Definitivamente, los caminos del Señor son inescrutables. El mismo día en que el Papa animaba a los políticos del mundo a iniciar la gran reforma ética de las finanzas, los obispos catalanes publicaban una nota de prensa para criticar a una pequeña empresa de Torroella por el terrible pecado de representar a la Moreneta en un caganer. Mientras uno intenta cambiar el mundo, sus subordinados se angustian por un pesebre; así están las cosas. Sería interesante saber qué piensa Bergoglio de estos obispos catalanes que son tan valientes contra los pequeños empresarios de Caganer.com -que sin ánimo de ofender han diseñado el caganer de la controversia- y que al mismo tiempo son tan sumisos con la rancia curia española cuando les organiza en Tarragona, in situ y en sus propias narices, una vergonzante beatificación de los caídos por Dios y por España.
Mientras Francisco llama a la Iglesia a ser valiente para emprender sus propias reformas, los arzobispos locales bajan la cabeza sumisamente ante las proclamas de monseñor Rouco a favor de la unidad patria. Y mientras el Papa habla de restaurar la dignidad humana, el canal de televisión oficial de la Iglesia española emite cada noche su particular orgía de insultos, aderezados con las comparaciones habituales entre la Catalunya actual y el Tercer Reich. Incluso ha tenido que salir el Govern a presentar una querella dado que estos obispos que tanto tiempo dedican a ofenderse con un vulgar caganer han sido incapaces de deslizar un mínimo malestar público ante las salvajadas de su propia televisión.
Antes el poder que el pueblo
Con alguna honrosa excepción, como el abad de Montserrat y algunos capellanes modestos y aislados que han actuado como héroes, la institución eclesial catalana sigue ahora el mandamiento que tan bien obedeció durante el franquismo: antes servir al poder que al pueblo. La prensa habitual les explicará el cuento de hadas según el cual la Iglesia catalana hace tiempo que ha expresado su malestar con la Conferencia Episcopal Española y que trabaja silenciosamente para mejorar la situación. Pero la única realidad constatable es este silencio vergonzante y cobarde que dura ya décadas.
Pero no se preocupen, que una vez más el trabajo sucio se lo harán otros y el papa Francisco acudirá a su rescate: Bergoglio se dispone a dar las próximas semanas el golpe de gracia a un Rouco Varela que al menos podrá contar que hasta el último momento tuvo el apoyo tácito de los obispos catalanes. Y es que la Iglesia parece estar en estos momentos en una gran encrucijada. A un lado está el papa Francisco con sus seguidores, dispuesto a llevar hasta el final su admirable revolución. En el otro le observa con reticencia la vieja institución acobardada, corrupta y con obsesiones de vuelo gallináceo. Ya solo queda saber cuál de los caminos escogerá Dios.