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El incómodo silencio de España en el genocidio yazidí a manos del Estado Islámico

A diferencia de Francia o Portugal, el Congreso de los Diputados no ha reconocido oficialmente la limpieza étnica y la violencia sexual que perpetró el IS contra la minoría yazidí.

Hace unos días una joven yazidí fue rescatada de la provincia siria de Deir Ezzor. Había sido secuestrada junto a otras miles de mujeres y niñas en agosto de 2014 en la vecina Irak y convertida en esclava sexual del autodenominado Estado Islámico. Siete años después, el horror sigue traumatizando al pueblo yazidí. Su batalla por la justicia continúa tan vigente como insatisfecha, cada vez más sepultada en la escena internacional. En España el silencio es aún más notorio porque, a diferencia de los países vecinos, el Congreso de los Diputados ni siquiera ha reconocido el genocidio yazidí.

Países e instituciones que han reconocido el genocidio yazidí

  1.  Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Enero de 2016
  2.  Parlamento Europeo. Febrero de 2016
  3.  Cámara de Representantes de Estados Unidos. Marzo de 2016
  4.  Cámara de los Comunes del Reino Unido. Abril de 2016
  5.  Cámara de los Comunes de Canadá. Junio de 2016
  6.  Asamblea Nacional de Francia. Diciembre de 2016
  7.  Parlamento de Australia. Febrero de 2018
  8.  Parlamento de Portugal. Noviembre de 2019
  9.  Naciones Unidas.
  10.  Cámara de Representantes de Bélgica. Junio de 2021
  11.  Cámara de Representantes de Países Bajos. Julio de 2021
  12.  Irak. Noviembre de 2014
  13.  Parlamento de Armenia. Enero de 2018
  14.  Parlamento de Escocia. Marzo de 2017

“Cuando el IS [Estado Islámico, por sus siglas en inglés] invadió Sinyar en 2014, temimos por nuestras vidas. Estoy convencida de que ahora la amenaza más implacable a la que se enfrenta mi comunidad es la indiferencia de quienes están en posiciones de poder”, reconoce Nadia Murad, el rostro de las 6.700 mujeres y niñas yazidíes que fueron raptadas y convertidas en esclavas sexuales, vendidas al mejor postor en los mercados del extinto califato. Murad recibió en 2018 el Premio Nobel de la Paz y continúa hoy empeñada en restañar sus heridas y las de una minoría que en cuestión de horas perdió su hogar en el norte de Irak y vive hoy desperdigada por campos de refugiados y el exilio. Miles de sus miembros permanecen en fosas comunes y otros tantos en paradero desconocido.

La resiliencia del pueblo yazidí, seguidor de una fe vinculada al zoroastrismo que mezcla elementos de antiguas religiones mesopotámicas con los credos cristiano y musulmán y a cuyos fieles los yihadistas consideran “adoradores del diablo”, ha sido ampliamente ignorada en la política española. La única iniciativa hasta la fecha fue presentada en 2017 en el Congreso de los Diputados. La proposición no de ley sobre el reconocimiento del genocidio yazidí vagó por la comisión de Asuntos Exteriores hasta que en marzo de 2019, meses después de la moción de censura, el fin de la legislatura certificó su defunción.

El reconocimiento visualizaría que el Congreso de los Diputados recupera alguna de sus esencias

BEATRIZ BECERRA, EX EURODIPUTADA

Ningún grupo ha resucitado desde entonces una iniciativa similar. Durante la actual legislatura, se ha presentado, en cambio, una proposición no de ley para reconocer el genocidio armenio, ocurrido entre 1915 y 1923, y se ha interpelado al Gobierno acerca del “potencial genocidio” de los uigures en China. La causa yazidí, sin embargo, ha quedado completamente olvidada para sus señorías.

“El reconocimiento visualizaría que el Congreso recupera alguna de sus esencias, que entiende lo que significa la defensa de los principios fundamentales y ser parte de la Unión Europa y sus compromisos”, opina en declaraciones a El Independiente Beatriz Becerra, ex eurodiputada española y una de las principales artífices del reconocimiento que en febrero de 2016 ofreció el Parlamento Europeo a la limpieza étnica contra los yazidíes. “Sería un buen paso en un país en el que se banalizan tantas cosas, empezando por la propia definición de genocidio”, agrega.

Niños yazidíes en un campo de desplazados cerca de Sinyar

Las cifras de una pesadilla sin fin

Esclavas sexuales.2.800 mujeres y niños permanecen desaparecidos.Desplazados.Unos 200.000 yazidíes siguen desplazados en el interior de Irak.Regreso a casa.Más de 150.000 yazidíes viven, de nuevo, en el monte de Sinyar sin el suministro médico necesario para afrontar la pandemia. El acceso a electricidad y agua es limitado.Supervivientes.Las mujeres y niñas que sobrevivieron al horror del IS siguen sufriendo el trauma.

Presión sobre España

Desde las organizaciones que mantienen viva la precaria situación de los yazidíes y su reclamación de justicia y reparación avanzan que intentarán en los próximos meses abrirse camino por la carrera de San Jerónimo. “Haremos lo posible para llegar hasta los diputados españoles a través de amigos y aliados. Todo país signatario de la convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio tiene la obligación de reconocer este genocidio, incluido España”, señala en conversación con este diario Pari Ibrahim, directora ejecutiva de la fundación Free Yezidi.

