Arabia Saudí es cuna de esta rígida doctrina, que accedió al poder en 1924 con el ascenso también de la tribu Al-Saud, la dinastía del actual rey Fahd
El fundamentalismo más extremo del mundo musulmán no es ajeno a Arabia Saudí. Bien al contrario, la doctrina oficial del reino, la wahhabí, se halla, junto con el chiísmo iraní, entre el islamismo más radical, y los habitantes de Arabia lo maman desde su nacimiento hasta la muerte en el seno de una sociedad radical donde las autoridades castigan con dureza cualquier desvío.
La doctrina wahhabí tiene su origen en el siglo XVIII y toma su nombre de un predicador llamado Muhammad Ibn Abdul Wahhab Naydi (1699-1792), que estableció su propia escuela en reacción a la corriente sunní que predominaba en la península arábiga, y que el estricto Ibn Abdul Wahhab consideraba corrupta. Su predicación fue bien recibida por la tribu Al-Saud, la dinastía del actual rey Fahd, la primera en convertirse a la nueva doctrina.
El fundador del wahhabismo fue apoyado por Inglaterra, ya que los ingleses buscaban la forma de destruir el Califato que en esa época tenía su sede en Istanbul. Los británicos consideraban que la mejor manera de hacerlo era desde dentro, promoviendo la inestabilidad, y la península arábiga formaba parte del Imperio Otomano. Rigidez religiosa
La rigidez religiosa de Ibn Abdul Wahhab se ve claramente en la fatwa (dictamen jurídico) que dejó y en la que afirmaba que era lícito matar a hombres, mujeres y niños de otras confesiones musulmanas. A los primeros wahhabíes se les atribuye la muerte de 100.000 suníes en las guerras santas con que combatieron a sus vecinos.
El acceso al poder del wahhabismo no se produjo hasta 1924, cuando la tribu Al-Saud conquistó La Meca. En 1931 tomó la ciudad de Medina y al año siguiente estableció el Estado de Arabia Saudí. Desde entonces, la dinastía saudí ha gobernado el país convirtiendo el wahhabismo en la doctrina oficial.
Con el dinero de las explotaciones petrolíferas, la Casa Al-Saud ha fomentado en Arabia Saudí el islamismo más radical del mundo. Y en consecuencia, lo mismo ha financiado las madrasas de los talibanes en Afganistán que las mezquitas más radicales que existen en Occidente. Además de Afganistán, en el siglo XX han recibido influencia del wahhabismo otros movimientos reformistas de India, Indonesia, el norte de África y Sudán.
El ambiente
El estricto ambiente que domina el reino saudí ha servido de caldo de cultivo ideal para extremistas y visionarios, entre quienes se cuenta Osama bin Laden. Muchos grupos wahhabíes radicales han acabado fuera del control de las autoridades y Arabia Saudí ha sido en los últimos años el teatro de frecuentes atentados antioccidentales. Desde las tribunas de muchas mezquitas en todo el mundo islámico y en Occidente se predica el wahhabismo más intransigente y se acusa a los occidentales de corromper a la juventud y de intentar subyugar al Islam. La presencia de un importante contingente de tropas estadounidenses en la península alienta el odio hacia los occidentales.
El wahhabismo considera que el Islam posterior al año 900 es espúreo. Condena la veneración de los santos, la ostentación religiosa y en la vida privada, especialmente entre los gobernantes. Sus practicantes visten con humildad, no fuman y, por supuesto, no beben alcohol. Una característica de sus mezquitas es que carecen de minaretes, ya que consideran que éstos son un signo de ostentación.