El presidente pertenece al Tabligh, un movimiento religioso conservador que no fomenta la integración. Catalunya es el territorio con mayor número de musulmanes del Estado español.
En la comunidad musulmana de Catalunya, la más grande de España, hay algo más que desacuerdos. El presidente del Consell Cultural Islàmic de Catalunya, Lahsen Saaou, es tabligh, un movimiento religioso musulmán que busca la reforma espiritual del creyente. Es decir, volver a los principios originales del Islam. Y eso no gusta a todo el mundo.
"Yo pienso que la doctrina Tabligh no es adecuada para la integración de los musulmanes", afirma con contundencia Abdennur Prado, de la Junta Islàmica catalana, básicamente compuesta por conversos. "Ponen barreras entre la sociedad occidental y la vida correcta de los musulmanes. Y no fomentan que sus miembros se mezclen con la sociedad de acogida".
Sobre este punto, Mohamed Halhul, portavoz del Consell, está en total desacuerdo. "Si fuera un rigorista sería muy cerrado" y, según Halhul, Saaou "es todo lo contrario".
Catalunya tiene más de 200.000 musulmanes . El Consell es, en la práctica, si no el interlocutor oficial de la Generalitat, sí el oficioso. Halhul lo justifica así. "De los 170 oratorios que hay en Catalunya, trabajamos con 65 comunidades, aunque podemos llegar a trabajar hasta con ochenta y cinco". Y sin embargo, estas cifras no son tan claras para todos.
"Ninguna entidad se siente representada por el Consell, quizás ocho o nueve. No más", afirma Alami Susi, de la Asociación Itram, amics del poble marroquí. "Además", añade Susi, "en el Consell nadie tiene el título de estudios islámicos. ¿Cómo puede ser que estén formando a imanes? Ellos son falsos imanes. ¿Qué enseñan esos impresentables a los niños? ¿Y sus mujeres? ¿Dónde está la emancipación de la mujer?".
El Consell imparte cursos de formación a los imanes con el apoyo de la Generalitat (en 2004 firmaron un convenio) y Lahsen Saaou es el iman del principal centro Tabligh de Barcelona, la mezquita Tariq bin Zyad.
Utilizar al Tabligh
Para la antropóloga de la Universidad de Huelva, Sol Tarrés, ser Tabligh no es incompatible con la integración de los musulmanes. Y defiende su carácter pacífico, aunque a veces sus teorías han sido utilizadas por los violentos.
Por ejemplo, en EEUU, John Walker Linhd, capturado en Afganistán al lado de los Talibanes, había intensificado su práctica religiosa de la mano de los tabligi en el Centro Islámico de San Francisco. El marroquí, Aziz El Bakri, que murió en Irak en 2003, también había estado previamente relacionado con el Tabligh en Catalunya.
En este sentido, en artículo firmado junto a Javier Jordán, ambos investigadores afirman que "las actividades de la Yama'a Tabligh pueden ser utilizadas de manera indirecta por los yihadistas". Pero esto no tiene nada que ver con ellos, insisten. Los radicales aprovechan las tesis rigoristas y luego se van por otra vía: la violencia.
Respecto a la capacidad de los Tabligh para fomentar la integración, las opiniones ya son más variadas.
El antropólogo Jordi Moreras dice en su libro, Els imams de Catalunya, refiriéndose al Tabligh. "Los discursos rigoristas plantean explícitamente un argumento de ruptura, de aislamiento, de separación respecto a la sociedad europea".
Hijos de Marruecos
Aunque nadie pone en cuestión el carácter pacifista del Consell y de su presidente, si se pone en duda su legitimidad.
"Hemos llegado a la conclusión de que el Consell es una iniciativa de Marruecos" afirma Susi. De hecho, toda la cúpula de la entidad es marroquí y en las mezquitas todavía se pide a Alá que guíe al rey. De Marruecos, por supuesto.
Pero las acusaciones todavía son más graves: "El problema más claro que hay es la injerencia por parte de Marruecos en nuestra casa porque ellos no están por la integración", explica Prado. La explicación es clara. La integración es asumir los valores occidentales, "y Marruecos lo que quiere es favorecer la fidelidad al rey". Ni democracia ni ciudadanos.
Según los más críticos, Marruecos prefiere que en Catalunya predomine el movimiento Tablig. Y la razón es sencilla. El movimiento islamista y con claras intenciones políticas, Justicia y Caridad, intenta hacerse un hueco también en España. En Marruecos tiene miles de seguidores y no reconoce la autoridad religiosa de Mohamed VI. Por lo tanto, también cuestiona esta figura en el poder. Justicia y Caridad pide elecciones limpias y aboga por la democracia, algo que, de momento, en el país vecino parece lejos de ser una realidad.
Por eso, dice Prado, Marruecos es quien envía los imanes para Catalunya. Gente que "ha estado formada en Madrassas de allí que, además, viven de espaldas a la realidad social de su país. En este tema, ¡todo es un desastre!