Todo país signatario de la convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio tiene la obligación de reconocer el yazidí, incluido España

PARI IBRAHIM, DIRECTORA EJECUTIVA DE LA FUNDACIÓN FREE YEZIDI

Para escarnio propio, nuestros vecinos ya reconocieron lo evidente hace años. La Asamblea Nacional francesa aprobó la resolución hace cerca de un lustro. En noviembre de 2019 el Parlamento luso se sumó a una iniciativa a la que acaban de adherirse las cámaras de Países Bajos y Bélgica. “El reconocimiento es importante. La comunidad internacional no resolverá el asunto del IS y el dolor que ha ocasionado si sus crímenes ni siquiera pueden ser confirmados. El reconocimiento es el primer paso”, subraya Ibrahim. “Las resoluciones en los parlamentos ayudan a cementar un relato incontrovertible: el mundo sabe y reconoce cuando se lleva a cabo un genocidio”, añade.

«¿Dónde está el plan para perseguir al IS por genocidio y violencia sexual? ¿Dónde está el plan para ayudar la recuperación de la comunidad yazidí? No podemos hacerlo solos. Y más allá de un plan, debe haber acciones»

NADIA MURAD, PREMIO NOBEL DE LA PAZ

La indiferencia que, siete años después, suscita a nivel internacional el terror padecido por esta minoría a caballo de Siria e Irak se multiplica en territorio español. “Aprobar el reconocimiento significaría estar donde debemos estar, que es con los países solventes, serios y fiables en estas cuestiones”, apostilla Becerra. “La memoria va a asociada a la justicia. No puede haber lo uno sin lo otro, especialmente cuando tienes las herramientas. Y si no las utilizas es porque no quieres, por lo que habría que justificarlo, o no puedes”, arguye.

Sin justicia ni reparación

Alejada ahora del foco de atención, la implacable persecución a la que las huestes del IS sometieron a los yazidíes sigue plenamente vigente. “Alrededor de 2.800 mujeres y niños permanecen desaparecidos o en cautiverio en Irak y Siria. Es una gran vergüenza que la comunidad internacional les haya dado la espalda”, lamenta Murad. Su madre fue asesinada y seis de sus hermanos permanecen oficialmente desaparecidos. “Después de siete años, no puedo comprender por qué no se ha hecho justicia con mi familia y mi comunidad. ¿Por qué los criminales del IS siguen libre mientras mis cuñadas y mi sobrino siguen cautivos?”, se interroga quien en 2016 recibió el premio Sájarov junto a la también superviviente Lamiya Hayi Bashar.

Beatriz Becerra, la reina Letizia y Nadia Murad
Beatriz Becerra, la reina Letizia y Nadia Murad

“¿Dónde está el plan para perseguir al IS por genocidio y violencia sexual? ¿Dónde está el plan para ayudar la recuperación de la comunidad yazidí? No podemos hacerlo solos. Y más allá de un plan, debe haber acciones”, exige. La comunidad trata de digerir todavía las consecuencias del calculado genocidio, víctima de una madeja de fosas comunes, biografías en paradero desconocido, pueblos destruidos y vidas suspendidas en campos de desplazados o bajo los pliegues de un desgarrador exilio. Una realidad sombría que ha disparado la cifra de suicidios entre quienes vivieron para contarlo.

El mundo ha mirado hacia otro lado. Si no podemos culpar al IS de genocidio, ¿qué crímenes lograrán unir a las democracias y qué mensaje enviamos a los terroristas?”

AMAL CLOONEY, ABOGADA DE NADIA MURAD

El ajuste de cuentas judicial contra los responsables de ordenar y ejecutar el fusilamiento de hombres y ancianos, la esclavitud sexual de mujeres y niñas y el adoctrinamiento de menores como soldados apenas ha comenzado. El equipo creado por la ONU para reunir las pruebas y preparar los juicios no ha conseguido progresos destacados, lastrado por la escasez de recursos, y una gran causa en la Corte Penal Internacional se antoja aún una quimera. “La justicia es el inicio de cualquier recuperación”, establece Amal Clooney, la abogada de Murad. “En su mayoría, el mundo ha mirado hacia otro lado. Si no podemos culpar al IS de genocidio, ¿qué crímenes lograrán unir a las democracias y qué mensaje enviamos a los terroristas?”, denuncia la letrada.

Restos de ropa y huesos en una fosa común de yazidíes en el norte de Irak
Restos de ropa y huesos en una fosa común de yazidíes en el norte de Irak F. CARRIÓN

El modelo de Alemania

Alemania ha ejercido un papel modélico, en las antípodas de España. Acogió y ofreció terapia a cientos de mujeres que sobrevivieron a las violaciones y las golpizas de sus captores y lograron escapar o ser rescatadas. La justicia germana ha iniciado procesos judiciales contra yihadistas retornados a partir del testimonio valiente de las víctimas.

“En Alemania los miembros de IS están cumpliendo condenas por crímenes de lesa humanidad y el primer juicio por genocidio acaba de arrancar”, destaca Clooney. “Esperemos que en los próximos siete años veamos una acción mucho más concertada para arrestar y procesar a los combatientes y colaboradores del IS”, recalca. Becerra lamenta el olvido que se va adueñando de los yazidíes. “Es una de las tantas causas que se acumulan en las orillas de este corazón de la democracia que se llama Europa. Le damos brillo y loor y luego desaparecen”, concluye. 

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