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Efecto letal

Cada vez que una organización de estas características aparece involucrada en un delito, se reaviva el debate. La necesidad de regular la práctica y de controlarla. El desamparo de las víctimas.

¿Dónde están? ¿Quiénes son los que, desperdigados por el mundo, brindan certezas o soluciones a quienes sufren vulnerabilidad social, psicológica y emocional? La alerta ante el peligro que implican las sectas en la sociedad en general, motorizan estos interrogantes y se renuevan cada vez que un hecho delictivo y hasta trágico aparece ligado a distintas organizaciones coercitivas. 
 
La intervención de Doroteo Lezcano, aparentemente vinculado a El ejército de Dios –liderada por el ex policía bonaerense exonerado Walter Nicolás Di Nucci–, organización que brindaba un curso de autoayuda a Silvina Lafuente, madre y principal imputada del asesinato de su hija, Priscila Leguiza, de siete años, vuelve a poner a las sectas en el eje de la polémica. 
 
La captación de personas que hacen estas organizaciones se basan en el concepto de grupo, el cual sustituye las estructuras elementales de parentesco o círculo social. Al mismo tiempo, generan temor alentando ideas paranoicas o de persecución, y plantean una distorsión de las normas sociales o culturales e inculcan preceptos con miras a una restauración, revolución o salvación. A partir de esa distorsión, la línea dura de la captación baja a sus fieles una sensación de poder relacionada con ideas mesiánicas o de justicia, por lo cual todos aquellos que no adhieran a la causa, serán vistos como enemigos. 
 
Los líderes de estas sectas se caracterizan por tener un perfil característico de los psicópatas. Emplean un discurso único, no consideran que por sobre ellos haya alguien con más poder y fundamentalmente no pueden ser parte de una estructura religiosa, precisamente porque su misión es liderarla. El caso de la periodista Estefanía Heitt –ocurrido en 2012 en la localidad de Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires–, es una referencia insoslayable para denotar el prototipo de víctima captada por un psicópata, en ese caso su pareja, Jesús Olivera, líder de la secta Centro Cristiano Amar es Combatir. Ahora ambos purgan penas en prisión por abuso y por mantener en cautiverio durante tres meses a una mujer.
 
El universo de estas sectas abarca más de 2.000 organizaciones inscriptas en los registros de Cultos. Al respecto, el presidente de la Red de Apoyo para las Víctimas de Sectas (Ravics), Héctor Navarro, dijo a Veintitrés que “quienes se autoproclaman como sus líderes ya no son solamente portavoces de Dios, profetas o representantes, sino que cada vez más nos encontramos con que dicen ser Dios”. Ante casos como el de Heitt y la niña Priscila, advierte: “Las sectas destructivas están preocupadas en encontrar al adepto. Continuamente aparecen nuevas y algunas, que hasta han tenido trascendencia pública, han sido indetectables, como la que intervino en el caso de Heitt. 
 
Respecto del asesinato de la niña de siete en años, habría que investigar si la secta Ejército de Dios utiliza o aplica, como tantas otras, el mandamiento basado en un versículo de la Biblia que dice algo así como que la vara no se aparte de tu mano, a fin de que el niño en su edad madura no se aparte del camino del Señor. Con esa base recomiendan golpearlos con un palo. Es muy probable que tanto la madre de Priscila, como su padrastro (N.de R.: Pablo Bisconti) hayan tenido esa directiva. Cuando alguien tiene la justificación divina, las peores perversiones pueden ocurrir. Para que la gente buena haga cosas malas se necesita la religión”.
 
Navarro también ofrece un perfil de estos líderes: “Se trata de alguien que utiliza a la gente como el jugador de ajedrez utiliza a las piezas. No tienen empatía. No les interesa hacer sufrir a los demás. Una de cada 100 personas tiene características psicópatas”, destaca el también perito judicial en sectas y pseudociencias. 
 
La muerte puede ser considerada una consecuencia inevitable para estas organizaciones ocultas. La figura del anticristo apareció en Chile bajo la órbita de la secta new age Antares de Luz. Su líder, Ramón Castillo Gaete, se autodenominaba Dios y mantenía relaciones sexuales con las cinco mujeres que integraban el grupo de siete académicos bajo su influencia. Al quedar una de ellas embarazada y dar a luz a la criatura, un hecho desgarrador sacudió la Cordillera de los Andes. “El líder les dijo que el hijo que había tenido con una de las fieles de la agrupación era el Anticristo, por lo cual había que matarlo para dar comienzo a la batalla del fin del mundo, prevista para el 21 de diciembre de 2012”, recuerda el titular de Ravics, quien viajó a Chile para participar como perito en la investigación del caso, ocurrido en 2012. “Al bebé lo mataron dos días después de que naciera, el 12 de noviembre, en una escena o primer acto que generó una especie de desilusión cuando una de las chicas, que era Directora de Cine, le contó a su hermana que habían quemado a un bebé. Lo habían atado de brazos y piernas, le pusieron una media en la boca para que no llorara y quien decía ser Cristo tiró a su propio hijo a un pozo de un metro y medio de profundidad. Después le solicitó a un ingeniero, hijo de una familia prestigiosa de Chile, que arrojara las brazas sobre el cuerpo. ‘Es tu karma’ le dijo. Días después, cuando el padre del ingeniero le preguntó como habían hecho algo así, le contestó: ‘No sabes lo difícil que es decirle no a Dios’. Siete personas están presas por este hecho”.
 
