Compañeros y compañeras librepensadores. Amigos y amigas, señoras y señores.
Ante todo, debo decir que es con gran gusto que nos encontramos aquí junto a ustedes para conversar acerca de esta idea que nos une en la diversidad, que es el librepensamiento. Y debo asimismo señalar lo oportuno de la iniciativa tomada por los librepensadores chilenos, que hoy nos acogen tan fraternalmente, de realizar aquí en estas tierras de tantos librepensadores y progresistas, en la patria de Francisco Bilbao, este evento que nos agrupa incluso como provenientes de muchos lugares de nuestro continente y del mundo, lo que también nos refuerza en ese carácter universalista del librepensamiento.
Y, naturalmente, cuando los librepensadores se juntan, confraternizan, pero sobre todo reflexionan, intercambian ideas, pues si hay algo asimismo típicamente librepensador es la conciencia esclarecida de que nuestro propósito es estimular el conocimiento y la reflexión como bases para la libertad.
Y, con vuestra anuencia, paciencia y fraternidad, es que intentaré a mi turno, desgranar con ustedes algunas reflexiones acerca del futuro del librepensamiento. Un futuro, que, seguramente ustedes estarán de acuerdo conmigo, presenta altos índices de incertidumbre, tal vez más que a las que tuvieron que hacer frente nuestros antepasados. Razón de más para al menos intentar desde una perspectiva personal, abrir una puerta a la necesaria presencia del futuro entre nosotros.
Los librepensadores actuales somos herederos de historias plurales, de situaciones que nunca fueron iguales, de contextos diversos, de personas de pensamientos diferentes, pero que convergían en puntos comunes, o esencialmente en un gran punto en común que era el amor a la libertad.
Amor a la libertad de conciencia; amor a la libertad de pensamiento; amor a la libertad de expresión. Convergencias y estímulos para la acción por la libertad que tantas veces ha sacudido al mundo, con efectos que aun hoy perduran.
Pero hoy, en estas épocas de pensamiento líquido, donde los conceptos se nos escapan como el agua entre los dedos de la mano, cuando la cultura ambiente parece diluir los ideales detrás de un relativismo fácil que todo lo permite, es nuestra responsabilidad poner el foco en los mismos, pues lo nuestro es preservar, pero más aún, desarrollar hacia adelante un pensamiento sólido como las rocas, que perdure en el tiempo y sea testigo de las luchas contra las tiranías espirituales y del pensamiento, y contra las hegemonías políticas, económicas o ambientales de los poderes fácticos o legitimados que intentan someter a los pueblos. Y esto pasa entre otras cosas, por poner luz en los conceptos que nos guían.
Por ejemplo, hoy día, en este marco cultural que impera, más bien impregna nuestro espacio social, si preguntamos qué es ser un librepensador, muchos dirían simplemente que es aquel que tiene la libertad de pensar. Y punto. Es decir, la acción de pensar, de decir o expresar cualquier idea, cualquier opinión, aunque lo consideremos absolutamente disparatado.
Sin embargo – y aquí está el meollo del problema – la libertad de pensar cualquier cosa no hace de quien lo efectúa un librepensador. El concepto de librepensamiento fue forjado intelectualmente a mediados del siglo XIX, y él representa una actitud, una postura del pensar muy específica, que no la libertad de pensar cualquier cosa, por legítima que sea.
El librepensamiento es una corriente que estimula una forma de pensar sin dogmas, sin prejuicios, alejados de las supersticiones y de las ideas preconcebidas, que someten a los espíritus con cadenas mucho más fuertes de romper que las cadenas materiales. Librepensamiento es practicar el libre examen y el libre albedrío como una constante de vida. Es, teórica e intelectualmente, un método de búsqueda permanente de la verdad a través de la ciencia, la razón y la experiencia, partiendo del rechazo a creencias o a autoridades de cualquier tipo que pretendan imponerla.
