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El Gobierno iraquí gasta decenas de millones de dólares en varillas de zahorí para detectar bombas

El Ministerio del Interior iraquí ha gastado decenas de millones de dólares en varillas de zahorí, disfrazadas de alta tecnología, para detectar bombas. La máquina en cuestión, llamada ADE 651, consiste en una empuñadura y una varilla, carece de batería u otra fuente de enegía, se carga al caminar el operador y, si hay explosivos cerca, la varilla apuntará a ellos, según se explica en un reportaje publicado The New York Times. Su fabricante, la firma británica ATSC, sostiene que puede detectar "todas las drogas conocidas y sustancias que contengan explosivos" basándose en "la atracción electrostática de largo alcance de iones altamente cargados".

El reportero Rod Nowland indica en The New York Times que el dispositivo se usa en cientos de controles policiales en Irak, país que en 2008 compró 800 unidades por 32 millones de dólares, a las que hay que sumar una cantidad sin especificar por otros 53 millones. El precio de cada "equipo avanzado portátil de detección de explosivos y narcóticos" oscila entre los 16.500 y los 60.000 dólares (entre 11.000 y 40.000 euros), y lo utilizan ya fuerzas militares y policiales de China, Kurdistán, Líbano y Tailandia, además de Irak, según el fabricante. ATSC asegura que el ADE 651 puede detectar las sustancias indicadas a 650 metros de distancia en tierra y hasta a 5.000 metros si se emplea desde una aeronave.

El detector prodigioso -de cuya existencia me ha alertado Pau Bosch i Crespo- funciona "según los mismos principos que la ouija", ironiza en el diario neoyorquino el teniente coronel retirado Hal Bidlack, de la Fuerza Aérea de EE UU. Dale Murray, jefe del departamento de los Laboratorios Sandia que prueba dispositivos militares, afirma que éste y otros aparatos similares cuyo funcionamiento carece de bases científicas tienen la misma efectividad a la hora de detectar bombas que cualquiera por azar. Sin embargo, el responsable iraquí para el control de explosivos, general Jehad al-Jabiri, dice que le importan un bledo las pruebas cientíticas, que él sabe más que nadie de explosivos y que prefiere recurrir al ADE 651 que a perros adiestrados. Ya sabemos ahora por qué explotan tantas bombas en Irak a pesar de los numerosos controles policiales, porque las autoridades locales han apostado por la magia, por una variante explosiva del zahorismo, frente a la técnica.

El ilusionista James Randi, experto en la denuncia de la anticiencia, se comprometió en octubre de 2008 a pagar un millón de dólares a ATSC si demostraba que su producto hace lo que dice y demostró, de paso, sus dotes de videncia: "Los fabricantes, distribuidores, proveedores, anunciantes y distribuidores del dispositivo ADE 651 son delincuentes, mentirosos y ladrones que ignorarán este desafío porque saben que el dispositivo, la teoría, los principios descritos de funcionamiento y las descripciones técnicas que ofrecen son tonterías, mentiras, un fraude". ATSC ha hecho, obviamente, oídos sordos al reto de Randi contra una anticiencia que mata.

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