¿Cómo se llega a ese estado? “En general la gente piensa que solamente un estúpido, loco o ignorante puede creer en eso –responde Navarro–. En realidad es todo lo contrario. Quienes participan en las sectas no son tontos ni locos, tienen una educación y hasta una inteligencia superior al promedio. No es un problema de la razón lo que lleva a una secta, sino una cuestión emocional, por las neurosis que todos tenemos, por las debilidades y los traumas. A la gente que cree que nunca caería en algo así, se le podría decir que una persona en una situación de aislamiento, de alta emotividad, puede ser permeable para que le hagan creer cualquier cosa”, cierra el especialista. 
 
La ley 9.891 de la provincia de Córdoba creó el primer Programa provincial de prevención y asistencia a las víctimas de grupos que usan técnicas de manipulación psicológica. Un acierto que espera encontrar amplitud en una ley de alcance nacional (ver aparte). Delitos como reducción a la servidumbre, estafas, ejercicio ilegal de la medicina, aparecen en la cotidianeidad de las víctimas pero desaparecen cuando estas buscan ayuda en la Justicia. 
 
En el mapa de las sectas aparecen las denominadas ecologistas, donde el hombre es culpable de la destrucción del mundo. Invocan a la tierra, a la diosa Gaia (Gea), entendida como ser planetario, organismo vivo, y cuyo “órgano ejecutor” sería la humanidad. Todo lo que afecte a la Tierra afectará al hombre. Todo está unificado. También están de moda los llamados neopentecostales, quienes profesan el evangelio de la prosperidad en donde los ricos están bendecidos por Dios, mientras que el que gana un salario bajo es pobre por no estar bendecido. La espiritualidad se paga con ofrendas, al mejor estilo diezmo. 
 
Otro tipo de sectas que hace estragos son las de coaching coercitivo, aunque no hablan tanto de Dios sino de dinero. Pueden vender desde joyas a detergentes y generalmente son productos que valen cuatro veces más caros que un producto similar. “Terminan muy mal porque obviamente no se hacen ricos vendiendo detergentes”, avisa Navarro. “A la inmensa mayoría le va mal. Son sistemas de ventas piramidales donde los únicos que se benefician son los de la cúpula mientras la gente que sale a vender los productos ve desvanecerse sus sueños”. 
 
Hace más de diez años un allanamiento en una vivienda del barrio Fisherton, de Rosario, Santa Fe, derivó en la detención de 52 personas y el secuestro de documentos y bibliografía de Los Niños de Dios, la interpretación del catolicismo del estadounidense David Berg, quien fundó la secta a fines de la década del ’60. Héctor Navarro fue perito de la investigación. “El líder de la secta hacía exorcismos con palos. Les preguntaba: ‘¿Les parece que el palo con que les estoy pegando no es suficientemente pesado? Sopésenlo’”.
 
Navarro no se queda en lo local. El 12 de marzo de 2012 denunció en México a Ignacio González De Arriba, quien decía ser Cristo reencarnado. Lo detuvieron el 25 de enero de 2013 y hoy está preso junto a otros dirigentes de la secta que prostituía a las mujeres para pagar el diezmo. “La organización contaba con 28 apóstoles que habían pagado diez mil dólares para serlo, un monto a cuenta ya que el precio total era cien mil dólares. Vivían en una especie de quinta, en un galpón tenían los cajones donde dormían, vivían y trabajaban. Contaban con una colchoneta, una escupidera y una computadora para pescar a futuros apóstoles”. 
 
Es evidente que la problemática tiene carácter internacional y que requiere una urgente atención por parte de los estados, en cuanto a regulación y control. 
 
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Opinión
 
Por una ley de protección
Por Pablo Salum
Presidente de la ONG Libre Mentes
 
Se las conoce comúnmente como “sectas” pero en realidad el término correcto es “individuos, grupos u organizaciones coercitivas” que utilizan sus técnicas para captar, someter y vulnerar los derechos humanos, los derechos del niño y la salud pública.
 
Muy lejos de lo que muchos piensan, se camuflan detrás de actividades populares para atraer de forma fácil a sus víctimas y de esa manera esconder sus actividades ilícitas sin levantar mayores sospechas y aprovechar los beneficios fiscales y la falta de controles para actuar libremente. Las actividades más elegidas son: cultos, organizaciones o fundaciones, yoga, filosofía, seminarios multinivel, centros de artes marciales, culturales, terapéuticos para adicciones, ufología u ovnilogía, terapias alternativas, etcétera.
 
El Estado argentino se convierte en cómplice funcional a través de la omisión o inacción ante el proceder de estas organizaciones. Por eso decimos que ninguna organización puede anteponer sus propias reglas ante un Estado democrático con leyes que deben ser respetadas. Hasta que no tengamos la ley, no tendremos justicia.
 
La Ley de Grupo Dependencia que solicitamos tendría como puntos principales la creación de una nueva figura penal que contemple la “coerción psicológica”. Controles fiscales y especialización de funcionarios públicos en las áreas que correspondan para actuar ante el accionar de estas organizaciones tan peligrosas. Pero la columna principal es la educación a través de campañas de prevención y concientización.
 
Nuestro proyecto defiende la libertad de culto, ya que todo ciudadano tiene derecho a tener sus creencias, la responsabilidad del Estado es velar porque no haya un “tercero” utilizando esas creencias para atropellar sus derechos fundamentales.
 
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