El librepensamiento no es una ideología, ni es un dogma de tipo religioso o filosófico. Como señalamos más arriba, es una sensibilidad, una postura, una actitud, una metodología, que practican gentes de los más diversos ámbitos, posiciones filosóficas e ideológicas y creencias, pero con elementos comunes, el primero de ellos, el amor a la libertad en todos los órdenes, y considerar al librepensamiento como una vía de liberación personal y colectiva de los dogmas que han alienado a la humanidad, evitando el despliegue de sus potencialidades.
Por ello los librepensadores sostienen que el librepensamiento no puede que darse acantonado solo a nivel personal, pues la actitud librepensadora tiene importantes connotaciones cívicas y políticas.
Así podemos señalar que una República será tanto más sólida cuando sus ciudadanos tienen la mayor libertad de participación basada en la libertad de información y conocimiento, pero además en la capacidad de elegir racionalmente sobre aquello que trasciende el interés particular para discernir sobre el interés general de los ciudadanos. Y esto es más trascendente en esta época en dond e l a utilización de la inteligencia artificial para discernir tendencias, el neuro marketing para trabajar científicamente sobre las emociones y las fábricas de fake news, son instrumentos científicos altamente eficaces en la manipulación de masas, en particular en las redes sociales.
Por ello la preocupación de los librepensadores, más allá de sus opciones cívicas personales, sean por el necesario desarrollo y despliegue social de una cultura de democracia y de ciudadanía virtuosa, de una educación pública avanzada y unas opciones por parte del estado que dé garantías del cultivo de una espiritualidad libre y la formación de opciones ciudadanas. Por ello, el librepensador promociona la libertad de información y de conocimiento, que es lo que posibilita la libertad de pensamiento y de conciencia, y un método racional. Y consecuentemente, los librepensadores siempre han defendido la libertad de expresión y la laicidad, es decir, la no imposición por parte de una autoridad política o religiosa de sus dogmas o ideologías sobre el conjunto social, pues esto es justamente la garantía de la pluralidad de opciones, del respeto del pensamiento ajeno, de la educación sin dogmas y de la libertad de cátedra.
Ahora bien, si el concepto de librepensamiento y la calidad de una persona como librepensador es relativamente reciente, la actitud librepensadora ha sido constante a lo largo de la historia. Y, una de las facetas más interesantes del librepensamiento es la presencia permanente de la mujer buscando conquistar su autonomía. Y si bien es verdad que muchos librepensadores a lo largo de la historia no entendieron a cabalidad esta lucha, no es menos cierto que no podría haber una actitud librepensadora basada en la discriminación de otro ser humano, independiente del género, raza, color o cultura particular. Por ello a lo largo de la historia hemos visto siempre a hombres y mujeres comprometidos con estas posiciones, como lo fue Francisco Bilbao, quién en su época, criticaba al patriarcado y las leyes que lo protegían.Y debemos sacar del olvido, muchas veces interesado, a tantas mujeres que han dado todo de sí por este combate.
Y, han sido constantes asimismo a lo largo de la historia, quienes han combatido al librepensamiento. El oscurantismo, como así le llamamos los librepensadores, de diversas maneras y representando diversas variantes del pensamiento dogmático, pero en general muy vinculados a las estrategias de poder, siempre fue agresivo y represor del pensamiento libre, del racionalismo, del espíritu crítico, del espíritu científico, de la libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión.
No haré una historia del librepensamiento ni del martirologio librepensador.
Pero voy a señalar algunos pocos ejemplos, simplemente para que no se nos olvide que, sin este combate libertario a lo largo de la historia, nuestra historia actual, de precarias conquistas, a conservar y defender, tampoco hubiera tenido lugar. Nuestro presente de libertades individuales, de democracia y de adelantos sociales, no nos fue dada. Fue una conquista que se hizo con la dura lucha, con la vida y la sangre derramada de muchos librepensadores, quienes a lo largo de la historia dieron lo mejor de sí por la dignidad de las personas. De todas las personas. Y esto es particularmente relevante hoy, cuando se plantea con acuidad el combate por la autonomía de las mujeres.
