Entender y gestionar los asuntos religiosos de forma adecuada es 'vital para el trabajo del Partido, la paz y la estabilidad de la sociedad china y el proceso para construir una sociedad moderadamente próspera', afirmó Hu en una reunión del Politburó del Partido Comunista Chino (PCCh).
'Trataremos de comprender totalmente los nuevos problemas y retos para gestionar los asuntos religiosos de forma que lo podamos hacer bien', señaló el presidente chino, que es también secretario general del PCCh.
La Constitución china reconoce la libertad de credo para todos aquellos grupos religiosos aprobados por el Gobierno que están, sin embargo, sometidos al mandato del Partido.
En el caso, por ejemplo de catolicismo, China tiene su propia Iglesia Patriótica Católica, que depende del PCCh, y no mantiene relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Para restablecer esos lazos, Pekín exige a Roma que rompa sus relaciones con Taiwán y no se inmiscuya en sus asuntos internos, entre ellos, la selección de los obispos, sobre la que el Gobierno chino quiere tener voz y voto.
Según advirtió Hu, el Partido y el Gobierno 'alentarán a los creyentes de todas las religiones a mantener su tradición patriótica y contribuir al desarrollo de la sociedad china y la unificación de la madre patria'.
'El Partido y el Gobierno se acercarán a los creyentes en dificultades y les ayudarán a superar sus problemas', afirmó el presidente chino, quien subrayó que se seguirá reforzando la formación y promoción de 'profesionales religiosos'.
Las organizaciones de derechos humanos denuncian que aún hay persecución contra los católicos clandestinos que obedecen al Papa, los budistas que siguen al Dalai Lama o los seguidores del movimiento espiritual Falung Gong, considerado una secta por Pekín.
Aunque la República Popular China se declara laica y atea, en el país viven unos 100 millones de creyentes, en su inmensa mayoría budistas, según los últimos datos oficiales.
