“Los partidos políticos de la derecha solo aceptan las reglas de la democracia si el poder lo detentan ellos”, esto decía esta mañana Iñigo Errejón.
Durante estos años desde 1970 para acá (LOE franquista), unos de los grandes campos de batalla de las derechas y las izquierdas ha sido la ‘educación’, pero durante la democracia siempre ha habido puntos de encuentro o al menos aceptación de las reglas del juego. Son muchas las leyes que han pasado en estos años: la Loe, la Lopse, la Loapa, la lonce,…, así hasta siete, pero lo de ahora es completamente inaudito. Un país necesita formar a sus ciudadanos más jóvenes para que puedan asumir sus responsabilidades cuando adultos. Y esta formación tiene que ser completamente imparcial, lo más completa posible y en total libertad (para eso se instauró la –libertad de cátedra- de la que gozan todas las personas enseñantes).
«La escuela pública estatal es, en realidad, el único dispositivo que ha inventado la humanidad para evitar el adoctrinamiento ideológico» C. Fernández-Liria (en cuartopoder).
En estos días, los partidos de derechas están cuestionando esta forma común de educar a los niños y niñas, realmente no por cuestionar los contenidos (aunque sirvan de argumento) sino por intentar desestabilizar al gobierno del que han sido desalojados por una coalición progresista. Precisamente esos que ´durante siglos pusieron la educación en manos de la iglesia, con idearios basados en el ‘dogma de fe’ y la ‘educación segregada’, métodos represivos ‘la letra con sangre entra’ o el tratamiento de la homosexualidad como ‘una enfermedad’ y prácticas destructivas para los menores como ‘la pederastia’,…
Ahora se han inventado una ‘palabreja nueva’ Pin parental. Quieren justificar la propiedad absoluta de los padres sobre sus hijos y por tanto su derecho a seleccionar el tipo de contenidos en la educación que se les imparte.
Aquí hay tres elementos fundamentales a dilucidar, uno si ciertamente los hijos son propiedad absoluta de los padres, si el estado no tiene ninguna responsabilidad sobre ellos y si los hijos carecen de todo derecho ante la prominencia de los padres. Y de acuerdo a los derechos del Estado, los Derechos Humanos y los Derechos del Menor, los tres tienen derechos reconocidos pero prioriza los derechos del niño/a.
Por otro lado, la enseñanza en centros ‘concertados’ se instauró para cubrir la carencia de plazas escolares en algunos lugares donde escaseaban o no había colegios públicos. Este buen propósito inicial se ha subvertido para reconvertirlo en ‘un derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos’, y esto es transgredir el derecho a la educación. El estado está obligado a ofrecer a los ciudadanos en edad escolar, una educación de calidad gratuita y en igualdad de condiciones para todos y todas. Aquellos padres que quieran una educación específica para sus hijos/as tendrán que costeársela por sus propios medios (eso sí supervisada por el Estado, para evitar sectarismos, xenofobias, dogmatismos, etc.).
Circula por las redes un escrito sobre ‘el pin parental’ (atribuido a A.Zamorano), que nos viene al pelo: en el caso de padres republicanos ‘cuando en historia se hable de reyes y monarquía,…, mi hijo no va al cole’. Padres comunistas ‘cuando en clase hablen del sistema capitalista, mi hijo no asistirá a clase’. En el caso de padres monárquicos, ‘cuando en clase hablen de repúblicas, mi hijo tampoco irá’. Los hijos de padres capitalistas, ‘cuando en clase hablen de sistemas comunistas, no acudirán’. En el caso de padres ateos, ‘cuando en clase de filosofía o historia, se hablen de las diferentes religiones o creencias.. o concepto de Dios, mi hijo se marchará de clase. Tampoco participará en fiestas religiosas…ni ayudará a montar belenes, etc.’. Los padres religiosos decidirán que, ‘mi hijo no tiene que escuchar ni estudiar a filósofos ateos’. Los padres muy ‘patriotas’, ‘mi hijo no celebra el día de Andalucía, solo el de la reconquista de España’. Padres nacionalistas, ‘mi hijo solo celebra el día de Andalucía, o el de Cataluña, o el de…’. Los padres homófobos decidirán que ‘mis hijos no van a charlas LGTBI’. Los padres machistas, mis hijos no van a charlas de igualdad de género’. Padres veganos, ‘cuando hablen de dietas donde se incluya la carne, pescado, etc., mi hijo no va que le adoctrinan’. Los padres negacionistas de la evolución o el cambio climático, impedirán que sus hijos asistan a las clases de ciencias o medio ambientales. Por último podemos llevarlo a otros extremos: los antibelicistas que se nieguen a pagar impuestos que puedan dedicarse a armamento, ejércitos, etc. Los que están en contra de los paliativos o la muerte digna, que no paguen impuestos para la sanidad pública, etc. Y así hasta el infinito. Una absoluta locura…
Los niños y niñas tienen derecho a una educación plural, científica y objetiva. Y quién únicamente lo puede garantizar es el Estado.
Todo esto forma parte de una estrategia perfectamente diseñada y aplicada ya en otros países: en Brasil las derechas se aliaron con las iglesias evangélicas fundamentalistas y se inventaron el “kit gay”, a base de manipulaciones y mentiras mil veces repetidas, hasta llegar a poner a Bolsonaro como Presidente (entre ellos, la hoy ministra Damares Alves, que dice que habló con Jesucristo en un árbol de guayaba), según cuenta el periodista Bruno Bimbi.
El actual gobierno de coalición en nuestro país deberá dar alarde de firmeza, no sucumbir a las provocaciones y atender a lo verdaderamente importante que es su ‘programa de gobierno’.
JuanM del Castillo (Asociación Laica de Rivas)