Las libertades no nos fueron dadas, siempre han sido conquistadas, y siempre es posible perderlas. Esta es una gran enseñanza histórica que no debiéramos perder de vista.
Los oscurantismos siempre se han dedicado a extirpar el pensamiento libre.
Ya en la India, en el siglo V antes de nuestra era, es de cir, hace 2500 años, fue perseguida la escuela del filósofo Charvaka, creador del pensamiento lokaiata, quien negaba la autoridad d e los vedas y no creían en la existencia de otro mundo que no fuera este. Despreciaban el supuesto dominio de los dioses y explicaban la realidad por el sentido común. Y, por supuesto, no aceptaban la autoridad religiosa. Sostenían que la conciencia es un producto de la estructura material del cuerpo y desaparece con la vida. Esta corriente duró unos cerca de 9 siglos, hasta que fue finalmente exterminada, y sus escritos destruidos.
El Chan, es la versión china del budismo, que vino desde la India y se desarrolló a partir del siglo 4º aproximadamente, y constó de diversas escuelas.
El Chan no representó una ideología sistemática, sino una reacción contra el análisis textual y conceptual de los textos por parte de las escuelas oficiales, es decir, un rechazo a una especie de pensamiento oficial único y dogmático.
El filósofo francés André Comte-Sponville, poco sospechoso de dejarse llevar por tendencias místicas, mágicas o religiosas, se exclama a propósito del chan: “qué libertad, que insolencia, qué sentido de lo concreto y de la vida”.
Para el Chan, no hay necesidad de un gurú para liberarse. Linji, un maestro chan señalaba metafóricamente “Si tu encuentras al buda mátalo”. Es una vía de liberación espiritual personal aquí y ahora, no la promesa de una salvación en otro lado. Es lo contrario de la devoción, del dogma, de la religiosidad. El maestro Xuanjian señalaba a sus discípulos: “vístanse, coman, defequen, es todo. No existen los ciclos de muerte y renacimiento a temer, no existe un nirvana a alcanzar, no hay una iluminación a conquistar. Sean personas comunes, no se sientan obligados por esas cosas”. Fueron combatidos y perseguidos, pero su influencia perduró durante mucho tiempo.
Voy dejar de lado otros ejemplos, tal vez más conocidos, como la acción del oscurantismo en los espacios culturales musulmanes, judíos y cristianos.
Son más conocidos. Pero, me voy a detener un momento en dos de las llamadas herejías medievales, menos conocidas, pero con un signo distintivo que era una fuerte presencia de mujeres participando libremente junto a los hombres.
Los cátaros, que tuvieron una gran impronta entre los siglos XI y XIV en la Occitania, sur de Francia. Fueron considerados herejes por la iglesia católica que organizó una cruzada para destruirlos, y d e paso destruir un exitoso desarrollo cultural, político y económico autónomo basado en las comunas municipales. Bajo el catarismo la mujer jugó un rol preponderante, tanto en lo religioso como social. Participaba plenamente de la vida espiritual, y cumplía funciones sacerdotales. Según los propios cátaros, esa igualdad se sustentaba en “la igualdad metafísica” entre hombres y mujeres, no existiendo para ellos almas masculinas y almas femeninas. Esto creaba una paridad esencial. Por ello la mujer cátara podía cumplir diversos roles sociales, en otros lugares destinado solo a los hombres. Podían heredar por igual que sus hermanos varones, podían divorciarse, tenía una cierta libertad sexual y bajo ciertas condiciones podía tomar iniciativa en este plano, podían ser maestras y educar a niños y niñas de todas las clases sociales y podían incluso ser empresarias de éxito mientras que el marido jugaba un papel secundario en el entramado social. Fueron valientes mujeres, que se enfrentaron a un sistema feudal totalmente desigual, porque creían firmemente en la igualdad del ser humano y que al final, junto a sus hombres, dieron sus vidas por una creencia que les permitió desarrollarse como mujeres en una época de oscurantismo impuesta a base de hogueras, y espadas… Los últimos 210 cátaros que quedaban resistiendo, fueron exterminados en la hoguera el 16 de marzo del año 1244.
