El jefe operativo de la Policía Nacional durante el Gobierno de Mariano Rajoy (PP), Eugenio Pino, desveló este lunes que Jorge Fernández Díaz, exministro del Interior, le llamaba personalmente para transmitirle peticiones que le hacían “altos cargos religiosos” cuando ocupaba la cartera. Así lo contó el comisario, a preguntas de la Fiscalía, durante su declaración como imputado en la Audiencia Nacional por la conocida como Operación Kitchen, la trama parapolicial urdida en 2013 para espiar al extesorero popular Luis Bárcenas con el presunto objetivo de arrebatarle documentos comprometedores para destacados dirigentes de la formación conservadora.
Pino, jubilado desde 2016, aportó este detalle cuando el ministerio público le interrogaba sobre los cargos políticos que estaban al tanto del despliegue del seguimiento a Bárcenas, según relatan varias fuentes jurídicas presentes en la declaración. La Fiscalía quería saber qué relación tenía con el ministro, que se encuentra imputado. El juez Manuel García-Castellón señaló en un auto que “Interior fue el centro desde el que se desarrolló” toda la trama —varios mensajes interceptados a su antiguo número dos, cuya autoría niega Fernández Díaz, lo señalan—.
En este sentido, el exjefe de la Policía se escudó este lunes en que “nunca” habló de la llamada Operación Kitchen con el entonces máximo responsable de Interior, y alegó que su relación se limitaba a que este le “llamaba de vez en cuando, con asuntos de tipo… Digamos especial”. “Nada operativo”, apostilló, antes de fijar el tiro: “Si había un alto cargo religioso que pedía una serie de cosas, a lo mejor me lo decía a mí”. Pino fue señalado en 2017 por el dictamen de la comisión de investigación del Congreso como el muñidor de la brigada patriótica que, en la etapa de Fernández Díaz como ministro, se dedicó a “obstaculizar la investigación de los escándalos de corrupción que afectaban al PP” y perseguir a los “adversarios políticos”.
La religiosidad del exministro del Interior y su estrecha relación con la Iglesia son de sobra conocidas. En sus memorias cuenta que comenzó su inmersión en el Opus Dei tras un viaje a Las Vegas, cuando un amigo, que pertenecía a este grupo ultracatólico, rechazó sumarse a las actividades lúdicas en la ciudad —“el casino y lo que se terciase”— y prefirió, en cambio, pedir en el hotel el horario de misas. “Aquello cambió no solo mi vida, sino también mi posicionamiento y mi actuación política”. También contó que tiene un “ángel de la guarda” de nombre Marcelo: “Me ayuda en pequeñas cosas, como aparcar el coche. Y también en las grandes, siempre ayuda”.
Estas creencias han tenido repercusión en las instituciones. Durante su etapa al frente de Interior, concedió medallas policiales a dos Vírgenes: otorgó la Cruz de Plata de la Guardia Civil a la Virgen de los Dolores de Archidona (Málaga), así como la Medalla de Oro al Mérito Policial, la más alta condecoración de la Policía Nacional, a Nuestra Señora María Santísima del Amor. Fernández Díaz también dijo que, en un encuentro que mantuvo con Benedicto XVI en 2015, cuando el dirigente del PP aún ostentaba la cartera, le preguntó preocupado por la situación de Cataluña, a lo que el Papa emérito contestó: “Mire, el diablo quiere destruir España (…), el diablo sabe los servicios prestados por España a la Iglesia de Cristo, conoce la misión de España, la evangelización de América por España (…), el diablo ataca más a los mejores, y por eso ataca especialmente a España, y la quiere destruir”.
Además, el sacerdote Silverio Nieto, fontanero de confianza en la Conferencia Episcopal y para el Vaticano, es amigo íntimo del ministro. De hecho, este religioso intermedió entre Jorge Fernández Díaz y su antiguo número dos, Francisco Martínez, cuando saltó el escándalo de Kitchen y Martínez avisaba de que su declaración en la causa provocaría la imputación del exministro. Su papel resultó tan importante que el magistrado García-Castellón ha llamado a Nieto a comparecer como testigo en la investigación