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Almeida y Cobo acompañan a Martínez Camino en la presentación de su libro "San Isidro Labrador, en el cuarto centenario de su canonización".

El alcalde de Madrid y el arzobispo presiden en el Ayuntamiento la presentación del libro de monseñor Martínez Camino «San Isidro Labrador»

Comentarios del Observatorio

El medio que ofrece esta nota tiene un evidente carácter clerical, con un sesgo que impregna la información que aporta. Invitamos a hacer una lectura crítica y recordamos que el Observatorio no se responsabiliza de los contenidos que recoge de otros medios. La misión de este Observatorio es recoger toda la información relacionada con el laicismo.

«La falta de fe comporta desunión, polarización, violencia y racismo», señaló el obispo auxiliar de Madrid

El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, han participado este miércoles, 12 de junio, en la presentación del libro «San Isidro Labrador, en el cuarto centenario de su canonización», preparado por Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, y editado por la Biblioteca de Autores Cristianos. Junto al purpurado y al regidor municipal, han tomado la palabra el propio Martínez Camino y Esther Borrego Gutiérrez, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid.

Colofón del Año Jubilar 

Colofón del Año Jubilar, santo, de san Isidro, año de los madrileños, jubileo en un Madrid que siempre es fiesta, una ciudad entre el llanto y la alegría, los gozos y las esperanzas, el pasado y el presente.

Sala central a modo de patio noble de la Casa Consistorial, del Ayuntamiento, piso superior, pegada a la de audiencias nobles, bóveda de cristalinos colores verde esperanza, el cielo de Madrid que no tiene precio, ni valor, el cielo que protege a la ciudad, villa y corte, al que el cardenal José Cobo miraba de hito en hito cuando monseñor Juan Antonio Martínez Camino desglosaba, en una intervención inicial, el índice del precioso volumen, editado por la BAC, “San Isidro labrador, en el cuarto centenario de su canonización”.

Almeida de anfitrión 

Era éste, el libro “en el cuarto centenario” de la canonización de san Isidro, el motivo que congregó a la sociedad eclesial y política madrileña, con el alcalde, José Luis Martínez Almeida de anfitrión. Un alcalde que hace sencillo, acogedor, espontáneo todo lo que toca. Es decir, lo hace todo muy madrileño.

En primera fila el cardenal Rouco Varela y el obispo auxiliar, Jesús Vidal. También el Rector de la Universidad Eclesiástica de Madrid, Javier Prades, y el clero alto y bajo, canónigos, vicarios, delegados episcopales, párrocos de la zona, es decir, el de la Colegiata, mi admirado Ángel Luis Miralles. También el presidente saliente de la Cofradía de san Isidro, Luis Manuel Velasco, y esposa, y varios concejales de distrito.

Carlos Osoro, ausente 

Faltaba, fue demasiado llamativo, el arzobispo de Madrid que presidió como titular ese Jubileo. De hecho, si no llega a ser por el alcalde que se refirió a él como el artífice del primer gran milagro de san Isidro en su reciente Jubileo, poner de acuerdo a las administraciones públicas, don Carlos Osoro no apareció en escena. El ausente. Cada vez, por desgracia, más ausente de la historia que, me da, pesa demasiado.

Arrancó, como decíamos, monseñor Martínez Camino glosando los contenidos del libro. Paralelismo de la historia, autores consagrados, cómo no citar a Joaquín Martín Abad, Fermín Labarga, Luis Manuel Velasco , las autoras del Informe del reconocimiento forense del cuerpo de san Isidro, María Benito, Ana Patricia Moya, Mónica Rascón e Isabel Agudo, también al resto de autores, María Dolores Fúster, César García de Castro, Daniel Escobar  y Alberto Fernández Sánchez.