La otra llamada herejía, que deseo comentar era la Hermandad del Espíritu Libre. A diferencia de los cátaros que implicaban incluso un proyecto político sobre un territorio, este fue un movimiento que se dio en muchos lugares europeos, entre los años 1250 y 1600 aproximadamente, y sin tomar una forma orgánica, salvo en algunos lugares en donde vivían en comunidades.
Este movimiento se expandió gracias a los “begardos” y a las “beguinas”, especie de predicadores errantes mendicantes, y conquistaron adeptos en varios sectores sociales populares, e incluso entre mucha gente culta. La historia nos legó los nombres de varias mujeres referentes, como Marguerite Porete que escribió un libro “El espejo de las pobres almas”, que fue quemado, pero sobrevivieron algunos ejemplares; Matilde Magdeburgo, Heilwijch Blomart, Jeanne Dabenton, entre otras olvidadas, que fueron todas reprimidas y quemadas en la hoguera. Es una historia apasionante, que no puedo desplegar en este marco, pero puedo decir que pregonaban un culto a una vida de pobreza voluntaria, y adherían a una cierta idea metafísica neoplatónica y a un panteísmo radical. Para ellos dios estaba en toda cosa, y en cada parte del cuerpo humano. Dios representaba la esencia eterna de las cosas, pero no en su aspecto temporal. Solo al final de los tiempos todo volvería a dios. Incluso algunos señalaron que el cielo y el infierno eran solo estados del alma en este mundo y que no había ninguna forma posterior de premio o castigo.
Consideraban que toda criatura racional era bienaventurada por naturaleza. Los adeptos del espíritu libre señalaban que no solo se unían a dios, sino que eran idénticos a dios por siempre, incluso algunos señalaban que habían sobrepasado a dios. A menudo señalaban que ya no tenían necesidad de dios.
La comunidad de mujeres de Schweidnitz declaraba que, gracias a sus propios esfuerzos, sus almas habían adquirido una perfección mayor que la que tenían cuando emanaron de dios, y mayor aun que la que dios quería que tuvieran. En un escrito una de ellas señalaba: “Cuando Dios creó todas las cosas, yo las creé con él … Soy más que Dios ”.
Esta libertad de espíritu, les dio forma a sus vidas, naturalmente. Hombres y mujeres eran iguales, no tenían limitaciones morales y consideraban que, siendo libres por naturaleza, nada de lo que la naturaleza les pidiera era pecado. El erotismo y los contactos sexuales no eran pecaminosos y lo hijos eran criados por las comunidades. Consideraban que todas las cosas eran propiedad común y no reconocían la propiedad privada y consideraban que todas las cosas debían ser compartidas.
Por supuesto, los poderes institucionales no podían permitir este estado de cosas, y fueron perseguidos, y muchos quemados en la hoguera. Pero al ser un movimiento deslocalizado, su influencia perduró mucho tiempo, y fue una base importante para el surgimiento de ideas libertarias que se irían conformando tanto a nivel popular como intelectual, y que harían eclosión más tarde en particular en lo que se llamó el libertinismo en Francia y otros lugares europeos en el siglo XVII, que a su vez se integró con el formidable movimiento del Siglo de las Luces que desembocó en enormes procesos de cambios que abrieron el mundo moderno.
