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El alcalde de Sevilla y el presidente de Diputación, ambos del PSOE, asisten junto a sus Corporaciones y otras autoridades a la misa y procesión del Corpus Christi que recibe honores militares

La procesión se ha desarrollado con unas temperaturas agradables hasta el filo del mediodía y numeroso público ha contemplado el cortejo a lo largo del itinerario

Las primeras luces del día del Corpus regalaban un frescor en las puertas de los Terceros que se agradecía. Bastante público acompañaba al Señor de la Sagrada Cena con el misterio al completo en la ida al altar del palacio arzobispal. Amanecía en la Pila del Pato. La primera bulla del día se formó en la calle Francos. Las rosas blancas de las esquinas del paso se mezclaban con las espigas de trigo, uno de los símbolos de esta festividad. El piar de los pájaros se mezclaba con las voces de los niños de la escolanía de María Auxiliadora y los metales Airbrass. En el recorrido del Corpus, la personas se fijaban en los detalles de los altares, escaparates y balcones como los santos representados en el del convento del Santo Ángel o los elementos ornamentales del Buen Fin.

También, había un ir y venir dentro de la Catedral viendo los pasos y, de fondo, en el crucero de la Seo, a la Custodia de Juan de Arfe. Se arremolinaban los fieles en las Gradas de la avenida y llegaban los sacerdotes más rezagados al templo más importantes de la Archidiócesis, apenas un cuarto de hora antes del comienzo de la misa pontifical en el altar del Jubileo.

Con puntualidad, los carráncanos de la sacramental del Sagrario comenzaban a recorrer la avenida de la Constitución seguidos por el guión sacramental de la corporación. Después, venían las cofradías de gloria. Como dato anecdótico, a la hermandad de la Virgen del Carmen de Santa Ana le han reconocido la fecha de la fundación en 1595 y ha pasado a formar parte de las últimas representaciones antes del paso de Santa Ángela de la Cruz. Delante de la portada de la plaza de San Francisco dedicada a la hermandad de Santa Genoveva, devotos de Ponteareas, de Galicia, habían preparado una alfombra de flores y sal para el Santísimo Sacramento. Al mismo tiempo, dos drones sobrevolaban el ayuntamiento y tomaban imágenes panorámicas de las vías principales del itinerario del Corpus.

La gente se arremolinaba en torno al altar de Santa Teresa que ha preparado la comunidad del Santo Ángel mientras que comenzaban verse las longitudes de esta procesión, las cuales son claves para disfrutar de un cortejo con miles de detalles. Cuando los carráncanos llegan a la plaza de San Francisco, Santa Ángela de la Cruz sale por la puerta de San Miguel. Después, cuando Madre Angelita llega al altar de la Hiniesta, las Santas Justa y Rufina recorren la avenida. Y así, hasta llegar a la Custodia. Todo está milimetrado por parte de los colaboradores del Cabildo Catedral a pesar de la cantidad de hermanos que salen. Alguna que otra persona llegó a recorrer el itinerario dos veces en dos corporaciones.

La Inmaculada Concepción en la calle Cardenal Amigo Vallejo
La Inmaculada Concepción en la calle Cardenal Amigo Vallejo – M. J. R. Rechi

Los chaqués de la hermandad de los Reyes de los Sastres, el colorido de los cirios de las cofradías de penitencia o los estandartes sacramentales son sólo algunos elementos que conforman esta mañana festiva. Según avanza el cortejo, las distancias entre los estandartes es más grande por la cantidad de cirios que salen en las hermandades. A las nueve y diez de la mañana, salían las santa trianeras entre el sonido de los vencejos y los diálogos de los turistas que estaban sentados entre las columnas que rodean a la Catedral. Desde el interior de la misma y por la puerta del Bautismo, abierta de par en par, se escuchaba el sonido del órgano. El exorno del segundo paso del Corpus correspondía a la hermandad del Cachorro, que colocó claveles rosa Patrocinio en torno a las imágenes de Duque Cornejo. Juan Antonio Guillén llamaba al paso con el llamador colocado en la zambrana del mismo. Estas andas sirvieron para portar al Cristo de la Clemencia o de los Cálices en el Santo Entierro Grande de 1920.

En el arquillo del consistorio, una persona mayor buscaba asiento mientras observaba una perspectiva deliciosa del cortejo por la avenida cuando, a las nueve y media de la mañana, sólo había tres pasos en la calle y ya volvían los carráncanos por la calle Francos. La plata de San Isidoro brillaba en el cruces con la calle Alemanes junto a las jarras doradas de claveles blancos pertenecientes al palio de la Virgen de Loreto de San Isidoro.

