El Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, acusó a la cúpula de la Iglesia Argentina y a sectores del Vaticano de ocultar al Papa Juan Pablo II lo que estaba sucediendo en el país "con los desaparecidos y el robo de criaturas".
Pérez Esquivel también recordó las entrevistas con el por entonces Nuncio Apostólico en la Argentina Pio Laghi con quien, según afirmó, mantuvo "una discusión muy dura" en torno a las denuncias por las desapariciones y violaciones a los Derechos Humanos que se estaban sucediendo.
Por último, reivindicó la actuación de los obispos Enrique Angelelli, Miguel Hesayne, Jaime de Nevares y Alberto Devoto de Corrientes, el primero y el último de ellos asesinados durante la dictadura.