Hay decisiones que pueden indignarme y hay otras en las que, por un lado, me da la risa y, por otro, me confirma en la idea de que algunos adultos no son más que niños que siguen jugando, pero más peligrosos. No me digan que no les da la risa cuando imponen medallas al mérito de lo que sea a una estatua, a una imagen…, a pesar de lo mucho que esa imagen pueda representar en las creencias de cada uno, creencias que, por supuesto, respeto. Pero discrepo de esos gestos que no creo tengan algo que ver con la fe en Dios o en la Virgen. El último de ellos, obra del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha sido el de conceder, el pasado mes de febrero, la Medalla de Oro al Mérito Policial a Nuestra Señora María Santísima del Amor. Quien sabe…. A lo mejor se le ha pegado algo de ese santísimo amor y va a empezar a amar un poco más a los ciudadanos que se manifiestan…
Bromas aparte, porque no creo que el ministro esté en disposición de amarnos, dos asociaciones laicas han presentado una demanda contra esta decisión, que ha sido admitida a trámite por la Audiencia Nacional. Al margen de lo que decidan los jueces, vuelvo otra vez al sentido común. Primero, somos, no lo digo yo, lo dice la Constitución, un Estado acofensional, por lo que no se entiende que se den medallas oficiales a ninguna imagen de representación religiosa. Segundo, si como dice la orden ministerial, la concesión de dicha medalla se debe a la estrecha colaboración de la Policía Nacional y la cofradía que lleva por nombre el de la mencionada virgen, lo más lógico es que la medalla se hubiese concedido a los cofrades que son los que colaboran, puesto que son personas, con la Policía en los actos de la Semana Santa. Resumiendo, por favor, que estamos en el siglo XXI. Vamos a dejar las medallitas para las personas con entidad jurídica que hayan realizado algún acto para merecerlas y dejemos en paz a las imágenes religiosas que cada uno pueda llevar en sus creencias y en su corazón.
Y recordando aquello de: "Con la Iglesia hemos topado Sancho", la Fiscalía ha archivado la denuncia por una publicación del Arzobispado de Granada, “Cásate y ´se sumisa”, que ha levantado ampollas y críticas de todos los partidos políticos, asociaciones e instituciones. Hasta la ministra Ana Mato pidió su retirada, pero el Arzobispado no hizo ni caso. La Fiscalía no ve delito, aunque censura la visión que el libro da de las mujeres. En cuanto al arzobispo, Francisco Javier Martínez, sostuvo en su día que la polémica era “ridícula e hipócrita” y que el libro es una “obra evangelizadora” que no promueve ni justifica ninguna violencia contra la mujer.
Pues monseñor arzobispo, con todos mis respetos, creo que si algo es ridículo, no es esta polémica, sino poner una medalla a la imagen de una virgen. En cuanto a hipocresía, a mí me parece mucho más hipócrita la actitud que han tenido y aún tienen muchos jerarcas de su Iglesia con los pederastas que tienen dentro de ella, intentando que sus actos no fuesen conocidos por la sociedad. Y en cuanto a que el libro no promueve ninguna violencia contra la mujer, pues monseñor, hasta ahí podíamos llegar… Pero no hace falta que promueva o justifique la violencia física. Estamos en el siglo XXI y ha costado mucho, aún no se ha conseguido del todo, que la mujer ocupe en la sociedad el sitio que la corresponde como ser humano y ciudadana con derechos, sin que sea denigrada, sin que sea objeto de violencia física o psicológica, y superar de una santa vez ese cliché de sumisión al macho. Y dice usted que es evangelizador decir a una mujer que debe someterse en todo a su marido… Por favor, monseñor, si en el cielo hubiese un departamento de recursos humanos, tenga la seguridad de que le despedirían. Habla usted de hipocresía. ¿Pero qué imagen tiene usted de la mujer? ¿La de un ser que ha nacido para servir al hombre? Por Dios…. madure un poco, que hace ya mucho tiempo que salimos de las cavernas, aunque aún quede algún cavernícola perdido por ahí…
Otra oleada de reacciones es la que ha levantado igualmente una polémica homilía del cura de Canena, en Jaén, quien afirmó en una misa de Primera Comunión que hace 30 años “a lo mejor un hombre se emborrachaba y llegaba a su casa y le pegaba a la mujer, pero no la mataba como hoy”…. “porque antes había un sentido moral”… unos “principios cristianos”… y “hoy no lo hay”.