Cuando salió San Leandro, ya había entrado el inicio de la procesión. Muchas personas acompañaban a los pasos por la avenida de la Constitución. Era cómodo moverse por este punto y se podían admirar los pliegues de plata de los dos santos hermanos y obispos de la Sevilla visigoda. Mientras pasaba el cortejo, una motocicleta con publicidad de servicios turísticos cruzaba desde la calle Alemanes hacia García de Vinuesa. El último tramo de corporaciones deja ver un patrimonio histórico y artístico sin igual con estandartes sacramentales como son los de San Roque, Santa Marta, el recién estrenado de San Bartolomé, el lábaro de Santa Cruz, el de San Pedro o el del Salvador. Tras éstos, la representación militar antes del paso de San Fernando y detrás, los sones de la banda sinfónica municipal de Sevilla con marchas clásicas.

Los seises bailan delante de la Custodia
Los seises bailan delante de la Custodia – Vanessa Gómez

A las diez y media de la mañana, todavía se podía estar al sol que ya se colaba por la calle Felipe Pérez, justo detrás del Banco de España. La Inmaculada Concepción avanzaba por la avenida y varias señoras se habían colocado con sus carritos en la sombra que da el arquillo. Luego, venían las insignias de las cuatro basílicas sevillanas: El Cachorro, María Auxiliadora de la Trinidad, El Gran Poder y la Macarena. Ésta última tenía una representación de casi 200 hermanos. Al mismo tiempo, más y más curiosos llegaban al itinerario desde la plaza Nueva o la Puerta de Jerez.

Tras la representación de la sacramental del Sagrario, llegó el Niño Jesús de Martínez Montañés y propiedad de la corporación fundada en 1511 por Teresa Enríquez. Las pequeñas campanas del templete se mezclaban con el volteo de las de la Giralda que anunciaban la salida de la Custodia de Juan de Arfe. Entre medio, la Santa Espina entre las órdenes religiosas y los sacerdotes. Otro prodigio de Francisco de Alfaro con decenas de detalles y rodeada de los símbolos del Corpus Christi, las espigas de trigo y las uvas.

La Custodia de la Santa Espina
La Custodia de la Santa Espina – ABC

A las once de la mañana, la Custodia ya avanzaba por la avenida con mucho público acompañándola, los sacerdotes rodeando el paso, el arzobispo, José Ángel Saiz Meneses, estrenándose en la gran procesión de la Catedral y, de fondo, los sonidos del acompañamiento musical militar que cerraba el cortejo. Un momento muy hermoso fue el paso del Santísimo Sacramento sobre la alfombra de flores y sal, realizada por los fieles de Ponteareas, los cuales habían protegido celosamente que nadie pisara la misma hasta la llegada de la Custodia. Saiz Meneses se detuvo y felicitó a las personas que allí se encontraban por haber hecho ese gran trabajo. Tras el arzobispo, venía la representación de la Diputación de Sevilla y del Ayuntamiento, donde también se estrenaba en esta procesión el alcalde, Antonio Muñoz.

A buen ritmo avanzó la Custodia por las restantes calles del itinerario con numerosas personas esperando en los cruces de Cerrajería con Sierpes, en Cuna, en una plaza del Salvador a rebosar de personas, así como en Francos, profusamente decorada de altares, escaparates y balcones como los de la Virgen de la Cabeza de San Juan de la Palma o la sacramental de San Juan Bautista de la localidad de San Juan de Aznalfarache. Puntual como un reloj, la Custodia se colocaba en la plaza Virgen de los Reyes a las doce y media de la mañana para recibir los honores militares e internarse de nuevo en el interior de la Catedral, acompañada por el repique de campanas de la Torre Mayor. Apretaba el sol y la gente se arremolinaba en torno al cortejo para entrar en la Seo y recibir la bendición final, así como en la puerta lateral del arzobispado para ver el inicio de la vuelta del misterio de la Sagrada Cena a los Terceros. Por la tarde, volvería la Virgen de la Hiniesta a San Julián a partir de las ocho de la tarde.

A la una menos cuarto de la tarde, ya apretaba el calor pero el Corpus Christi había regalado una mañana hermosa y fresca en torno al Santísimo Sacramento en un día marcado en rojo por Sevilla.

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