La historia está llena de ejemplos como estos de resistencia a la opresión, de búsqueda de la libertad espiritual, social o política, que se manifestaron de diversas formas y que dejaron su impronta y legado. Y sin mencionar a los miles de mártires anónimos o no, que han dejado sus vidas por una idea de libertad, por amor a la ciencia, por querer simplemente un sistema de vida libre, o por ser racionalistas. No olvidemos aquí, la conquista de nuestro continente , por la espada y la cruz, que diezmó a los pueblos originales, y que continuó más tarde con la Inquisición que persiguió a lo largo y ancho del continente a miles de personas por el hecho de ser luteranos, judíos, calvinistas, masones o patriotas que querían la libertad de nuestros pueblos del colonialismo. Así como tampoco debemos olvidar como americanos que somos, que nuestra independencia se hizo en lucha también contra el Vaticano, que daba el apoyo institucional al Rey Fernando de España, lo que hace incomprensible que hoy la Iglesia Católica se presente frente a nuestros pueblos como participante de las gestas independentistas a las cuales su Institución oficialmente se opuso.
Estimados amigos y amigas, el librepensamiento organizado a partir de la mitad del siglo XIX, fue dando conceptualidad a la idea. Un hito en ese sentido, fue el Congreso del Librepensamiento de Roma en 1904, que llevó a nuestra idea a unas definiciones básicas que son en general las que nos han guiado hasta hoy, y conservan su actualidad en muchos aspectos. Se definió al librepensamiento como laico, democrático y social; es decir que, en nombre de la dignidad de la persona humana, rechaza el triple yugo: el del poder abusivo de la autoridad en materia religiosa, el del privilegio en materia política y el de la explotación en materia económica. El librepensamiento ejerce ante todo una mirada crítica hacia todo poder, sea este espiritual, político y/o económico, pues hoy la mayoría de las veces se confunden unos con otros.
Sin embargo, pensamos que hacia adelante deberían ajustarse mejor a nuestros desafíos actuales y futuros. Por esta razón, desde el librepensamiento debemos estudiar, analizar y poner una atención particular sobre nuevas realidades que se superponen a las ya existentes. No voy a ser exhaustivo, sino solo mencionar algunos campos para el análisis.
I) La democracia, que es gran una aspiración para muchos pueblos de nuestra Humanidad. Es una excelente cosa que debemos apoyar, sin olvidar que no todo lo que se llama democrático resiste el menor análisis. Pero esto implica asimismo que debemos prestar atención a la democracia realmente existente. Y aquí, es inevitable concluir que la democracia necesita ser perfeccionada, lo que significa prestar atención a varios aspectos, como ser:
- su calidad, para evitar los desvíos, y en particular, el respeto del rol de las minorías ejerciendo el control sobre las mayorías que podrían ejercer despóticamente el poder, y la real independencia de los organismos de control;
- la transparencia: que significa el control de los financiamientos de los movimientos políticos y control de la corrupción, el cáncer de la democracia;
- el populismo, como recurso al líder carismático frente, justamente, a la pérdida de la calidad democrática y como recurso a las debilidades del sistema.
II) Otro aspecto, a que nos veremos enfrentados los librepensadores, es más sutil, pero no por ello menos grave: es el poder de la tecnología y la inteligencia artificial sobre nuestro pensamiento y sensibilidad. Esto tiene particular incidencia actualmente con las fábricas de falsas noticias. Esto deteriora gravemente la calidad de la virtud republicana de los ciudadanos, para ejercer de manera objetiva sus derechos políticos. Pero también hay que estudiar otras tentaciones tecnológicas, como ésta que se está estudiando fuertemente hoy, que, frente a determinadas infracciones o delitos comunes y repetitivos, dejar a los algoritmos ejercer un rol de justicia, sin necesidad de la acción humana.
