El Tribunal Europeo de Derechos Humanos se dispone a estudiar el recurso de dos inglesas expulsadas de su trabajo por llevar ese símbolo
El primado de la Iglesia católica en el Reino Unido, el cardenal Keith O’Brien, pedirá hoy a los cristianos que «lleven con orgullo un símbolo de la cruz de Cristo» durante sus actividades cotidianas, como modo de contrarrestar los esfuerzos de los grupos laicistas por «marginalizar la religión».
O’Brien hará hoy esa sugerencia en su sermón pascual del Domingo de Resurrección. La filtración de su contenido en la edición digital de la BBC produjo ayer un aluvión de comentarios y se convirtió en «trending topic» de las redes sociales.
La propuesta del prelado católico de Escocia cae en terreno abonado. Dentro de unos días comenzará en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en Estrasburgo, la vista para considerar si los cristianos tienen o no derecho a portar un crucifijo en sus lugares de trabajo.
Sobre la mesa estará el recurso presentado por dos británicas, la enfermera Shirley Chaplin y la azafata de British Airways Nadia Eweida, que en 2010 fueron despedidas por negarse a prescindir del pequeño crucifijo que colgaba de su cuello. Ambas perdieron a continuación los casos presentados por presunta discriminación en los tribunales británicos.
Un sencillo «pin»
Contra todo pronóstico, el gobierno del conservador David Cameron anunció hace días que pedirá a sus abogados en el Tribunal de Estrasburgo que se opongan al derecho de los cristianos a portar un crucifijo en el ámbito laboral. El gobierno británico esgrimirá el argumento de que, puesto que el crucifijo es un símbolo «opcional y no obligatorio», los empleadores pueden despedir a los trabajadores que se nieguen a ocultarlo.
Para el cardenal O’Brien, lo que está en juego es en cambio la libertad religiosa. En su sermón de hoy citará unas palabras de Benedicto XVI, que durante su visita a Inglaterra hace 18 meses pidió «libertad para que los cristianos puedan actuar de acuerdo con sus propios principios».
El cardenal confía en que un número creciente de cristianos en el Reino Unido -católicos y no católicos- adoptarán la ancestral costumbre de llevar un crucifijo «de un modo sencillo y discreto» como símbolo de sus creencias. «Un sencillo "pin" de solapa cuesta una libra esterlina -menos que un huevo de Pascua- y puede ser un excelente regalo», dirá en su sermón de hoy.