El Estado Laico y la Educación Laica ofrecen al mexicano la mejor herramienta para entender la realidad. Ser analíticos desde la infancia permite actualizar una perspectiva inteligente de los hechos a enfrentar y vencer.
Más de 800 iglesias evangélicas, mil cristianas, mil 600 académicos, asociaciones civiles e intelectuales están expresando su preocupación, porque la Iglesia Católica está presionando fuerte para desmantelar la educación laica en México. Exige impartir educación religiosa en las escuelas públicas.
La manifestación del 9 de febrero en las afueras del Congreso de la Unión, no es una manifestación más. Esta LXI Legislatura y mayoría de senadores panistas (50) “trabajará” para aprobar en el segundo y último período ordinario de sesiones, la modificación del Artículo 24 constitucional para “redefinir” _a petición del alto clero católico mexicano_ el significado de libertad religiosa.
La Iglesia Católica empezó construyendo un templo exactamente encima de cada pirámide ceremonial indígena existente. Ahora quiere _ con mayor ahínco_ el poder transversal que le asegure privilegios, dominio, riqueza y sometimiento de gobernantes y gobernados. Esa institución ha demostrado que su ambición no tiene límites.
En 1988 Carlos Salinas de Gortari, para legitimar su gobierno, sentó en primera fila a los cardenales, reformó el Artículo 3° para retirar las prohibiciones de participación de religiosos en la educación, también el Artículo 130 para “adecuarlo” a las condiciones en que se desenvolvía la Iglesia en el entorno político y social. Ahora Felipe Calderón se propone reformar todo artículo de contrapeso y separación Estado-Iglesia. Juró gobernar para México_ no para el Vaticano_ ¿o sí?
La estructura mental de las naciones que prosperan, se sustenta en la cultura y la ciencia, no en la ignorancia, domesticación y catequesis que inhibe la facultad de razonar y discernir; porque inculca, desde la infancia, miedos irracionales; “el temor de Dios”, “la culpa”, que da dividendos a todo manipulador, la necesidad creada de implorar piedad; la soberbia de creer poseer, en exclusiva, la verdad absoluta.
¡Decídete a ser feliz hoy!