Rafael Sanz, sacerdote de 73 años, se ha sentado en el banquillo de los acusados de la sección quinta de la Audiencia Provincial de Madrid como presunto autor de un delito de continuado de abusos sexuales a un menor de edad.
Pero el cura ha negado las acusaciones y ha asegurado que ayudaba al menor con sus estudios. Una labor a la que se había ofrecido por la buena relación que tenía con la familia, quienes incluso llegaron a considerarle como un "abuelo" para el niño.
Intentó violarlo
Sin embargo, su testimonio contrasta con el de la víctima, ahora con 20 años, que ha insistido en que el cura abusaba de él dos o tres veces al mes. Los abusos consistían normalmente en tocamientos, pero una vez, ha asegurado, intentó violarlo en la sede de la vicaría.
El joven ha declarado que el párroco le contó que estas prácticas las hacía también con otros niños conocidos de ambos.
Abusos continuos
El informe de conclusiones provisionales del fiscal considera probado que entre 1998 y 2001 el acusado se aprovechó de la relación que tenía con la familia del menor para cometer los abusos continuos.
Por ello, la Fiscalía pide para el sacerdote tres años de cárcel, una indemnización a la víctima de 30.000 euros y la declaración del Arzobispado de Madrid como responsable civil.
No sabían nada
Por su parte, los padres de la víctima sostienen que hubo además un intento de violación y solicitan como acusación particular siete años de prisión. También sospechan que el cura pudo haber forzado además a su otro hijo más pequeño, pero no han podido acreditarlo.