¿No se le ha ocurrido, a este machorro cobarde que se ampara en el Corán, que también puede enseñarle una catedrática? Aunque yo le pondría a una luchadora de sumo, quizá lo ideal, para que no se conturbe, sería que estudiara con Fraga Iribarne, que no sólo es uno de los padres de nuestra Carta Magna, sino que podría entretener al imán con el anexo "tocar pechitos, qué menudencia".
Lo más sorprendente (espero que la Ley Integral lo remedie) es que al propagandista de pegar a las mujeres sin dejar huella se le haya tenido que juzgar por un artículo del Código Penal que castiga sólo con penas de uno a tres años de cárcel "a los que provocaren la discriminación, el odio o la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía". Todo en el mismo paquete: puedes ir a por cualquiera que pertenezca a los estamentos mencionados, señalarle con el dedo y dar lecciones para que lo zurzan, en la seguridad de que saldrás libre con una multa, una especie de penitencia menor y un pelillos a la mar.
Además del imán, sólo ha habido otro condenado por violar este artículo, un neonazi que vendía libros y material propagandístico que negaban el holocausto. Tampoco llegó a cumplir condena.
Y la verdad es que, releyendo el dicho artículo del Código Penal, ganas me entran de escribir artículos acerca de cómo deberíamos golpear sin dejar rastro a los jueces y juezas, que sin duda pertenecen al capítulo "grupos y asociaciones". Total, para lo que me harían.