De muy poco me vale que, tras ver la que se ha montado ya que absolutamente todos los partidos, incluido el PP, han criticado con dureza estas palabras, tanto el Obispado de Jaén como el sacerdote se hayan disculpado afirmando estar en contra de la violencia de género y a favor de la dignidad de la mujer. Y no me valen, porque esas palabras no han sido improvisadas en una conversación, sino escritas y, por tanto, pensadas, y luego leídas en una iglesia abarrotada de personas. Y lo que ha pensado, escrito y luego leído es que pegar a la mujer es moral y responde a principios cristianos. Se lea como se lea, el mensaje es ese. Claro que, a lo mejor, lo que quería decir es que la moral y los principios cristianos era no matarla…. Lo otro era culpa del vino… En fin, me remito a lo dicho en el párrafo anterior sobre el caso de Granada. Puede que, oficialmente, la Iglesia defienda la dignidad de la mujer y condene la violencia de género, pero mientras existan personas dentro de ella con una mentalidad de la Edad Media y, lo que es peor, se las permita ejercer una labor frente a los fieles, no ayuda a hacer creíble esos comunicados de disculpa a posteriori.
Y siguiendo con el tema de la mujer, el Parlamento de Murcia acaba de aprobar una moción presentada por la diputada del PP, Ana Guijarro Martínez, que incluirá a las embarazadas y madres jóvenes en los casos previstos para recibir educación a distancia y evitar así la “vergüenza” de “acudir a clase en ese estado”. La moción, ampliamente criticada por la oposición, que la considera denigrante, fue aprobada sólo con la mayoría absoluta del PP. Tras el revuelo organizado, la diputada asegura que se le ha malintepretado… Pero, dejando de lado los rifirrafes políticos, vayamos a lo importante. ¿Recuerdan haber oído contar a sus madres o abuelas, caso de jóvenes embarazadas que habían sido echadas de casa por sus padres cuando se habían enterado de aquel deshonor y deshonra familiar….? Seguro que sí. Pues leer esta noticia, me ha hecho recordar aquellos casos. ¿Vergüenza? ¿Vergüenza de qué? Vergonzosa es la corrupción. Deberían sentir vergüenza aquellos que utilizan la política para enriquecerse. Vergonzosos son los sueldos de algunos políticos y de muchos directivos de grandes empresas públicas y privadas, sobre todo en tiempos de crisis. Vergonzosas son las ganancias de algunos deportistas, sobre todo en el fútbol. Vergüenza deberían sentir todos aquellos defraudadores de la Hacienda pública. Vergonzoso es el despilfarro de algunas administraciones y el recorte presupuestario en sanidad y educación, Vergonzoso es subir las pensiones un 0,25% y vergüenza debería sentir la ministra de “desempleo” e “inseguridad social” al enviar encima una carta a los sufridos pensionistas anunciando la buena nueva…. En fin, tantas y tantas cosas, pero quedarse embarazada no tiene nada de vergonzoso. Puede ser un error de juventud, un error de ignorancia y estupidez juvenil que no piensa en las consecuencias, pero tanto como vergüenza…. En lugar de catalogarlo como “vergüenza”, ¿no sería mejor educar a los compañeros de la embarazada en el respeto que la deben, esté embarazada o sea virgen por la gracia de Dios? ¿No sería más adecuado que los jóvenes recibiesen en las aulas una verdadera educación sexual para evitar embarazos no deseados? Todo menos considerar que estar embarazada es vergonzoso. Y además, volviendo a las cavernas, ¿vergonzoso para quién? ¿Sólo para la mujer? ¿Y qué pasa con el hombre causante de la preñez? ¿No hay vergüenza para él? Estoy hasta los mismísimos de tanta estulticia y de tanta hipocresía.
Volviendo a lo de las cavernas, el director y el responsable de admisión del colegio Yago School, de la localidad Sevillana de Castilleja de la Cuesta, han sido denunciados por varias familias y exprofesores por presuntas agresiones físicas, insultos y castigos excesivos a los alumnos, pero también por impedir la matriculación en el centro al hijo de una pareja gay. Pues sí, otros dos cavernícolas sueltos. O sea, que el hijo de una pareja gay, según ellos, no tiene derecho a una educación. Claro que, a la vista de los datos, mejor que lo eduquen en otro colegio.
Y como no voy a comentar también lo del plátano lanzado a Dani Alves. ¿Qué pretendía? ¿Llamar “mono” al futbolista? Hombre, unos más que otros, pero Alves no está nada mal. Dejando a un lado todo eso de la evolución y de dónde venimos, en realidad quien lo lanzó es verdaderamente el simio, pero además un simio tontorrón, porque uno listo con un plátano en la mano jamás lo hubiese tirado.
Vistos todos estos casos que comento, para mí que alguien se ha dejado abierta la puerta de Atapuerca….
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