Conviene retomar la educación bastante más allá que como un proceso mercantilizador más del sistema
El pasado 26 de Octubre la educación manifestó su malestar ante esta sufrida y casi zombi sociedad. Mirando a quienes promovían la protesta (familias, alumnado y pocos sindicatos docentes) no puedo por menos que recordar a J.M. Esteve y “El malestar docente”, obra publicada en 1.987. Creo que de alguna manera aquel libro explicaba ya la escasa presencia del profesorado en dicha movilización y males más profundos de la actual protesta.
La verdad es que sobraba razón a estudiantes en su repudio de reválidas impuestas por una LOMCE rechazada por la comunidad educativa y amenazada con su derogación antes de nacer. Con ser importante ese trágala, no es más que una parte mínima de las perversas lecciones que la sociedad, supuestamente adulta, ofrece a su juventud. Ese mismo día en el Parlamento todo el mundo puede observar como quien obliga al despropósito de las reválidas ofrece un pacto para empezar de cero. Quién puede dar crédito a ésta como a tantas otras promesas sobre el fin de los recortes de todo tipo y de la corrupción que anega el futuro en general y en especial el de esa juventud.
Hablaba de males profundos en la educación al citar la obra de Esteve y los relacionaba con la actitud del profesorado desde hace bastantes años hasta la escasa presencia en el pasado 26. Decía el profesor que a los docentes de los ochenta les había tocado una función más ingrata, si cabe, que a la de colegas de otra época. Tenían que hacer frente, casi en solitario y con una pobre formación inicial, a una tarea complicada para la que les suponía vocación generalizada: formación de la ciudadanía. Se había llevado a la educación el mandato constitucional de una escuela pública y racional sin discriminación para las nuevas generaciones. Sin embargo, una vez declinados los iniciales fervores democráticos, empezaron algunas deserciones, y reaparecieron las querencias clericales e ideológicas dominantes durante el franquismo. El llamado desencanto de entonces cayó sobre el profesorado con las señaladas limitaciones, como difícil reto para aplicar los ambiciosos planes educativos. Por ello tal vez, los cambios sociales y económicos afectaron más al profesorado hasta explicar su exigua y crítica presencias en las actuales movilizaciones.
Vivimos en un tiempo apasionante en muchos sentidos y la educación, aun siendo puerta de futuro, es un aspecto más en que la sociedad con sus mareas, verde en este caso, debate su futuro.Lo de elegir centro docente desde una familia en paro, donde las apariencias de clase media se vienen abajo ante una realidad más cruda, ya es un problema menor. Ahora lo de cerrar la puerta de casa a las miserias ajenas, sean en el propio barrio o a migrantes que cruzan el Mediterráneo, ya se ve con otros ojos. Algo nos va diciendo que “aquel mirar para otro lado” no nos salvaba de la inseguiridad que nos acechaba a cada cual como a la inmensa mayoría en un futuro incierto e insolidario. Vivir con miedo y desconfianza incapacita a una persona y a una sociedad para encarar su propio futuro. En ese sentido, lo de la educación va mucho más allá de las estúpidas reválidas que se le ocurrieron al nefasto ministro Wert. Convendría que miráramos con perspectiva educadora colectiva. Veamos.
“El sistema ha sustituido la justicia por la caridad” dice el acreditado cineasta británico Ken Loach y no le falta razón. Tanto en su país como aquí los recortes en los servicios públicos dejan al volunto de quienes se vienen beneficiando de esta crisis-estafa el que puedan curarse o comer quienes ha caído en la pobreza severa. Luego, con la política de gestos hasta la supuesta izquieda, como la alcaldesa Carmena pueda aliarse con el padre Ángel para procurar un ágape navideño a los pobres de la ciudad. Así se cuenta de paso con la ONGD Mensajeros de la Paz fundada en 1.972.
La escritora Fuensanta Hernández se pregunta: “por qué tanto las religiones como los estados gobernantes han creado y se han aliado con el patriarcado para someter, escalavizar y privar de libertad a la mitad de la humanidad-las mujeres- también en esta carrera de creciente femenicidio mundial..”. Algo tan preocupante aquí por las muertes y menos por la segregación escolar por sexos
Aparte de la fijación religiosa con lo sexual, no lo es menos con la adoctrinación temprana como refleja El Roto en “El País” con el texto “Conviene inculcarles el odio desde pequeñitos para fortalecerles las defensas” que acompaña al dibujo de un niño disparando. Reincide el profundo humorista en la preocupación del sabio J.L. Sampedro por la pronta estigmatización de las conciencias infantiles.
No dejan de ser preocupantes también las agresiones a la racionalidad que, en defensa de creencias religiosas se producen a la ciencia y la racionalidad. El profesor Moreno advierte sobre la situación de “El creacionismo en Europa” visión que trata de abrirse paso en el continente frente a una potente convicción evolucionista, con la connivencia de ciertas orientaciones educativas poco claras. Según el estudio, la explicación del origen de la vida humana se deja a edades demasiado tardías quedando como mayor o únco referente el mensaje religioso de centros con ideario o con catequesis incentivadas. Ello sin olvidar la potancia mediática del clero en asuntos como “la cruz de los homosexuales y sus familias” o en los “inconvenientes” de la cremación y el esparcimiento de cenizas. Alguno pedimos el mismo respeto que para el juicio final, para el del fuego purificador.
Respetos recíprocos aparte que nunca vienen mal, conviene retomar la educación bastante más allá que como un proceso mercantilizador más del sistema. Obvío cuestiones de acoso, marginación y otras que -imitando- dejo de lado para salir adelante como buenamente se pueda. Sin embargo, no es algo que, pese a lo anterior, recomiende. Más bien al contrario, entiendo que las familias, los medios de ¿comunicación?, el mundo del trabajo y hasta el urbanismo, tendrán que negociar entre sí y con el sistema escolar para aclarar la sociedad y tipo de persona que se quiere.