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El gitano de los Balcanes

Reivindica lo laico frente a lo religioso. «He estado muy influenciado por la música religiosa pero, como balcánico, he tenido una experiencia muy traumática con la religión, que estuvo muy presente incluso durante el comunismo. Al final lo

En la amplia oferta lúdica de la llamada Noche Blanca de Bilbao destaca la presencia estelar del influyente e innovador músico balcánico Goran Bregovic, que regresa por estos lares para ofrecer el concierto que año pasado tuvo que suspender a causa de la lluvia. Singular y renovador compositor, instrumentista y director musical, Bregovic lleva más de tres décadas combinando lo contemporáneo con lo secular, lo sacro con lo profano y la ortodoxia clásica con la vitalidad del rock y las músicas populares. En esas coordenadas se enmarca ‘Alkohol’, espectáculo, obra y disco homónimo que esta noche (23.45 h.) presenta junto al Museo Marítimo, acompañado por su gitana Banda de Bodas y Funerales , un coro mixto de ocho voces y un quinteto de cuerda, encarnando a una pequeña orquesta de cámara bajo el influjo del rigor clásico europeo, la tradición judía (kletzmer) y la oriental.
Fue su colaboración con el músico y cineasta Emir Kusturica en ‘El tiempo de los gitanos’ (89) lo que propició el eco de su banda para filmes posteriores como ‘Arizona Dream’ (93, con Iggy Pop) o ‘Underground’ (95), que suelen formar parte de su repertorio habitual. «A Kusturica le conocí en los 70 cuando tocaba el bajo en un grupo punk; si no me hubiera reunido con él en París no sería el músico que soy ahora. Ser emigrante ha sido crucial para mi música. Una parte importante de la historia del arte es emigrante. Ese exilio fue muy importante; claro que hubiera sido mejor sin necesidad de la guerra».
Estrella del rock con Tito
Pese a su relación con el cine, Bregovic es mucho más que un ambientalista de películas. Músico de largo recorrido y amplitud de miras, comenzó su carrera en los setenta como rockero estelar en la Yugoslavia de Tito con Bijelo Dugme (Ratones Blancos), grupo con el que grabó una quincena de discos, vendió millones y se convirtió en ídolo juvenil. Y, claro, eso marca. «Una vez que has sido rockero te conviertes en una especia de inválido para el resto de tu vida, necesitas divertirte siempre. Incluso cuando toco con más de 50 músicos necesito sentir que todo el mundo pasa un buen rato», apuntó en su primera vista, hace ocho años.
Para lograrlo, Bregovic propone una música tan sincrética como el código genético de este músico nacido hace 61 años en Sarajevo de madre ortodoxa serbia y padre católico croata y casado, además, con una musulmana de Bosnia. Desde los noventa gira con su influyente orquesta gitana deudora de las charangas populares o ‘tarafs’ que acompañan a fiestas, nacimientos, bodas y funerales y forman parte del paisaje sonoro balcánico desde que los turcos comenzaron, en el siglo XIX, a incorporar músicos zíngaros a sus marciales bandas de metales. «Musicalmente, las bodas y los funerales ortodoxos no son muy diferentes. En ambos se suele beber y cantar música alegre y triste al mismo tiempo. Soy un creador local pero la música no entiende de fronteras. Puede gustar tanto a los aficionados a la clásica como a la contemporánea, el jazz, el rock, la étnica o la tradicional».
Su sonido festivo y catárquico parte del lado más racial del folclore de los Balcanes, enriquecido con aportaciones de la música popular, militar y religiosa. Bregovic sabe por experiencia que la religión acentúa conflictos como el que sufrió su país durante una década y forzó su exilio voluntario a París y Estados Unidos. Llegó a unir los tres credos monoteístas combinando su orquesta gitana con la Andalusí de Tetuán, un coro ortodoxo de Moscú y un cuarteto de cámara polaco, pero reivindica lo laico frente a lo religioso. «He estado muy influenciado por la música religiosa pero, como balcánico, he tenido una experiencia muy traumática con la religión, que estuvo muy presente incluso durante el comunismo. Al final lo que nos une es lo laico, lo que vivimos por encima o al margen de las religiones».
La síntesis de Brogovic también suscita controversias. Músicos de su órbita le han acusado de firmar como propios temas basados en melodías balcánicas seculares, caso de su ‘hit’ ‘Kalashnikov’. «Partir de lo tradicional es algo muy popular en mi zona de origen. No hay más que escuchar a Stravinsky o Bartok», se defiende el músico, que, pese a ser un líder de opinión en su ámbito, nunca ha querido impregnar de política sus creaciones. «Ese es un lujo de los artistas occidentales, que creen que pueden cambiar el mundo».
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