1.- En los últimos meses la jerarquía católica, algunas organizaciones civiles y personajes del PRI, PAN, PES y MORENA se han manifestado públicamente, relacionando creencias religiosas con temas de los poderes civiles. Los obispos de Aguascalientes, Morelos, el propio Norberto Rivera, el semanario Desde la fe, arremeten contra matrimonios igualitarios, aborto, reasignación sexogenérica. Les hace eco el priista Duarte en Veracruz. Organizaciones neoleonesas con legisladores panistas amenazan mutilar o quemar libros de texto. Y en el colmo, López Obrador cita a la Biblia para manifestar su apoyo a los maestros.
2.- Parecieran hechos aislados, inconexos, pero ignorarlos puede ser peligroso. La historia nacional y mundial muestran loscostos que concepciones integristas han impuesto a naciones y sus sociedades, en atraso, violencia, destrucción…Recordemos con Roger Garaudy (Los integrismos. Ensayo sobre los fundamentalismos en el mundo. Edit. Gedisa, España, 1995) que “los integrismos constituyen hoy el mayor peligro para el porvenir… pues se oponen como inmovilismo a la evolución, como tradición al modernismo, como dogmatismo a la búsqueda de la verdad…”, e implican intolerancia, encono, intento por imponer su verdad como única e inmutable. El ejemplo extremo es el terrorismo islamista.
3.- La sociedad humana en su desarrollo separó con claridad las esferas de lo civil y lo religioso, desde el siglo XVIII con la revolución francesa. En México la Iglesia católica se enseñoreó hasta las Leyes de Reforma, cuando se instituye al Estado laico con 3 rasgos: separación Estado-Iglesia, libertad de culto y de expresión y educación pública científica, no confesional. Porfirio Díaz atendería intereses conservadores, pero mantuvo la rectoría civil. Los Gobiernos de la Revolución enfrentaron sin titubear a los cristeros. Y aún la reforma salinista del art. 130 constitucional que permite a las Iglesias cierta participación pública, mantiene los principios del Estado laico.
4.- Estado laico no significa ateísmo o anticlericalismo. Desde su origen, esta concepción filosófica y jurídica del Estado implica la vigencia de las libertades individuales, del respeto a la pluralidad social y, por tanto, es la mejor garantía del ejercicio de creencias o ausencia de las mismas en el plano estrictamente personal.
Dice Carlos Monsiváis que (El Estado laico y sus malquerientes, UNAM-Random House Mondadori, Mèxico, 2008): “El Estado laico se fundamenta en la educación y en los métodos de distribuir el conocimiento… en un proceso que aclara la fuerza rectora del Estado, la educación laica ha sido el gran instrumento de la movilidad social posible, de los alcances de la modernidad crítica de la sociedad secularizada”.
Así, el Estado laico implica vigencia de los derechos humanos como su principio ético y, en su desarrollo, es sustento de las sociedades democráticas y progresistas, pues genera una conciencia social a favor de las libertades que de forma natural se traduce en derechos.
5.-Por ello llamamos la atención: Mèxico y su sociedad no puede en este siglo XXI admitir retrocesos. Al contrario, hagamos por fortalecer y relanzar el laicismo, principio indispensable para alcanzar el progreso. Las genuinas fuerzas de izquierda no pueden ser complacientes por oportunismo electoral; está de por medio la sociedad libertaria y plural que buscamos construir.