«San Isidro no se olvida de Madrid» 

Si hay un obispo fiel a sí mismo es monseñor Martínez Camino, cuyo estudio sobre los santos y sus reliquias, misión histórica y teológica, en este libro no tiene desperdicio. Fiel a sí mismo recordó que “san Isidro no se olvida de Madrid, ni de España”, el rostro de Dios se manifiesta en los santos, ese rostro proyectado en san Isidro, tiempo sobre tiempo.

“Según la mejor teología –dijo- sabemos que San Isidro no se olvida de nosotros, Dios manifestó su rostro y su presencia. Él y su mujer, Santa María de la Cabeza, comprobaron la fuerza del amor de Dios: esa es la aportación de San Isidro a la historia de la Iglesia desde hace 900 años. En estos tiempos de impiedad, nuestra generación necesita volver de ver de cerca la cara de Dios y su rostro se manifiesta en sus santos. La falta de fe comporta desunión, polarización, violencia, racismo y a veces, a causa de las tensiones, las utopías terrenas no llevan a ningún paraíso, ni siquiera terrenal, de paz y concordia”.

“Las utopías terrenas –recalcó- no llevan a ningún paraíso de paz, las ensoñaciones ideológicas del progreso son sustituto de la vida de Dios”. Teología de la historia a tope para dar contenido a la sencilla vida de un santo.

«La buena gente» 

En el atril, el turno de la catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, Esther Borrego Gutiérrez, que le dio el tono del estilo, la literatura que es vida, Lope de Vega el gran hacedor de la devoción popular de san Isidro, una lección de estética isidoriana con el recuerdo de las tres comedias de Lope de Vega dedicadas al santo, representación, mímesis, piedad popular, vida.

Acabada la lección magistral, más en plan acto académico, se acercó al lugar de la palabra el cardenal Cobo, con una simple nota escrita en la tarjeta de presentación. No la necesitaba, sabía lo que tenía que decir, con los brazos abiertos, saludando a la “buena gente”, abrazando a sus fieles, al pueblo. La “buena gente” es su santo y seña preferido. Haciendo presente, es decir, presentando a un san Isidro no de la historia, no de la imaginación, ni de la literatura, ni del cine, si me apuran. Se trajo el cardenal Cobo al acto a san Isidro, “el buen vecino”.

La santidad de la puerta de al lado 

La santidad de la puerta de al lado, el vecino de la puerta de al lado que todos tenemos o hemos tenido. Hizo, por tanto, una teología de la santidad del buen vecino. O acaso Madrid, el Madrid de los santos, no es una Madrid de buenos vecinos. O acaso Madrid no es la ciudad acogedora por excelencia. Acaso san Isidro no nos enseña el cuiado de la creación, ver a Dios detrás de la naturaleza, una naturaleza que da frutos. San Isidro fue el santo del trabajo honrado, de la caridad y de la humildad.

¿En dónde está la enseñanza de san Isidro? se preguntó el arzobispo de Madrid. En que es un “santo accesible porque es el modelo del buen vecino”. “Necesitamos vecinos para hacer felices a la gente”, insistía. “Necesitamos santos, recalcaba el cardenal Cobo, que sean vecinos, que se fijen en los que no tienen, como hizo san Isidro; que abran sus casas, acojan a los que llegan, se preocupen de los que más necesitan, como hizo san Isidro”. “San Isidro sigue andando por las calles de Madrid en los santos de hoy, santos como san Isidro”.

Las palabras del alcalde 

Dicho lo cual, al alcalde de Madrid sólo le quedaba saludar a los presentes y agradecer el trabajo de los autores del libro. Recordar también cómo se organizó ese año santo, cuál fue la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, y reivindicar las raíces históricas, culturales y religiosas de Madrid, hoy cosmopolita y global, otrora villa a la sombra de Toledo, luego capital de las Españas.

«O Madrid sigue respetando san Isidro o no será ese Madrid que todos queremos, acogedor, que mira al que está al lado, humilde, trabajador, que recibe con los brazos abiertos a cualquier que venga aquí.O Madrid asume su tradición Isidril o no será la ciudad que todos queremos”, dijo. 

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