Arropada por la devoción de su pueblo y conducida por sus fieles costaleros, la Virgen abandonaba a las tres de la tarde la iglesia parroquial para iniciar a continuación el recorrido que le llevaría de vuelta a su casa chica.
Detenidos en el Ayuntamiento, el acalde Gustavo Cuéllar invitó al Obispo José Vilaplana a participar en la entrega de un ramo de flores a la Virgen, además de ser testigo de las lágrimas y la emoción de Francisco Márquez, mayordomo de la romería de 2017 que se postró frente a Ella para dedicarle una sentida sevillana.