En caso contrario, insinúa que saldrían a la calle para hacerse oir.
COMENTARIO: En estos casos uno se pregunta quien es el que trata de imponer su moral. Acaso la ley obliga a los homosexuales que tengan que casarse. Quienes, como el señor obispo no quieran casarse, porque su moral o su religión no se lo permite, con no hacerlo tienen bastante. Pero no, ellos lo consideran pecado y además quieren imponerlo a los demás. Claro ejemplo de clericalismo e imposición moral a toda la ciudadanía de una opción particular.
La preparación del proyecto de ley para permitir el matrimonio entre homosexuales prometido en la campaña por el presidente François Hollande, está generando reacciones, entre otras, la de los de representantes de la iglesia católica. Así, Marc Aillet, obispo de la diócesis de Baiona, reclama al Gobierno la apertura de un «gran debate público» sobre la cuestión. Considera «inaceptable que un lobby minoritario que no representa más que a una pequeña parte de los homosexuales pueda imponer, sin discusión, su punto de vista en los medios de comunicación y a la actual mayoría parlamentaria».
En caso de que no se diera el debate, insinuó la posibilidad de «bajar a la calle para hacerse oír, defender la institución del matrimonio y el derecho de los hijos a ser educados por un padre y una madre».
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