Monseñor Manuel Sánchez aprovecha su carta pastoral para volver a difundir un mensaje de carácter electoral. Pide votar a quienes respetan el matrimonio “entre el hombre y la mujer” y rechazan el aborto.
La cruz en una mano, la papeleta en la otra. A monseñor Manuel Sánchez, obispo de Santander, le preocupa de sobremanera lo que sus fieles hagan a lo largo de este domingo de elecciones. Lo demostró hace unos días, cuando hizo circular una carta pastoral con serias recomendaciones electorales.
Y lo ha vuelto a hacer poco antes de que se abrieran las urnas con el mismo mensaje. No pide el voto para ningún partido en concreto, aunque en realidad tampoco hace falta. A buen entendedor…
Acto primero. El calendario litúrgico indica que es Domingo de Resurrección, pero el obispo santanderino prefiere hablar de cosas más terrenales. «Ante las próximas elecciones», fue el título (y la temática) de su carta pastoral, dedicada a recorrer las iglesias cántabras.
Acto segundo. Hoy no resucita nadie, pero puede que algunos alcancen la gloria y otros acaben en la cruz. Es domingo 28 de abril, día de elecciones. Tanto el Obispado de Santander como el Servicio de Información Católica dan a conocer una nueva carta pastoral de Sánchez (el obispo). En realidad, de nueva no tiene mucho: se trata, otra vez, de la carta del día 21. Otra vez, por si acaso, el jefe de la iglesia de Santander quiere hablar de las elecciones.
«Como obispo, mi primera e inderogable misión es el anuncio del Evangelio de Jesucristo como camino de libertad, responsabilidad y salvación», aclara en sus primeras líneas. Seguido, lanza una clara reivindicación: «Ahora bien, el Evangelio que os debo anunciar contiene también una concepción precisa del hombre y de toda su realidad, núcleo importante de la Doctrina Social que la Iglesia ha proclamado y testimoniado siempre».
«Teniendo presente esta Doctrina», el jerarca eclesiástico pide «llamar vuestra atención sobre algunos criterios a tener en cuenta a la hora de ejercer el derecho al voto». Ahí vienen sus mensajes de campaña. «El ejercicio de la política como compromiso por el bien común y no por los intereses partidarios es una vocación de servicio. A los políticos la honradez los acredita y ennoblece; la corrupción, en cambio, los degrada y envilece». Dicho queda.
Los apuntes religiosos vienen después. «Los ciudadanos, a la debida edad, tenemos el derecho y el deber de votar. Para ello cada elector está llamado a elaborar un juicio prudencial que por definición no está nunca dotado de certeza incontrovertible», subraya. Por eso mismo, reivindica que «la defensa de la dignidad sagrada de la vida humana desde su comienzo hasta su fin natural es algo a tener muy en cuenta». «Igualmente el apoyo a la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer y abierta a la vida, sobre todo en tiempos de crisis demográfica», apunta.
Del mismo modo, reivindica a los potenciales electores católicos que «otro derecho que ha de ser respetado y promovido es la calidad de la enseñanza garantizando el derecho de los padres a escoger el modelo de educación integral para sus hijos más acorde con sus creencias».
«Actuar en conciencia»
Ya al final del texto, dice que también «ha de ser prioritario promover la justicia social, el acceso a la salud, el trabajo digno y estable para todos, la calidad de vida de los más necesitados, la preocupación por los grupos sociales más débiles, con unas políticas que se fundamenten en la justicia y solidaridad». «En las circunstancias actuales –añade- se ha de cuidar la acogida, protección, promoción e integración de los inmigrantes».
Sin perder de vista las urnas, el obispo afirma que «el Estado ha de practicar una laicidad abierta y positiva, respetando la libertad religiosa de los ciudadanos». «Por último no olvidemos que las obligaciones cívicas no se extinguen con el ejercicio del voto. Hemos de estar atentos al cumplimiento de las promesas electorales», advierte. Por último, se despide con un guiño al cielo: «Que el Señor nos ilumine y nos bendiga a todos para saber actuar en conciencia».