El líder de la Liga, Matteo Salvini, está tejiendo sus futuras relaciones con la Santa Sede. Pero no hay muchos interlocutores, en el Vaticano, que estén dispuestos a dialogar, de tú a tú, con uno de los grandes populistas de Europa. Pero el soberanista tiene ya un primer cardenal de referencia.
“Busco el diálogo con el mundo católico”. El líder de la soberanista Liga, Matteo Salvini, quiere llevarse bien con la Santa Sede. El Vaticano, tradicionalmente, suele tener predilección por la política italiana de corte moderado: centro, izquierda, derecha. Esto, el capitán leguista lo sabe perfectamente y le interesa tenerlo presente a medio plazo si, con el 34% según los último sondeos, antes o después estará destinado a gobernar Italia. Bien es cierto que el Vaticano es el Estado más pequeño del mundo, pero la importancia de su mensaje simbólico es inversamente proporcional a su tamaño. El problema, para el soberanista Matteo Salvini, es que en pleno pontificado del Papa Francisco no hay muchos interlocutores dispuestos a dialogar, de tú a tú, con uno de los grandes populistas de Europa. El líder de la Liga, sin embargo, ya está trabajando sus alianzas dentro del Vaticano.
En los últimos días, están saliendo muchas informaciones acerca de cómo Salvini está tejiendo sus futuras relaciones con la Santa Sede, teniendo ya claro que, antes o después va a ser el primer ministro del país y donde, antes o después, tendrá que dialogar formalmente con el Santo Padre. En las últimas semanas, además, dos entrevistas del prestigioso periódico italiano Corriere della Sera han dado mucho que hablar porque, a todos los efectos, han sonado como un guiño mutuo entre un determinado sector conservador y el líder de la Liga.
Una de las entrevistas que ha supuesto un antes y un después últimamente es la que el Corriere ha hecho al cardenal Camillo Ruini, quien entre 1991 y 2007 fue el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), así pues, la organización que representa a los obispos transalpinos. En ella, el purpurado asegura: “No comparto la imagen completamente negativa de Salvinique es mostrada en ciertos ambientes”. En el texto publicado, se lee que, según él, Salvini “tiene notables perspectivas de futuro por delante” y que un “diálogo con él es necesario”.
Salvini está tejiendo sus futuras relaciones con la Santa Sede
Salvini y su dura política en el Mediterráneo son bien conocidos en Europa. La respuesta de Ruini concedida al Corriere en relación a la temática migratoria, sin embargo, ha sido muy imprecisa al respecto: “En relación a los migrantes, tanto para Salvini como para cada uno de nosotros, vale la palabra del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo; sin infravalorar con esto los problemas que hoy las migraciones comportan”. Así pues, unas palabras muy difusas teniendo en cuenta el compromiso que la Iglesia Católica tiene con los migrantes en Italia, como por ejemplo en la isla de Lampedusa, a medio camino entre Libia y Sicilia, testigo de los rescates y las muertes que se producen en el Mediterráneo Central.
A lo largo de este año, no han sido pocas las ocasiones en las queel líder de la Liga ha hecho un uso instrumental e indiscriminado de los símbolos cristianos en sus mítines, con el objetivo de reforzar su imagen de soberanista contra la Unión Europea y contra los migrantes. Uno de los momentos más destacados tuvo lugar en mayo, cuando el leguista, acompañado por los principales soberanistas europeos como la francesa Marine Le Pen en la Plaza del Duomo di Milán, apeló a los valores católicos agarrando un rosario y un Evangelio: “Quien niega las raíces judeo-cristianas de Europa es un traidor”, llegó a decir Salvini enfrentándose al propio Papa Francisco en materia migratoria.
Estas palabras han provocado en los últimos meses una gran indignación entre los católicos de toda tendencia política. El cardenal Ruini, sin embargo, no culpa del todo a Salvini del uso inapropiado de los símbolos religiosos: “El esto puede parecer ciertamente instrumental y herir nuestra sensibilidad”. Y añade: “Pero no estoy seguro de que sea sólo una instrumentalización. Puede ser también una reacción a lo políticamente correcto y una manera, aunque no muy acertada, de reafirmar el papel de la fe en el espacio público”.
“Quien niega las raíces judeo-cristianas de Europa es un traidor”, llegó a decir Salvini
A los pocos días, el Corriere della Sera publicó una nueva entrevista a Matteo Salvini, en la que el ex ministro del Interior italiano se muestra agradecido por las palabras del cardenal Ruini acerca de su persona: “La entrevista me ha conmocionado, Ruini representa una parte importante de la Iglesia. Estoy buscando un diálogo con la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), con los obispos y con el mundo católico”. Y añade: “La suya ha sido una apertura extraordinaria”. Salvini asegura que tiene “la misma postura de la Iglesia” en materia de “familia, defensa de la vida y de la libertad educativa”, explica Salvini jugando con el hecho de hacer creer que toda la Iglesia es políticamente homogénea. Preguntado acerca de su deseo de contactar con el cardenal Ruini, Salvini asegura que quiere hablar “con él y con muchos católicos que han mostrado interés en mi política”.
La gran mayoría de los católicos, sin embargo, no ven una apertura hacia Salvini como algo favorable para la Iglesia. Entre ellos se encuentra elmonseñor Nunzio Galantino, ex secretario de la CEI y actual presidente del APSA, la entidad que gestiona el patrimonio inmobiliario de la Santa Sede. Tal como ha informado recientemente el diario romano Il Messaggero, Galantino se aleja de la postura de Ruini y asegura que “hay que estar atentos” porque “si el diálogo significa apostar con el ganador de turno”, “yo no quiero tener nada que ver con este tipo de diálogo”. El quid de la cuestión para los católicos fuera y dentro del Vaticano, así pues, es relativamente simple: ¿Dialogar o no con un populista como Salvini?