víctima de Ballarat que ha estado en primera línea en la denuncia de los casos de pederastia clerical en Australia. “No creo que el mundo sea tan crédulo”, ha agregado.

En esta línea, Andrew Collin, también víctima de Ballarat, ha dicho: “Recuerdo que mi abuela decía: si necesitas algo, pídeselo a Pell. Puedo entender que él no quisiera saber, pero es impensable que él no supiera”.

Viaje papal a la reticente Polonia

El papa Francisco viajará en los próximos meses a Polonia, un país cuya jerarquía eclesiástica se ha negado reiteradamente a rendir cuentas por sus culpas en los casos de pederastia clerical, escudándose detrás su pasado de tierra de origen del hoy difunto Juan Pablo II. Eso es lo que desde hace tres años denuncia la fundación de víctimas polacas No Tengáis Miedo, cuyo presidente, Marek Lisiśnki, incluso viajó hasta Roma en diciembre del 2014 para pedir la ayuda de Francisco.

La Iglesia polaca no solo se ha negado a colaborar con las víctimas -como establecen las nuevas reglas vaticanas-, sino que también ha habido religiosos que han llegado a sugerir que los niños tienen parte de la culpa de ser objeto de abusos sexuales a manos de sacerdotes, lo que ha provocado indignación a escala internacional.

Con todo, hay indicios de que Francisco no ha renunciado a ganar la batalla contra la reticente jerarquía polaca. El Pontífice argentino llegó a detener al arzobispo polaco Józef Wesołowski por los abusos a menores cometidos como nuncio en la República Dominicana. Tras ser degradado a laico en un juicio canónico, Wesolowski falleció antes de que concluyera el primer proceso penal emprendido por el Vaticano contra un religioso por pederastia.

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