El mundialmente famoso padre Fortea revela que lo ha dejado ya a petición de su obispo. Mientras, el Vaticano sigue confiando la formación de los curas a los Legionarios de Cristo, una congregación salpicada por el escándalo de pederastia.
«Ya no me dedico más a los exorcismos«, se excusa a golpe de teléfono José Antonio Fortea. El cura de Barbastro era, por así decirlo, como el padre Amorth de los exorcistas españoles y aunque lleva ya diez años sin liberar almas de Satán, su nombre todavía reverbera en la cabeza de la gente cada vez que sale a colación el diablo. A ello han contribuido los libros que sigue publicando sobre entidades malignas y, últimamente, sobre espíritus errantes. Porque, a su juicio, haberlos haylos. «Lo de casa encantada no es una terminología precisa», dice. «Lo que existen son lugares infestados por demonios o temporalmente ocupados por algún alma en pena». «¿Y qué clase de ecosistema es ése?», le preguntamos a Fortea. Al otro lado del teléfono le escuchamos reírse mientras responde: «El purgatorio».