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El «hijab» que desafía un feudo de los laboristas

Salma Yaqooh, que parte como favorita en su circunscripción, busca convertirse en la primera mujer musulmana que consigue el acta de diputada

Cuando el uso del hijab por algunas escolares está siendo objeto de enconado debate en España, una de las imágenes más novedosas que apuntan las elecciones británicas es precisamente el ingreso en Westminster de una diputada con el pañuelo cubriéndole la cabellera. Salma Yaqooh, mujer y musulmana, parte como favorita para arrebatar a los laboristas el escaño de su circunscripción de Birmingham. Su protagonismo en la campaña, al igual que el de otras tres candidatas del mismo perfil que figuran en posición destacada (entre un total de 16), encarna una pequeña revolución también en el seno de la propia comunidad. Porque todos los políticos musulmanes que han conseguido hasta la fecha el acta de diputado fueron hombres: desde el primero, en 1997, hasta los cuatro del Parlamento recién disuelto.

Todos eran también laboristas, pero las intervenciones militares en Irak y Afganistán, aunque sobre todo la gestión de la crisis económica, ha distanciado a muchos musulmanes que se decantaban en grueso hacia este partido. Esa es una de las bazas que juega Yaqooh, la musulmana más prominente de la vida pública, activa concejal en su ciudad y cuya popularidad supera con creces a la de la formación que la respalda, Respect, liderada por el estridente ex diputado del laborismo George Galloway. Incluso liberal demócratas y conservadores llegaron a cortejarla a raíz de su participación estelar en el programa de la BBC Question Time, a principios de año.

La candidata que luce con orgullo su pañuelo abraza asimismo posiciones nítidamente de izquierdas a la hora de encarar las cuestiones que más preocupan al electorado de Birmingham, el desempleo, la escuela, la vivienda y la seguridad ciudadana. El voto musulmán no llega al 3% del electorado, pero está muy concentrado en zonas urbanas y, por tanto, resulta decisivo en algunas circunscripciones. "Mis valores son los del laborismo tradicional y no los de ese New Labour que se ha deslizado hacia la derecha", es la proclama de Yaqooh. El hecho de que su rival por ese partido, Roger Godsiff, fuera uno de los principales protagonistas del escándalo de corrupción parlamentaria (su nómina de gastos fue una de las más altas entre los diputados ingleses) puede procurar el último empujón a las aspiraciones de Yaqooh.

La liza se presenta difícil, asegura ella misma, porque debe disputarla en varios frentes. Está claro que los votantes no musulmanes se sienten amenazados cuando le inquieren sobre el hijab como símbolo de opresión, cuando le fuerzan a subrayar que es tan británica como ellos o a garantizar que no avala el terrorismo de ningún signo. Algunos de aquellos que comparten su misma fe no ven, en cambio, con bueno ojos que apoye los derechos de los gays ("me opongo a cualquier tipo de opresión"), mientras los sectores más inmovilistas recriminan a su marido que la deje participar en la vida política. En definitiva, que sea mujer y que exprese sus opiniones con entera libertad. Por todo ello, Salma Yaqooh también puede convertirse en un de las portaestandartes del cambio.

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