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El laicismo, fundamento de los derechos

“Era una niña, la vida no la había quemado aún. ¿Por qué no era feliz? La clara manifestación de su infelicidad era una acusación. Él habría querido partirle el cuello, pero tiernamente. La culpa y la impotencia se lazaron en un dúo bilioso. ¿Qué podía él hacer por ella? ¿Qué podía darle? ¿Qué podía decirle? ¿Qué podía un negro arruinado y consumido decirle a la espalda encorvada de su hija de once años?”. Toni Morrison. Premio Nobel de Literatura, 1993.

Muchos siglos cargados de injusticia, abuso de poder y de un gran dolor. Muchas mujeres dedicando su vida a romper techos de cristal recorriendo tortuosos laberintos legales, a derribar muros de intolerancia, a mostrarse capaces, a tejer redes de sororidad. Al fin, en la Conferencia de Viena, en 1993, se declara al mundo que “los derechos de las mujeres son derechos humanos” y que “los derechos humanos son derechos de las mujeres”.

Años antes, la ONU abrió las puertas a organizaciones de mujeres que clamaban contra las injustas condiciones en las que las leyes de sus países las colocaban como “objetos y no como sujetas de derechos”. Ellas, desde el pensamiento, construyeron la teoría y la perspectiva de género, en la que explican claramente que la situación de unas está en íntima relación con la de los otros, es decir, las obligaciones de las mujeres las colocaban en una situación de dependencia de los hombres y no como seres humanas libres para decidir por sí mismas su propia vida.

En el sitio de EuroPROFEM se afirma: “La Perspectiva de Género, llamada tambiénenfoque de género, se basa en la Teoría de género y se inscribe en tres paradigmas: el paradigma teórico histórico-crítico, el paradigma cultural del feminismo y elparadigma del desarrollo humano”.

Por ello, “la laicidad, entendida como el establecimiento de las condiciones jurídicas, políticas y sociales idóneas para el desarrollo pleno de la libertad de conciencia”, es una condición ineludible para que un país garantice a la mitad de su población, las mujeres, el acceso a sus derechos humanos que amparan la igualdad de género.

La laicidad es fundamental, ya que en casi todas las religiones se privilegia a los hombres. Las mujeres se miran como de segunda, como las servidoras, como las que deben obediencia. Estas muchas religiones han convertido en tradiciones, mitos, ritos y estereotipos que quieren quienes tienen el poder, “naturalizar”, diciendo que los siglos les dan la razón: está en la “naturaleza” de las mujeres, obedecer. ¿Y quién no obedece si corre riesgo su vida, su integridad, su familia?

La formación ciudadana es uno de los pendientes más graves en este país. Es factor vital para la participación y el desarrollo. Defender la libertad de conciencia es imperativo. Y no, no es sometiendo a las y los pequeños al adoctrinamiento como se logra construir una ciudadanía autónoma y capaz para enfrentar los retos. Es informándoles de sus derechos, dando oportunidades para su ejercicio, permitiendo la búsqueda de opciones.

La promoción de la formación ciudadana, indispensable para que haya ciudadanos comprometidos con el devenir de la sociedad, para defender sus derechos como es, por ejemplo, el derecho de cada ciudadana/o de poder elegir, en uso de su autonomía, la religión a la cual adscribirse o el permanecer ajena/o a creencias religiosas.

El valor moral central debe ser la libertad individual, de mujeres y hombres, que debe protegerse como un derecho básico ante la interferencia del Estado. La igualdad también, en el mismo plano de importancia, pues todos los seres humanos tienen los mismos derechos fundamentales. Y reconocer la libertad de las personas de profesar la religión de su preferencia (o de no profesar ninguna) y saber que puede haber una pluralidad de religiones, lo que conlleva valores como la tolerancia y el respeto a la pluralidad.

Imprescindible que nuestras y nuestros representantes conozcan la Convención Internacional en contra de todas las formas de violencia hacia las mujeres, CEDAW, ratificada por el Senado de México, y la Convención de Belém Do Pará.

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