La Iglesia católica mantiene sus conexiones con el poder a través de las escuelas de negocios y comunicación.
No son uno ni dos ni tres los miembros de los consejos de administración de las empresas del IBEX 35 que han estudiado en universidades o en centros de negocios ligados a la Iglesia católica. Tampoco son uno ni dos ni tres los colegios y hospitales de la Iglesia que reciben millonarias subvenciones públicas y se benefician de exenciones fiscales, aunque la Conferencia Episcopal nos aseguró que “no tiene ninguna asignación en los presupuestos generales del Estado”. Es normal en un Estado aconfesional como España que la Iglesia siga mandando. Y es también normal que el Estado siga permitiéndolo parapetado en un acuerdo, el Concordato con la Santa Sede, que discrimina a las demás religiones y que ningún partido en el Gobierno se ha atrevido a derogar –discursos aparte–.
Más allá de los crucifijos, de los nombramientos de vírgenes como alcaldesas o de los rezos de cargos públicos para que mejore la salud o la economía, el dossier de #LaMarea59 intenta explicar de qué manera, todavía hoy, cuando la secularización es mayor que nunca y desciende el número de contribuyentes que marcan la X en la casilla del IRPF, la jerarquía católica logra introducirse en los principales centros de poder. La educación, los negocios y los medios de comunicación son las tres vías principales de su nueva evangelización. A ello se suma el empoderamiento patrimonial con las inmatriculaciones de monumentos como la Giralda o la Mezquita de Córdoba, y la influencia sobre el poder judicial, que raramente falla en contra de sus intereses y atiende con frecuencia a la anacrónica ofensa a los sentimientos religiosos como delito.
En este dossier, en el que destacamos la amplia presencia de las escuelas de negocios católicas en la formación de las personas que componen los órganos de gobierno del Ibex 35, escriben Thilo Schäfer, José Bautista, Carlos Frías, Olivia Carballar, Antonio Maestre, Isabel Elbal, Cristina Fallarás y Dani Domínguez.