El P. Tadeusz Pacholczyk, doctor en neurociencias por la Universidad de Yale y con un trabajo postdoctoral en la Universidad de Harvard, explicó las razones por las cuales un católico sí puede recibir una vacuna derivada de una línea celular de un feto abortado.
“A raíz de los resultados de múltiples compañías farmacéuticas sobre la efectividad y seguridad de las vacunas contra el COVID-19, muchos se preguntan si administrarse estas vacunas es éticamente correcto. ¿Tienen los católicos el deber moral de negarse a ser vacunados si la vacuna fue producida de manera no ética utilizando una línea celular derivada de un aborto? La respuesta corta es ‘no’”, explica el sacerdote que es también director de educación del Centro Nacional Católico de Bioética en Filadelfia.
Esto quiere decir que un católico sí puede recibir una vacuna que fue realizada con una línea celular de un feto abortado.
En el artículo titulado ¿Deben los católicos rechazar una vacuna COVID-19 hecha con una línea celular derivada de un aborto?, el sacerdote recuerda que la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó en 2008 el documento Dignitas personae, sobre algunas cuestiones de bioética.
En ese texto se establece que “razones de particular gravedad podrían ser moralmente proporcionadas como para justificar el uso de ese ‘material biológico’. Así, por ejemplo, el peligro para la salud de los niños podría autorizar a sus padres a utilizar una vacuna elaborada con líneas celulares de origen ilícito, quedando en pie el deber de expresar su desacuerdo al respecto y de pedir que los sistemas sanitarios pongan a disposición otros tipos de vacunas”.
Esto, precisa el P. Pacholczyk, significa que “por razones graves, los católicos pueden recibir una vacuna COVID-19 relacionada con el aborto. Una razón grave podría incluir una amenaza para la salud y el bienestar de la persona”.
Por ejemplo, “ser anciano o padecer de diabetes, obesidad u otras condiciones de salud que empeoran su pronóstico frente a una infección podrían constituir claramente una razón grave”.
El doctor en neurociencias explica luego que “usar vacunas COVID-19 fabricadas con las líneas celulares derivadas de abortos provoca fuertes objeciones morales y algunos pueden rechazar y rechazarán las vacunas por este motivo”.
“Si bien es una decisión personal de conciencia el aceptar o no una vacuna, es importante tener claro que la Iglesia, por su parte, no nos exige que la rechacemos debido a las razones graves ya explicadas, como en la situación de una persona mayor o alguien con múltiples problemas de salud que enfrenta riesgos importantes si contrae COVID-19”, prosigue.
Este hecho, “por supuesto, de ninguna manera absuelve o disminuye la falta grave de quienes, en primer lugar, utilizaron líneas celulares de abortos para fabricar vacunas”, aclara el sacerdote que sirve en la Diócesis de Fall River, en el estado de Massachussets.
¿Qué dice la Iglesia?
Lo dicho por el experto concuerda con el texto de la Congregación para la Doctrina de la Fe titulado “Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la COVID-19”, del 21 de diciembre de 2020.
En este documento se explica que “cuando no estén disponibles vacunas COVID-19 éticamente irreprochables (por ejemplo, en países en los que no se ponen a disposición de médicos y pacientes vacunas sin problemas éticos o en los que su distribución es más difícil debido a las condiciones especiales de almacenamiento y transporte, o cuando se distribuyen varios tipos de vacunas en el mismo país pero, por parte de las autoridades sanitarias, no se permite a los ciudadanos elegir la vacuna que se va a inocular) es moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la COVID-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción”.
Esto quiere decir que la Iglesia Católica sí permite que una persona reciba una vacuna que tiene algún tipo de relación con un feto abortado.
El documento explica luego que “la razón fundamental para considerar moralmente lícito el uso de estas vacunas es que el tipo de cooperación al mal (cooperación material pasiva) del aborto provocado del que proceden estas mismas líneas celulares, por parte quienes utilizan las vacunas resultantes, es remota”.
De ese modo, “el deber moral de evitar esa cooperación material pasiva no es vinculante si existe un peligro grave, como la propagación, por lo demás incontenible, de un agente patógeno grave: en este caso, la propagación pandémica del virus SARS-CoV-2 que causa la Covid-19”.
El documento vaticano precisa luego que “debe considerarse que, en este caso, pueden utilizarse todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces con conciencia cierta que el recurso a tales vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas”.
“Sin embargo, se debe subrayar que el uso moralmente lícito de este tipo de vacunas, debido a las condiciones especiales que lo posibilitan, no puede constituir en sí mismo una legitimación, ni siquiera indirecta, de la práctica del aborto, y presupone la oposición a esta práctica por parte de quienes recurren a estas vacunas”, precisa el texto.