III) La laicidad: que continúa siendo un combate esencial. Clásicamente, tiene que ver con la separación de las religiones del Estado, como una necesidad democrática. La religión, pero también las ideologías, deben mantenerse en el ámbito privado, y no hegemonizar el espacio público. Pero, también debemos ver cómo encarar hoy, desde el enfoque laico, la ideología del mercado, que se introduce fuertemente incluso desde las escuelas primarias. En este sentido, las ayudas llamadas solidarias desde las empresas o corporaciones a las escuelas públicas, bajo el amparo de lo que llaman “Responsabilidad Social Empresarial” en particular en los países pobres, muchas veces deviene en una verdadera intromisión ideológica, reproductora de su modelo social, y actúan de la misma manera que lo hacen las religiones. No es de extrañar, desde esta perspectiva, la vinculación de ciertas religiones con esa perspectiva empresarial, como lo hacen las iglesias pentecostales en América Latina. Aquí la indefensión de los poderes públicos, aun en Estados oficialmente laicos, abre las puertas a estas nuevas injerencias que deterioran, en particular en la niñez, la educación de un pensamiento crítico.
IV) La gobernanza global. El mundo comienza a tomar conciencia de que tiene problemas globales, como los económicos y ecológicos, que no podrán resolverse en el estricto marco de los Estados nacionales. Hay reacciones de resistencia, encierros nacionales, tendencias estrechas, que se manifiestan en el re ch azo del otro. Se construyen muros, cuando el mundo actual necesita de puentes, entendimientos, diálogos… Los librepensadores debemos ayudar a construir el mundo global y una gobernanza mundial que sea democrática, laica, solidaria y respetuosa de los derechos humanos. El encierro nacional solo traerá peores perspectivas, aunque le resulte beneficioso a algunos en el corto plazo. Los problemas de los regímenes despóticos, de los intercambios económicos desiguales, de la pobreza, de las migraciones y del cambio climático, no se resolverán sin acuerdos globales que se respeten.
Y, por último, dos grandes y preocupantes temas.
Primero, la tecnología robótica y el trabajo humano. No voy a abundar, pero ya es un enorme debate y un gran desafío para el mundo del trabajo a escala global.
Y, después, que la ciencia y la tecnología nos ponen frente a la posibilidad cierta de un nuevo ser humano. O de un nuevo ser partiendo del ser humano. Hoy estamos en plena época del ser humano reparado, y se están logrando maravillas en materia de implantes de órganos o de prótesis. Y estamos entrando rápidamente en la era del ser humano con posibilidades aumentadas a partir de la fusión de la ingeniería genética y las tecnologías de punta. Pero, la filosofía trans-humanista nos lleva hacia una nueva perspectiva: el post-humanismo, que es la creación evolutiva desde el ser humano actual, a una nueva especie, que sería más completa y de más larga duración, tocando, al menos en la teoría, la posibilidad de una casi inmortalidad. Es una nueva y fuerte utopía para un mundo con falta de perspectivas. ¿Tenemos los librepensadores algo para decir frente a estos enfoques a todas vistas alucinantes?
Para concluir, queridos amigos y amigas todos: el librepensamiento como idea, tiene una historia. Y tiene un hermoso presente, pues el librepensamiento sigue siendo una idea viva. Pero, para nosotros librepensadores, asimismo implica un gran desafío. Eventos como los de hoy, atestiguan de la vigencia de la idea, recordando nuestros combates del pasado, nuestra presencia librepensadora del presente, y nos llama a pensar el futuro.
Y esto, porque más allá y más acá de donde nos situemos en los diversos órdenes de la vida personal y colectiva, seguramente nada podrá suplantar esas cosas esenciales como son las libertades de conciencia, de pensamiento y de expresión. Sin ellas y sin esa actitud de buscar la verdad y de actuar por los demás, por los hombres y mujeres en concreto, no habría a bien decir, librepensamiento. Queridos amigos y amigas, nos compete a nosotros, librepensadores, donde estemos, hacer de esta idea una acción liberadora, pues, parece cada vez más claro, que el librepensamiento, como pensamiento crítico, es esencial para la construcción humana del futuro. Muchas Gracia.
Elbio Laxalte Terra